Crítica de ‘Barbie’, fantástico plástico

Gerwig logra crear un film muy disfrutable pese a que en ocasiones se le escape de las manos.
Imagen de la película Barbie

Por fin ha llegado al cine. Precedida de una turra publicitaria que no se veía desde hacía tiempo, Barbie ha descendido de los olimpos del marketing hasta su destino, las salas de cine. Greta Gerwig dirige y coescribe junto a Noah Baumbach un film condenado a ser adorado y odiado. Diversión a ratos, caos narrativo a otros y reivindicación machacada en todos ellos. Artificialidad que se desliza en cada plano de una película que no deja de tratar sobre un juguete.

Una cinta que busca divertir a su público

Ante y sobre todo, Barbie es una comedia. Lo deja claro calcando a 2001 nada más arrancar. La ironía de Gerwig y Baumbach está presente en toda la película, aunque a veces se pegue de bruces con la repetición del mensaje principal. De eso ya se hablará más adelante. En todo caso, aunque haya gags que no tiren, la mayoría lo hace.

La directora deja una miríada de referencias cinematográficas que van de Matrix a una amplia selección de cine clásico. En lo tocante al humor, se nota por la gran presencia de su vertiente física. La artificialidad de cintas antiguas, necesaria en muchos casos por la falta de medios técnicos, se explota con hilaridad. El color o los decorados, fruto de un soberbio trabajo de diseño, contribuyen al factor cómico y a la creación de mundo ejecutados por Gerwig.

Una huida a lo Brazil por unas oficinas sacadas del PlayTime de Jacques Tati se entremezcla con Ken posando ridículo para una foto. La divertida extrañeza de la pareja protagonista en un mundo recién descubierto nada junto a chistes sobre cúpulas directivas maquinales. Las valencias de Barbie son amplias. Salta de la niña que está en la sala a su madre y luego al grupito de adolescentes que hay al lado. Deslavazado, no logra ser un todo bien empastado pero acaba funcionando.

Un mensaje repetido hasta la saciedad

La caricatura de la película afecta a todos sus elementos. Sin duda habrá quien se ofenda con escenas de representación del machismo por ser exageradas. Por ejemplo, esa en que piropean a la Barbie estereotípica de Margot Robbie. O cuando le dan una palmada en el culo. Quizá les baste con preguntar a una mujer cercana y comenzar a superar su problema. En el todo artificial que compone el trabajo de Gerwig y equipo, se atiza sin ton ni son pero siempre con el rosa como amortiguador.

El patriarcado es la palabra que más se repite en la película. Se hace de forma obvia hasta llegar a lo excesivo. Tanto que parece que, en ocasiones, se trata a la audiencia de tonta. No obstante, entre los públicos objetivos principales de Barbie están las adolescentes. Gerwig parece querer plantearles una aproximación continua a conceptos feministas para los que quizá este grupo no tiene nombres. Quien sí navegue estos términos y conceptos, puede que acabe con algo de cansancio.

Equilibrar este tipo de cuestiones en un blockbuster es complicado. Gerwig y Baumbach no terminan de conseguirlo. A veces hay momentos que logran enlazar comedia y mensaje con brillantez, como cuando Barbie se sorprende al soltar comentarios dignos de una estudiante de estudios de género. O cuando Gloria se harta y suelta una perorata sobre lo mierda que es ser mujer. También cuando un apunte de la narradora señala que Robbie no era la actriz adecuada para decir de sí misma que no es guapa.

Ken el incel

La interpretación global del reparto está a la altura de las expectativas. Margot Robbie brilla. Sus primeros planos admirando lo que sea parecen confirmarse como un éxito total. Junto a ella está el actor que mejor sabe interpretar el ridículo de la actualidad. Efectivamente, ese es Ryan Gosling. Su vis cómica es cada vez más expansiva. Si se disfrutó viéndole gritar en Dos buenos tipos, aquí se hará lo mismo. Su Ken, además, lidera el elenco masculino y de nuevo incide en los adolescentes.

Porque aunque el target principal sea el femenino, el film también les mira a ellos. El Barbiearcado es un patriarcado inverso. En la realidad de las muñecas, los Ken solo tienen la misión de complacerlas. Gerwig muestra aquí que ningún extremo es adecuado. Se trata de un universo de dependencia en el que nadie es libre.

Por eso Ken es tan incel como las hordas de muchachos con avatares de Pepe the frog que habitan 4Chan. Una generación de chavales que sienten que el mundo les debe una mujer que les acompañe. El fenómeno tiene grados, pero deriva de una visión tan deformada del patriarcado como la que concibe el personaje de Gosling. Llegar al mundo real le hace abrir los ojos a un sistema que le beneficia y entonces lidera una revolución. Resulta curioso contemplar este cambio de roles, con un acertado desenlace, que pierde fuerza por la insistencia cansina del guion en explicar y repetir lo que se está viendo.

Un divertimento con indefiniciones

Cuando algo se presenta con tanto bombo publicitario, estar a la altura es complicado. Barbie lo logra a duras penas. En ocasiones roza ser un film fallido. Arrastra problemas como el parón del desenlace. Muy bien darle protagonismo a la creadora del fenómeno, pero podría haberse hecho con más gracia. Narrativamente, la trama de Mattel queda absolutamente diluida, con Will Ferrell muy infrautilizado. Un verdadero agujero en el guion.

Lo compensa la capacidad de divertir y el gran ritmo que imprime Gerwig. El gag de la Barbie depresiva es oro puro. También las escenas musicales, en especial la de Ken. Ahí la escritura se suelta el pelo y deja momentos que casi recuerdan a la violencia mod de The Who, antes de pasarse a Grease. El conjunto está tamizado con elementos de clásicos del género. Asimismo, el Allan de Michael Cera merece un comentario aparte. Es puro fanservice, pero tan bien ejecutado que cualquiera puede entenderlo. No sobra en absoluto.

Indefinida hasta la saciedad, pero divertida, sería una pena olvidarse de que Barbie es una peli hecha sobre todo para pasar un buen rato usando un icono mundial. El gran cine comercial, que cuenta con el estreno paralelo de Oppenheimer, tiene como misión primaria entretener generando espectáculos audiovisuales. Si hay mensaje, bienvenido sea. Buscar en el conjunto una conspiración woke, o todo lo contrario, sería triste. En este caso, mejor evitar la tristeza.

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