‘La casa del dragón’ 1×07: la mesa está preparada de nuevo

En el séptimo episodio del spin off de 'Juego de tronos' queda claro que la guerra está por llegar.
Féretro Laena principal 1x07 fan service

Esta crítica de La casa del dragón 1×07 (Marcaderiva) es como la noche, es oscura y alberga horro… spoilers.

El tiempo vuela o se detiene a placer en la última serie estrella de HBO. Así, si entre el quinto y el sexto episodio pasaron diez años, en este apenas ha corrido el cronómetro. De forma interna, casi toda la acción se condensa en un agitado día. Como si fuera una obra de Moratín, el reloj pasa en un ralentí que se acerca a lo neoclásico, que alude a la teatralidad de la que la rama audiovisual de Canción de hielo y fuego hace gala habitualmente. Todo para ver una nueva disposición argumental, que no resulta nueva, pero que sirve para justificar los odios venideros de forma definitiva. Una transición efectiva en lo narrativo y que sirve para ahondar en el lore de la saga. Eso sí, el problema de las escenas nocturnas demasiado oscuras prosigue en La casa del dragón 1×07, titulado Marcaderiva y dirigido por Miguel Sapochnik.

A nadie le gustan los funerales

Todos tristérrimos. | YouTube GoT

La muerte de Laena es la que pone combustible al séptimo episodio de la primera temporada de La casa del dragón. En su funeral es donde se consolidan las posiciones y destapan las caretas necesarias para justificar ya del todo el futuro conflicto entre Verdes y Negros. Pero no hay que olvidar, como recuerda Jacaerys (Leo Hart), que en paralelo y fuera de escena hay otros ritos de muerte en macha: los de Lyonel y Harwin Strong. Resulta curioso, incluso demasiado sospechoso como hacen notar Alicent (Olivia Cooke) y Cole (Fabien Frankel), que Larys (Matthew Needham) esté aquí en vez de velando a sus familiares.

Vaemond Velaryon (Wil Johnson), hermano de Lord Corlys (Steve Toussaint), es el encargado de oficiar el ritual con el que el cuerpo de Laena es enviado al fondo del mar. Todo ocurre en Marcaderiva y se basa en costumbres importadas de Valyria, cuyo idioma es el que articula la ceremonia. En ella se puede ver que Otto Hightower (Rhys Ifans) vuelve a ser la Mano del Rey. También cómo Daemon (Matt Smith) sufre un ligero ataque de nervios y de ironía cuando Vaemond menciona la pureza de sangre que debe reinar en la familia. Una puya en toda regla, referida a la bastardía de los hijos de la heredera.

Larys en el funeral de Laena
Aunque es raro que Larys esté en este funeral, nadie le pregunta porque pasan de hablar con él. | YouTube GoT

Posteriormente los presentes toman un piscolabis en el que la incomodidad es más que obvia. La lentitud de la ocasión se refuerza en el plano audiovisual, con planos silenciosos y una luz que cada vez se va atenuando más. Realmente parece que el tiempo no pasa, que han transitado las horas. En medio, los niños de Rhaneira y Alicent muestran que se han incorporado a los bandos que les corresponden. Ya no hay complicidad entre Aegon (Ty Tennant) y Jacaerys. Helaena (Evie Allen), pese a estar prometida con su hermano mayor, es la única que parece ir a su bola. Las hijas de Laena por su parte declaran su lealtad a través de un sencillo gesto: Baela (Shani Smethurst) da la mano al primogénito de Rhaenyra (Emma D’Arcy).

Paddy Considine vuelve a ser capaz de contar sin hablar que Viserys sabe que todos sus esfuerzos por unificar a su familia no van a prosperar. Sin embargo, su bien reflejado cansancio y enfermedad le sitúan al borde de la ignominia. Ni siquiera su hermano le acepta la petición de volver a la corte y abandonar Pentos. Se intuye en la actitud y palabras de Daemon que cree que debían haber estado de Desembarco del Rey antes, cuando los mejores maestres podrían haber apoyado a Laena. Ya es tarde, parece que el tiempo del rey ha pasado.

Los lazos cambiantes de La casa del dragón 1×07

Féretro Laena
Casi mejor estar muerta que aguantar las movidas de Poniente. | YouTube GoT

La suerte de Rhaenyra y Daemon contrastan con la de Rhaenys (Eve Best) y Corlys. Los primeros consolidan la unión endogámica más esperada de La casa del dragón mientras que los segundos se alejan notablemente. No en vano, la desgracia puede ser tanto la catarsis que inflame lo positivo como la que de rienda suelta a la amargura.

Corlys y Rhaenys lo están pasando mal

Rhaenys
A Rhaenys le ha tocado sufrir en la vida. | YouTube GoT

La pareja que dirige Marcaderiva no ha dejado de mostrarse como un equipo unido pero la muerte de su hija ha cambiado tal tendencia. Corlys sigue obsesionado con la injusticia que supuso negar la corona a Rhaneys, mientras que ella lo ha superado. Resulta un acierto que verbalice que su derecho al trono es un legado que quiere el señor de los Velaryon. No es la percepción de legado de la reina que nunca fue. Su idea es muy distinta, atada a la sangre. El desprecio por la bastardía de los vástagos de Rhaenyra es obvia y propone nombrar a Baela heredera. Ahora es Corlys quien muestra saber estar: «la historia no recuerda la sangre. Recuerda los nombres». El momento en que le retira la mano que ella le sostiene sirve como contraparte al apretón entre su nieta y Jacaerys.

La visión de legado es uno de los temas que más vertebran esta primera temporada de La casa del dragón, con un gran protagonismo en capítulos como el tercero. Es lo que dirige las acciones de Viserys (Paddy Considine) o de Corlys, el motivo de que personajes aparentemente honorables tomen decisiones terribles. Es esa vida de la fama de la que habló Jorge Manrique en Coplas a la muerte de su padre. La que otorga el recuerdo, la más fácil de controlar tras la muerte. Daemon, Alicent o Rhaenyra se centran en la terrenal, en los placeres, en el poder, en estar a gusto. De la eterna de momento no hay visos, pero llegarán.

La consumación más esperada

Precisamente la heredera y el hermano del rey son la otra pareja protagónica de este séptimo episodio de La casa del dragón. Por fin consuman una relación en la que había mucha tensión sexual desde el primer capítulo. Lo hacen tras un paseo por las playas de Marcaderiva en el que Rhaenyra puede expresar sus frustraciones, principalmente matrimoniales. El guion le permite justificar la ilegitimidad de sus hijos, enfatizando en generar empatía con la muchacha. Ya se tratará esto más adelante, pero este camino está generando una clara tendencia sobre quiénes son los «buenos» y los «malos» en todo esto.

El nuevo dueño de Vhagar y el orgullo más destructivo

Robo de Vhagar
«Tío, que me cholan el dragón». | YouTube GoT

Sin embargo, pese al interés que todo lo anterior supone en la creación de personajes, la acción viene de la mano de Aemond (Leo Ashton). Siguiendo los lamentos de Vhagar, ahora sin dueña, el joven se acerca a la bestia y logra domarla. La secuencia en que lo hace es una delicia para los fans, solo rota por la oscuridad excesiva, que complica percibir los detalles. El trauma que tiene el príncipe por no poseer un dragón le lleva a una actitud casi suicida que le sale bien. Se podría decir que en estos minutos, todos querríamos ser él. La sensación de triunfo se refleja a la perfección con los planos aéreos, mientras que el poder de la bestia resalta en la comparación de tamaño entre ella y el crío.

Sin embargo, esta alegría decae casi al instante. Aemond tiene mucho rencor dentro de su pequeño cuerpo. El odio a Jacaerys por la broma del cerdo es profundo y domar a Vhagar es una venganza hacia todos. Asimismo, sirve para situar a Baela definitivamente en el bando de los Negros, pese a las asperezas que con ellos pueda tener su abuela. La niña considera que el hijo del rey y Alicent ha robado el dragón de Laena, de su madre. Junto a su hermana pequeña y los vástagos de Rhaenyra comienzan una disputa que acaba con Aemond perdiendo un ojo a manos de Lucerys (Harvey Sadler), tras lanzar acusaciones de bastardía.

Una reunión familiar pero que un funeral

equipo de los Negros
Aquí está el equipo de los Negros. | YouTube GoT

Como es de esperar, se genera un rápido concilio en el que Rhaenyra y Alicent se enfrentan. Ambas conocen las versiones de sus hijos, alguien se las ha debido contar por el pasillo mientras iban al desagradable encuentro familiar.

A pesar de que Viserys logra tomar el control y hacer ver que sigue siendo el rey de Poniente, su interrogatorio sobre quién le dijo a Aemond que los hijos de Rhnaeyra eran ilegítimos acaba generando un momento de odio masivo. El chaval acusa a su hermano Aegon, al que se muestra como un vicioso durante todo el episodio. Este reconoce que todo el mundo lo dice y lleva al monarca a tomar decisiones. Por un lado, no habrá consecuencias para el ataque de Lucerys, por otro cualquiera que insinúe que sus nietos son bastardos verá su lengua cortada.

Alicent, cuyo personaje tiende peligrosamente a la caricatura, no se muestra conforme. Exige que a Lucerys se le corte un ojo y desafía abiertamente a su marido cuando pide a ser Criston Cole que le haga caso a ella y no a su señor supremo. Un evento que demuestra que su poder tiene un límite y que sirve para dejar claro que mientras Viserys viva no va a haber guerra abierta entre Negros y Verdes. Al final, su tiempo no estaba tan pasado y sigue haciendo valer su autoridad.

Pero la reina, no conforme, decide quitarle la daga de Aegon el conquistador a Viserys y sajarle el ojo ella misma a Lucerys. Un arrebato de locura que la deja como una loca y a su rival como un ser de luz. Cuestionable eliminar esos grises, más todavía con el refuerzo a esta tendencia en la trama de Laenor (John Macmillan). Sea como fuere, la heredera escucha de su antigua amiga el porqué de su amargura: ha sacrificado toda su libertad por cumplir su papel como es debido mientras que Rhaenyra no ha sacrificado apenas nada. Desde el cuarto episodio se nota tal rencor. Esta, por su parte, le suelta que ha mostrado al mundo su verdadera cara. La tensión se acaba cortando, literalmente, cuando la regente le da un tajo a la hija de Viserys. Los consecuentes planos muestran a los bandos plenamente formados. El cierre, no obstante, lo ejecuta Aemond, el más maduro de los niños, al declarar que gustoso da su globo ocular a cambio de Vhagar, uno de los dragones que participó en la conquista de Aegon.

Laenor y el maniqueísmo

Rhaenyra buena
A Rhaenyra la están haciendo demasiado adalid de lo bueno. | YouTube GoT

El camino de Laenor en la corte llega a su fin en este episodio. Lo hace de una forma que refuerza sobremanera la «bondad» de Rhaenyra. Porque a través de varios diálogos se muestra cómo la heredera aprecia a su marido, pero también cómo este no ha estado a la altura. Él mismo lo reconoce, asegurando que la «diversión» se acabo porque esta no puede convivir con el deber.

La solución es un truco que vale a todos. Rhaenyra pide matrimonio a Daemon, quizá demasiado pronto aunque sin sorprender a nadie. Para ello, claro está, debe morir Laenor. Ambos urden un plan digno de Lord Larys Strong para eliminarle. El encargado será Qarl (Arty Froushan), el amante del Velaryon. Ambos saben que tanto enemigos como aliados van a pensar que fue la heredera quien orquestó el deceso forzado de su esposo, generando un miedo que les será útil para gobernar. Con un ágil montaje se puede ver como todo sale a pedir de Millhouse.

Por suerte o por desgracia, el giro de la trama viene con el último plano de este episodio de La casa del dragón. Resulta que Laenor está vivo y huye con su amante a las ciudades libres. Todo ahonda exageradamente en la «no maldad» de los Negros. Claro que todo puede cambiar en unos instantes más adelante, pero en un visionado en directo resulta casi exagerado. Especialmente cuando Rhaneyra duda de que Alicent ordenara la muerte de los Strong. Cuando Otto recompensa a su hija por mostrar su agresividad, su ambición, mientras esta se muestra arrepentida aunque solo sea por el daño que la escenita del cuchillo haya podido causar a su imagen.

Solo falta que se muera Viserys

Alicent en un barco sabiendo que es malísima
Alicent en un barco sabiendo que es malísima. | YouTube GoT

Con Alicent y los suyos como malos malísimos, pese a que esta pida a Larys que no se extralimite en sus interpretaciones de sus deseos, y Rhaneyra con un aura de santona, solo resta que el rey perezca para que la guerra se declare. Un conflicto que no será inmediato, pero si inevitable una vez desaparezca el monarca. La heredera y Daemon ya están casados, a través de un sangriento rito que se agradece ver en pantalla, por lo que se esperan nuevos hijos, esta vez más rubitos. Su enemiga lo que tiene es el dragón más poderoso de Poniente. Ambas posiciones son fuertes, pero cuando las temporadas pasen solo puede quedar una. De momento, toca esperar un nuevo funeral.

Puedes ver La casa del dragón en HBO Max

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