Declaraciones de impuestos, altas en en servicios sociales, padrones, notificaciones… El papeleo burocrático es un infierno en general y todavía mayor en España. Un entorno bizantino digno de pesadilla con el que el estado declara su ineficiencia y poder. Dos palabras que describen lo que se ve en esta recomendación de Brazil. Una película de Terry Gilliam que no para de lanzar dardos a una burocracia dantesca y que bebe directamente de George Orwell.
Cabe resaltar que forma parte de la llamada trilogía de la imaginación de Terry Gilliam, terna que llegó tras su debut en solitario con Jabberwocky. Es su segundo miembro, seguida de Las aventuras del barón Munchausen y precedida por Los héroes del tiempo. Cada una se centra en una etapa de la vida, en Brazil la mediana edad. El tema trasversal es cómo enfrentarse a una sociedad fría, ordenada y tecnológica.
Historia de Brazil
El otrora Monty Python es también un director de renombre. La absurdez y el histrionismo marcan películas repletas de planos con gran angular. Además, es un imán para los problemas. Porque sus producciones han tendido a estar malditas demasiadas veces. Su plan era llamar a esta oda al odio a la burocracia 1984 1/2. Una alusión a las dos obras que la inspiraron. Por un lado, la novela de Orwell, por otra el conocido film de Fellini. Sin embargo, no pudo porque se estreno una versión del libro del autor británico y tuvo un conflicto enorme con la productora debido a la conclusión del trabajo.
Porque esta historia protagonizada por Jonathan Pryce como Sam. Es un burócrata de baja estofa y sin ambición del Ministerio de Información, un calco del Ministerio de la Verdad de 1984. También están ahí las cuestiones autoritarias, pero llevadas al surrealismo y absurdo habitual de Gilliam. Por eso existen personajes como el de Robert de Niro, un reparador renegado que decide trabajar de forma autónoma y es sospechoso de ser además un terrorista. Una ligera confusión de papeleo llevará a que el gobierno detenga a otro hombre en vez de al ingeniero, que por desgracia morirá en el interrogatorio.
Este equívoco y las mañas que encuentra Sam para evitar que su segmento ministerial cargue con multas y sanciones derivadas desencadenan la acción. En ella se ve pulular a una pléyade de personajes raros encarnados por un reparto de lujo que incluye a Michael Palin, Ian Holm, Bob Hoskins, Peter Vaughan o Katherine Helmond. El ambiente, según el director, refleja cómo alguien de mediados de siglo habría imaginado los años ochenta. Así, la distopía no es tanto futurista como de una contemporaneidad desfasada. Un ejemplo similar sería Watchmen. Por ello Brazil es referente del steampunk.
Cuándo hay que ver Brazil
Cuando se acude a Hacienda y el funcionario indica que para entregar el formulario A se necesita tener el B, para el cual es necesario a su vez tener el A, es el momento de poner Brazil. Porque el agobio que genera la burocraci, sus ineficiencias, es lo que mueve el film de Terry Gilliam. Aunque sea una canción, Aquarela do Brasil, la que de lugar al título, es esta enemistad entre bárbaros civilizados como el director y la civilización barbarizada de los cuerpos burocráticos la que da alas al film. Sonará a los fans de Futurama.
El desespero que genera el sistema y la imposibilidad de salir de él está en una película de ciencia ficción que es una caricatura excelsa de 1984. También se ve la influencia de Fellini y su metarrealismo, de su sorna. La tragicomedia es llevada como el cumplimento del infame formulario 036. Es algo dramático, complicado. Algo que acaba generando risas histéricas fruto de la impotencia. Una sumisión inevitable cargada de casillas a rellenar y en la que se sabe que se está en manos de algo superior a sí mismo, caprichoso a más no poder.
La distopía de Gilliam tiene más lecturas, claro está. En ella importan los sueños, la imaginación como válvula de escape. Algo visto en numerosas obras audiovisuales y literarias, pero que bebe en este caso de El incidente del puente del Búho. También el amor, la rebelión frente a la mediocridad, la opresión de los progenitores en su intento de ayudar… Cada personaje reacciona a su manera. Los hay valientes como el que encarna de Niro, en crisis como el protagonista o conformistas como el de Palin. Todos ellos habitan en el mundo gris de esta recomendación cinéfila, pero también en la realidad.