Los juegos del hambre: Balada de pájaros cantores y serpientes ha llegado a los cines de todo el mundo como la esperada precuela de una de las sagas juveniles más importantes del siglo. Adaptando la última novela de la saga escrita por Suzanne Collins, la escritora nos lleva de viaje al pasado para añadir más contexto a esa infame competición, a su máximo benefactor y al pueblo que sufría ese castigo. De nuevo dirigida por Francis Lawrence, con un guion de Michael Arndt y Michael Lesslie, Balada de pájaros cantores y serpientes es una buena película, a pesar de las voces detractoras que ya cargaron en su día contra las cuatro obras iniciales, que cumplían con su propósito como cumple Balada. Su propósito: entretenimiento, conciencia y pasión. Está crítica de Balada de pájaros cantores y serpientes va para quien lo buscaba volver a tenerlo todo, porque lo hemos tenido.
Espacio seguro: esta crítica de Balada de pájaros cantores y serpientes es para un fan (o para uno potencial)
Historia y sinopsis de Balada de pájaros cantores y serpientes
Balada de pájaros cantores y serpientes no es sólo para un fan de la saga. De hecho, un espectador que tenga un desconocimiento total de la obra de Suzanne Collins puede empezar a engancharse a la misma por aquí, porque es una película absolutamente independiente de Los Juegos del Hambre. Claro que se disfrutará mucho más si eres conocedor de lo anterior, que en realidad es lo posterior, pero no es imprescindible. Lo que sí tienes que ser es fan de este género distópico juvenil o, por lo menos, estar abierto al mismo. Como mínimo, desde luego, no estar cerrado, de cuya actitud han surgido muchas de las voces que han tirado por tierra el valor de esta película desde que comenzaron sus proyecciones.
La historia se centra en la juventud de Coriolanus Snow, que pasó de ser una gran promesa de la Academia del Capitolio a convertirse, décadas después, en el tirano presidente de Panem, cuya presencia y acciones sufrimos en Los Juegos del Hambre. Balada de pájaros cantores y serpientes quiere explicar este ascenso, esta evolución de un personaje que mató a su antiguo yo al convertirse en el mentor de Lucy Gray, la joven del distrito 12 que sale elegida para participar en una temprana versión de Los Juegos del Hambre.
Un poco de justicia para una buena película
Balada de pájaros cantores y serpientes es una buena película. Tiene una duración de 157 minutos, es decir, más de dos horas y media, pero si estás dentro entonces no notarás el paso del tiempo, al contrario. No había, no, ninguna necesidad de dividirla en dos partes, como ocurrió con Sinsajo, de la que Francis Lawrence ya ha dicho en más de una ocasión que no es que fuera un error pero tampoco el mayor de los aciertos. No podemos llevar todos estos años criticando esa tendencia de la década pasada de hacer dos productos de uno solo para ahora pedir que vuelvan a ello (lo que solo acarrearía más críticas porque es la auténtica tendencia cuando se trata de esta saga: criticar desde un espacio equivocado).
Volviendo a Balada, que Francis Lawrence vuelva a estar tras las cámaras se nota y se agradece, porque sin llegar a replicar las fórmulas empleadas en Los Juegos del Hambre, con la que no tiene demasiado que ver en cuanto a estructura y montaje, sí conserva ese tono entre lo oscuro y lo pasional que caracteriza, al final, toda la saga. La historia, que como la de sus predecesoras vuelve a ser una buena historia, está bien planteada y desarrollada. Se hubieran agradecido más detalles, en la relación personal entre los dos protagonistas y en el propio personaje de Coriolanus Snow, pero era imposible encajarlos en el tiempo. Así que, con todo, está bien planteada, desarrollada y también sentenciada. Al fin y al cabo, el objetivo narrativo principal de Balada de pájaros cantores y serpientes era contar al espectador cómo llegó Snow a ser Snow. Y eso nos ha quedado claro.
Tom Blyth, el encargado de dar vida a Coriolanus Snow, no fue especialmente bien recibido entre los fans cuando se anunció su elección, pero lo que hace en Balada de pájaros cantores y serpientes es darnos una lección a todos: no juzgar antes de conocer. Blyth le concede al personaje lo que el personaje necesita: el atractivo y el carisma para conquistarnos, la ira, la determinación y la falta de escrúpulos en sus palabras, sus silencios y hasta en sus posturas corporales para recordarnos a todos que estamos ante quién estamos. Rachel Zeger, Lucy Gray en Balada, puede tener más dificultades a la hora de hacerse con el personaje, pero es cierto que en cierto modo era más difícil. Tenía que ser lo opuesto a Snow: frente a la contención, el arrebato. Frente al silencio, el canto. Frente a Snow, otra rebelde. En ocasiones es difícil no cruzar la línea de lo forzado, pero se desenvuelve tan bien en otras oportunidades que puede gustar de igual modo.
Se agradece tener de secundarios a Viola Davis y Peter Dinklage pero, en fin, no importan tanto. Importan los protagonistas y también importa Sejanus Plinth (Josh Andrés Rivera), que termina de conformar el triángulo (no romántico) de esta historia: así tenemos a quien está por encima de los distritos, Snow, a quien pertenece a los distritos, Lucy, y a quien se encuentra atrapado a medio camino, no pudiendo ser ni una cosa ni la otra, Sejanus. Los tres personajes tienen, como la película en general, un buen planteamiento, un buen desarrollo y un final acorde a lo que se desprende de lo anterior.
Así que es una satisfacción concluir que Balada de pájaros cantores y serpientes vuelve a dar al público destinado a disfrutar de esta película todo lo que puede desear. Una buena historia, personajes chulos, un poquito de conciencia entre lo oscuro y la pasión, una narración entretenida y mucho contenido para seguir perdidos en Panem al menos durante unas cuantas semanas, que ya es más de lo que se puede decir de la mayoría de películas que se estrenan hoy en día.