Los directos de Calequi y las Panteras tienen el encanto de lo íntimo y lo colectivo. Estás ahí, en una fiesta con colegas, en un genuino buen ambiente, bailando cumbia, moviendo la cabeza al compás de la acertada batería, o escuchando esa canción imposiblemente bonita que es Los Gatos, o lo bien que suena la guitarra del músico, o un saxo de repente, o la voz de unas Panteras que realmente son unas fieras en el escenario. Y sales de esos directos con esa clase de energía que se necesita compartir, con quien ha estado presente y con quien no, por si no sabe que existe todo eso y se lo está perdiendo por ello.
Calequi apareció en el Peor para el Sol el pasado viernes 10 de febrero acompañado, como siempre, de Lauri Revuelta y Luisa Corral, y también de otros músicos habituales en sus espacios, como Lucas Piedra Cueva. Lo decía de Baiuca hace unos días y es un placer poder decir otra vez que en un escenario hay muchos músicos, porque eso es una promesa, valga la redundancia, musical.
El directo de este viernes era una celebración y un agradecimiento. Calequi anunció 5 conciertos en la sala El Sol, repartidos en 5 meses, y un bono para acudir a todos ellos, y la gente respondió. Entonces surgió ese regalo para los abonados: un concierto sin entradas a la venta, solo para ellos, que servía también de carta de presentación de lo que está por venir. Ya se ha vivido otras veces, pero esta vez será más grande, porque pasa el tiempo y va siendo más grande.
La fiesta musical de Calequi y las Panteras
En muchas ocasiones he sentido que las personas acuden a los conciertos como quien va a karaokes, pensando incluso que tienen que hacer los deberes antes (es decir, saberse las canciones). Me sé muy bien esta, esta y esta, pero que no cante esta, que la llevo regular. Yo eso lo he escuchado alguna vez. Desgañitarse con una canción que lleva meses dentro de uno mismo o hacerle saber a quien está arriba que lo que toca ha calado tanto como para conocer cada nota no puede estar mal, jamás estará mal, pero hay un punto de dejarse llevar que muchas veces se pierde, ese disfrutar de lo que te propone el músico más allá de los esquemas cerrados con los que a veces se acude a los conciertos. Cantar las canciones que me sé e irme a casa.
Lo que siento que pasa con Calequi y las Panteras es que la gente sí llega a sus directos con la predisposición de dejarse sorprender y disfrutar más que de cumplir. El boca a boca hace mucho y lo que siempre se ha dicho en torno a ellos es que tienen un directo que puede gustar a cualquiera al que le guste la música, sin más. Quizá por eso el público acude relajado en primer lugar y por eso también repite. Lo he visto desde el principio y no ha cambiado, solo se ha hecho más grande.
A la gente no solo no le importa no saberse cada palabra de cada canción sino que anima las improvisaciones y escucha con entusiasmo los minutos instrumentales y baila sin necesidad de cantar porque así lo siente. No creo que sea fácil encontrar esto hoy en día. Tiene también algo que ver con la magia de las salas, supongo, pero la razón primera, resumiendo esto, es que los directos de Calequi y las Panteras son una fiesta donde lo que importa es pasarlo bien disfrutando de la música.
Se crea así una especie de acuerdo tácito entre músico y público: cantar juntos lo que hay que cantar juntos, dejar los solos para quien los tenga que hacer y sentir la música y nada más cuando toca. Ya desde el principio, ya desde los primeros coros que susurran sé que voy a Marte, se comprende esto. Y así empieza otra noche en el Peor para el Sol.
Lo que suena en esa fiesta
Más razones por las que los directos de Calequi son tan disfrutables. En los últimos años, este músico argentino ha lanzado un buen puñado de canciones que suenan bien grabadas y suenan igual de bien en directo. Mencionaba antes Los Gatos porque es una canción redonda que en vivo se enriquece, por las armonías vocales y por el juego que propone al público, que va entrando poco a poco en una letra que va directa a las entrañas (“amor hay, pero no es para nosotros”) hasta terminar por todo lo alto en una (otra) comunión perfecta entre músicos y público.
Pero hay muchas más. La grasa es el vehículo del sabor, de las primeras en sonar, le mece a uno al compás de las Panteras, tanto como Si me vas a dejar que sea antes de la siesta, la colaboración que tiene con Kevin Johansen. Son diferentes, pero ambas te hacen moverte. En sus brazos el remanso ofrece la intimidad y la calidez antes mencionada, El demonio de labios rojos propone, en cambio, la picardía y la gracia de una cumbia que transforma a placer. Después introduce ITO? preguntando a quién le gusta el trap.
No intentéis encasillar a Calequi dentro de un estilo: no creo que vaya con él y además no tiene sentido hacerlo. Tan pronto es una cosa como otra, porque es todas, porque es un músico. En esta mezcla fantástica se encuentra otra razón que explica lo anterior: que el público se relaje en sus directos y se divierta sin querer otra cosa que lo que se propone desde el escenario.
Las noches en el Peor para el Sol
Cuando uno desciende las escaleras del Peor para el Sol sabe que puede suceder cualquier cosa. Este viernes, lo que pasó es que se escucharon versiones de Bad Bunny (y muy agradecidos todos por ello) y de Prince, a quien Calequi homenajeará en uno de esos 5 martes que tiene por delante en la sala El Sol. Cantó la preciosa Reflection por su cuenta y después invitó al escenario a Alana Sinkëy y Miryam Latrece para que nos hechizasen a todos con How Come U Don’t Call Me Anymore. Aquello fue otra barbaridad.
Y cuando uno ya casi no espera nada, porque nos dicen que se acaba, aparece Xoel López y canta De piedras y arena mojada, un tema que suena casi cada vez de una manera diferente, sin que al público le perturbe no poder seguirla a pies juntillas porque se disfruta y ya está, porque ves a otro músico hacer lo que sabe hacer y es lo único que importa. La noche termina con Adiós, Elisa, la colaboración entre Calequi y Xoel. Todos en pie, coreando free, free y disfrutando de la fiesta final que llega con ese dúo que surgió ahí mismo, en el Peor para el Sol, que es donde, desde hace ya tiempo, surgen y pasan las cosas.
La próxima vez para Calequi será en la Sala Sol, el 21 de marzo. Entonces arrancará ese ciclo de cinco martes repartidos en cinco meses. Cinco propuestas diferentes que siguen una misma premisa, la ya dicha: fiesta musical. Te guste lo que te guste, puedes ir. Te va a gustar.