Chico conoce a chica, chica conoce a chico, de esta sencilla base parte (500) días juntos, de la que hablaremos sin cuidarnos de spoilers. En su versión original se tituló de manera más concreta, añadiendo el nombre de la protagonista, Summer, al propio nombre de la película. (500) days of Summer. Al fin y al cabo, de eso va esta historia: de cómo Tom vivió los días que pasó al lado de Summer. No de cómo los vivieron juntos, sino de cómo los vivió él.
Chico y chica se conocen, empiezan a salir, él quiere llevarlo más lejos, ella no quiere, discuten, rompen su relación, ella conoce a otra persona con la que sí quiere comprometerse y él termina con el corazón roto. Este podría ser el esqueleto de una película que sobre todo en los últimos años ha puesto al público a debatir. Sus protagonistas, Joseph Gordon-Levitt y Zooey Deschanel, ya venían diciendo desde hacía tiempo que todo se había entendido mal, que se había caído en la trampa tendida por la perspectiva. Y eso que advierten desde el principio.
Chico conoce a chica

“Nota del autor: Esta es una obra de ficción. Cualquier parecido con personas vivas o muertas es pura coincidencia. Especialmente tú, Jenny Beckman. Puta”. (500) días juntos comienza de esta manera. Con una nota del autor que ya debería dejar claro que la película está construida para que el espectador sienta ese insulto final, para que lo piense o al menos para que entienda por qué se ha realizado.
“Los créditos iniciales de mi película incluyen la exención de responsabilidad legal habitual de que ‘cualquier parecido con personas vivas o muertas es pura coincidencia’. Pero luego añade: ‘especialmente tú, Jenny Beckman. Puta’. Eso dice mucho de cómo me sentí cuando ella puso fin a una relación que yo deseaba desesperadamente, incluso patéticamente, que funcionara, aunque siempre tuve claro que ella no veía ningún futuro para nosotros”, explicó Scott Neustadter, guionista de (500) días juntos en una carta abierta al ‘Daily Mail’.
En ese texto, Neustadter concede bastantes detalles sobre la relación que le llevó a escribir esta historia. Comparte, por ejemplo, los dos primeros pensamientos que tuvo al conocer a esa mujer. “El primero fue que, en ella, había encontrado exactamente lo que había estado buscando. El segundo fue que aquello iba a terminar muy, muy mal”. A pesar de que la chica en cuestión, según explica, le dejó claro en numerosas ocasiones que no quería nada serio, Neustadter se enamoró perdidamente. La magia terminó meses después y lo que hizo entonces fue plasmar esa vivencia en una película. Es importante, a la hora de plantearse el visionado o revisionado de la película, entender esto: no es un análisis de una relación, es un reflejo de lo que un hombre sintió al enamorarse de una persona que no pudo corresponderle como él quería. Pero volvamos a la ficción.
Cuando Tom conoce a Summer, sabe de inmediato que esa chica es lo que había estado buscando y se prenda de ella. Esto significa, una vez que uno se detiene a pensarlo, que Tom tenía una serie de ideas preconcebidas y alimentadas en el tiempo en el que había estado esperando, infeliz, la llegada de ese amor romántico. Se ha dicho muchas veces: lo que hace este personaje es proyectar sobre la figura de Summer sus anhelos. Tom quiere enamorarse, vivir una gran historia de amor y que la chica de sus sueños lo desee tanto como él la desea a ella. Por eso desde el principio él se muestra absolutamente predispuesto mientras que ella fluye con naturalidad, reaccionando a las cosas (los hechos, las emociones) a medida que van sucediendo.

Summer y Tom conectan bien, se gustan y en un día de oficina, ella lo besa y entonces empiezan a salir. Antes de eso, ella ya ha manifestado con claridad lo que piensa. No quiere nada serio, no se siente cómoda con la idea de pertenecer a alguien y no busca otra cosa que pasarlo bien con Tom, sin etiquetas ni compromisos. Él acepta. “¿Qué me importaba cómo nos llamáramos mientras ella siguiera llamando?”, contaba Neustadter en esa carta. Lo único que le importa a Tom es que, por fin, está con la chica de sus sueños, así que no deja que unas simples etiquetas terminen con esa relación.
La chica de sus sueños

Summer es la chica de sus sueños, Tom lo sabe desde el primer instante, pero es que es la chica soñada por cualquiera. Desde el principio se presenta este personaje como un arquetipo al que ya en 2007 el crítico Nathan Rabin, tras ver ‘Elizabethtown’ (2005), le encontró problemas. “Me gusta llamar (a estos personajes) las Manic Pixie Dream Girl. La Manic Pixie Dream Girl existe únicamente en la febril imaginación de los sensibles guionistas y directores para enseñar a los jóvenes de alma melancólica a abrazar la vida y sus infinitos misterios y aventuras”.
El problema con estos personajes es que quedan al servicio del hombre. Están creados para hacerlos felices, para completar y mejorar su vida, para darle un sentido y abrazar su sensibilidad. No hay espacio para que desarrollen su carácter porque, como Tom hace con Summer, el hombre llena ese espacio con ideas que ya tenía previamente.
Todo el mundo se fija en Summer porque es radiante, cuenta una voz en off, la clase de persona de la que cualquiera puede enamorarse, pero el espectador nunca llega a ver demasiado de su carácter. Solo importa en tanto que importa cómo afectan sus actos a Tom. No es relevante por sí mismo, no significa nada.
No escuchamos sus palabras ni siquiera en un momento de intimidad en el que ella decide abrirse y compartir con él algo que no había hablado con nadie con anterioridad. Lo que dice Summer, sin embargo, se silencia y la perspectiva conduce, en primer lugar, a la mirada embobada de Tom y, en segundo lugar, a sus pensamientos, que están centrados no en lo que está escuchando sino en lo que significa que ella haya decidido tener ese momento con él. Tiene que ser muy especial para haber logrado eso, se dice a sí mismo. Y el espectador se queda sin escuchar lo que dice ella.

Ambos protagonistas, durante una conversación con Entertainment Weekly en la que celebraban los diez años del estreno, señalaban esta importante escena. “El momento en que ella piensa ‘de acuerdo, puedo confiar en ti, te contaré sobre mí misma’, la voz en off la ahoga”, explicaba Zooey Deschanel. Joseph Gordon Levitt apoyaba esto: “si esa voz es la voz de Tom, significa que mientras Summer le está hablando de su sueño él solo piensa en lo especial que es él”.
Con todo esto, Deschanel siempre se ha mostrado sorprendida cuando cierta parte del público señalaba a Summer como la villana. A este respecto, su compañero de reparto señalaba de nuevo ese recurso: “tiene mucho que ver con la voz en off, creo que esto es parte de la cuestión, que la voz en off suena autoritaria y por eso crees que es verdad. Todos creemos que nuestra perspectiva es fidedigna y Tom cree que la suya lo es. Pero la vida realmente es bastante más subjetiva que eso”.
Watch it again. It’s mostly Tom’s fault. He’s projecting. He’s not listening. He’s selfish. Luckily he grows by the end. https://t.co/lEJ8uXlpJw
— Joseph Gordon-Levitt (@hitRECordJoe) August 6, 2018
Joseph Gordon Levitt siempre se ha mostrado crítico con las alabanzas a Tom y los ataques a Summer. Hace cuatro años encendió el debate, quizá como nunca antes, cuando un usuario de Twitter señalaba a Summer como la villana. “Vuelve a ver la película. Es sobre todo culpa de Tom. Está proyectando. No está escuchando. Es egoísta. Suerte que acaba madurando”, respondió Joseph Gordon Levitt. Se expresó de igual manera, muchos años antes, en una entrevista con Playboy: “la actitud de él te desea tanto parece atractiva para algunas mujeres y hombres, especialmente para los más jóvenes, pero animaría a cualquiera que esté enamorado de mi personaje a que viera de nuevo la película y examinara lo egoísta que es. Desarrolla una obsesión delirante por una chica en la que proyecta todas estas fantasías”.
Y ya entonces señaló la dirección en la que se construyó esta historia de amor: Tom se enamora de la idea de una persona, no de la persona en sí. Esa chica de sus sueños existe, precisamente, en su imaginación. El propio personaje reflexiona en este sentido, hacia el final, cuando comprende que ha perdido a Summer: “estaba intoxicado por lo que imaginaba”. Las ilusiones que Tom se formó con esa primera mirada entre ambos se mantuvieron en todo momento inalterables a pesar de que ella había asegurado desde el principio, sin llegar a retractarse después, que no quería nada realmente serio con él. No estaba mirando, no estaba escuchando, no estaba allí realmente.
Fuiste tú el culpable (¿o lo fui yo?)

Lo anterior no significa que entre ellos no existiera una conexión. A Summer, Tom le gustaba lo suficiente como para querer pasar tiempo con él, incluso como para abrirse a él, para ser íntimos, para dar el primer paso tras una discusión. Sencillamente nunca sintió lo que hace que una persona quiera comprometerse. Él sí lo sentía, quizá en parte porque lo quería sentir. Cuando Summer encuentra a la persona que siente adecuada, adquiere ese compromiso que le niega a Tom. “Me levanté un día y lo supe”, dice Summer cuando este le pregunta cómo puede casarse con otra persona meses después de haberle rechazado a él. Tom le pregunta qué supo: “lo que nunca tuve claro contigo”, responde ella.
Esto no significa que el dolor de Tom no esté justificado. De hecho, el espectador también puede ver que Summer se equivoca al no hablarle de ese compromiso. No porque le deba una explicación, hace tiempo de su separación, pero sí por una cierta responsabilidad emocional. Así que ese dolor puede estar justificado, lo que no lo está es el “bitch” por el que comenzaron los debates. No hay villanos en (500) días juntos, solo un chico equivocado que conoce a una chica que no es para él y una única perspectiva desde la que se cuenta esta historia.