Bojack y Barry, dos miserables rondando por Hollywood

Dos personajes extremos, deprimidos, que sufren ansiedad y que no paran de pegarse tiros en el pie.
Collage con carteles de Barry y Bojack Horseman

Las sadcom son una de las últimas formas que han encontrado las sitcom para innovar. Comedias a ratos, ficciones tristes a otros y una mezcla de ambas la mayor parte del tiempo, dominaron la segunda década del siglo XXI. Aunque muchas guardan paralelismos, hay dos que tienen un vínculo tan directo que hace fácil unirlas. Bojack Horseman y Barry se ubican en Hollywood y sus protagonistas tienen problemáticas personales bastante parecidas.

Las horas bajas de Barry y Bojack

En un primer momento puede parecer que un caballo antropomorfo actor y un exmarine de Cleveland no tienen nada que ver. Sin embargo, ambos acaban en el mismo ecosistema. Un Hollywood que se traga a las personas sin piedad. Barry se introduce en él ya maduro, por casualidad. Es un asesino a sueldo y uno de sus objetivos resulta ser un aspirante a intérprete. Cuando va tras él, le entra el gusanillo actoral y el argumento de la serie queda establecido.

Bojack está en un punto totalmente opuesto. Era una estrella, protagonizó una sitcom de muchísimo éxito años atrás y quiere volver a la primera plana tras vivir de las rentas. Decadente e inepto por dejadez, que un negro literario, en esta caso una chica llamada Diane, le escriba una autobiografía es su ticket de salida del patetismo.

Ambos hombres son seres atrapados en una vida que apenas eligieron y eso les ha pasado factura mentalmente. Barry tiene mucha, mucha sangre a sus espaldas. La ansiedad y el estrés no tratado tras su paso por la guerra le hicieron tomar la vía fácil. Bojack es un Charlie Sheen dibujado, eternamente deprimido por saber que su mayor logro fue protagonizar una comedia. Un legado que ya quisieran algunos, pero que no aporta demasiada respetabilidad.

Ansiedad, depresión y autoengaño

Bill Harder sabe lo que es la ansiedad y de su experiencia lidiando con ella surgió, en parte, Barry. El creador de la serie, que también la protagoniza, la representa a la perfección en pantalla. Su personaje bebe de ella para intentar evolucionar. Incapaz de sentir seguridad más allá de la masacre, es un ser frágil y que muestra rasgos neurodivergentes. Por ello necesita apoyarse en personas tan tóxicas como Fuches, amigo de su familia que le lleva por el camino criminal, o Cousineau, su mentor actoral.

El equivalente a la violencia de Barry en Bojack es la farra. Una huida más sencilla, en este caso de la depresión, y sustentada en su fortuna. Alrededor, sin embargo, tiene personas que le quieren o admiran. Todd, Princess Carolyn, el Sr. Peanutbutter o Diane son ejemplos. Sin embargo, los maltrata sin dudar. Si no duda en machacarse a él mismo, tampoco lo hace destrozando a los demás.

Pese a ello, tanto el caballo como el asesino buscan excusas y medias verdades para autocompadecerse. En la cuarta temporada de Barry hay una escena clara que lo muestra: el sicario escucha podcast religiosos hasta que encuentra una justificación al asesinato que le complace. Se engaña continuamente, aunque con el paso de las temporadas le cuesta más creerse a sí mismo. Bojack tampoco para de meter la pata primero y autosabotearse después. En su caso, es demasiado inteligente como para tragarse sus propias mentiras, así que simplemente se intoxica.

La dependencia del actor

Los dos protagonistas no dudan en buscar en el éxito profesional una salida alternativa a sus problemas. No acuden a un psicólogo, no se toman en serio posibles terapias, sino que huyen hacia delante en el paraíso de la impostura. Por eso buscan meterse en el meollo de Holywood, o Hollywoo, para que la crítica y el público les quieran. Para expresas su dolor a través de personajes y no sin la máscara que estos generan.

Barry logra interesar a Cousineau con una falsa interpretación. Simplemente cuenta lo que siente, dice lo que ha hecho y fascina a su mentor. A través de este éxito logra avanzar, poco a poco, en su relación con Sally. A esta le ocultará las atrocidades que ha cometido, pero ambos son actores aspirantes que necesitan la aceptación. Primero de su maestro, luego de la crítica y después del público. La aclamación de la industria como una aspirina psicológica, como una absolución sacerdotal.

El proyecto de Secretariat es una solución similar para Bojack. Necesita que le tomen en serio, que le acepten como es. Lo que necesita es un Oscar. Con la estatuilla cree que se solucionará su depresión. Que sus traumas familiares se harán a un lado. Que la traiciones a sus grandes amigos quedarán en segundo plano. Sin entrar en spoilers, el plan simplemente acaba como es esperado. Antes y después, el personaje siempre mostrará la necesidad de que le validen, a pesar de que desprecie o maltrate a aquellos a quien pide la aceptación. Dar, pero no recibir. En ese sentido, difiere bastante de Barry.

Palabras antes que hechos

Potencial para ser mejor, ese es el combustible que mueve a las sadcom. Sus personajes son realistas y buscan su sitio en el mundo. Seres perdidos como los protagonistas de Fleabag, Barry o Bojack Horseman. No es extraño que lo fílmico aparezca en sus ecuaciones, sea literalmente o porque crean que su vida es similar a una película.

El sicario y el actor fracasado terminan siempre rondando Hollywood. Son sueños rotos de la industria que sostiene este trozo de Los Ángeles, pero también son malas personas que se han buscado su miseria. Porque buscar hacer el bien no es lo mismo que ser bueno. Uno de los momentos claves de Bojack es cuando el caballo se pregunta si es buena persona. Luciendo su buen guion, la escena se desarrolla como debe ser en una sadcom.

Barry tampoco duda en implorar a Cousineau que le diga que le quiere tras arruinarle la vida. Necesita que la gente le diga que le necesita, que le aprecia. No le vale interpretarlo, no le vale sentirlo, necesita escucharlo. Su respuesta varía de la fidelidad enfermiza al dar por hecho que basta con la palabra. Por eso descuidad su relación con Sally, por ejemplo.

Unidos por las malas decisiones y una dinámica más allá de lo tóxico entre el egocentrismo y la necesidad de aceptación, Barry y Bojack son personas sentenciadas a sufrir. Incapaces de cambiar, su condena es ser los adultos en quienes les han o se han convertido. Al fin y al cabo, protagonistas carismáticos pero que nadie querría cerca en su vida.

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Nahia Pérez de San Román
07/06/2023
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