El éxito puede ser algo irónico, especialmente en la industria del entretenimiento. Es el caso de la serie estrella de Star Wars. The Mandalorian en su temporada 3 ha mostrado una clara desconexión entre creadores y buena parte de su público. Tambaleante y con una narrativa centrada más en la Nueva República que en un padre asesino y su hijo supermono, no ha parado de generar dudas. Con todo, ha ido de menos a más en una historia que deja todo en un lugar perfecto para volver al principio.

Las dos visiones de la serie, enfrentadas
Si hubo un momento que definió a la tercera temporada de The Mandalorian fue el estreno de su tercer episodio. De gran longitud, se centró en contar la historia del doctor Pershing, científico imperial, tras entregarse a la Nueva República. Dejó abundantes detalles del efímero gobierno, llenó huecos del porqué de su rápida caída y el ascenso de la Primera Orden. Sin embargo, Mando (Pedro Pascal) y Grogu solo aparecieron fugazmente.
La ola de indignación de buena parte del público fue tremenda. The Mandalorian fue un pelotazo inesperado en el universo Star Wars. Una serie apañada y sin metahistoria que funcionaba como las novelillas del oeste que se leían a mediados de siglo. A la audiencia general le gustó este western crepuscular disfrazado. Con Pedro Pascal como una suerte de Clint Eastwood y Baby Yoda como marioneta mona, graciosa, el éxito fue abrumador. Por eso, cuando Filoni y Favreau se han puesto a contarles cuestiones de la saga y no narraciones sencillas, se han llegado a sentir hasta atacados.

Filoni es muy de meter historias externas a los personajes de sus series. En esta ocasión, el asunto le ha estallado en la cara. Ni el ni su equipo han anticipado que hay fans de Grogu y Mando que no lo son de Star Wars. Contentando a estos últimos, que han obtenido un contexto vital para que la saga se mantenga coherente tras el fiasco de la trilogía secuela, ha soliviantado a los primeros. A pesar de lo hiperventilado de algunas quejas, especialmente en la parte del público que parece pensar que escriben para ellos las ficciones, se entiende el desconcierto.
Una narrativa entrecortada
En lo narrativo, esta tercera temporada ha estado marcada por el aumento del tono dramático. Se ha optado por una trama épica para vertebrarla y el resultado ha sido mejorable. Esta gran historia no fue otra que la reconquista de Mandalore. El planeta perdido de los mandalorianos no estaba tan maldito como proclamó el imperio tras masacrarlo con bombardeos en la Gran purga.
La serie siempre destacó cuando su tono era ligero. Al fin y al cabo, uno de los grandes éxitos de The Mandalorian fue saber hacer grande a un Grogu que siempre se ha limitado a balbucear, hacer monerías y servir de contraplano gracioso a líneas de Mando. Aumentar la carga de drama alejó a estas dinámicas del guion. En definitiva, priva a la producción de uno de sus elementos más reconocibles.

Asimismo, el estilo ecléctico de Filoni, que parece que ha prevalecido sobre Favreau, ha llevado a un ritmo global entrecortado. El primer problema fue situar el reencuentro de Grogu y Mando en El libro de Bobba Fett. Hubiese sido un inicio de temporada mucho más poderoso que el flojísimo primer episodio. En medio, han quedado episodios como el tercero, ajeno a toda metatrama, y como el sexto. Este, pese a ser un divertimento notable con sus cameos, aligeraba tanto el tono que generaba una disonancia.
No obstante, la primera llegada a Mandalore, la batalla por Nevarro o los episodios séptimo y octavo son ejemplos de lo bueno que ha traído la temporada. Las escenas de acción y bélicas han mejorado con respecto a temporadas anteriores. Espectaculares y abundantes, llegan a su punto álgido en el mencionado season finale.
¿Quién es el protagonista de The Mandalorian?
Una de las consecuencias de poner el foco en la reconquista de Mandalore es que el protagonista ha dejado de ser Din Djarin. En su lugar, la beneficiada ha sido Bo-Katan (Katee Sackhoff). La última mand’alor conocida se ha erigido en personaje principal. Mando, que no es sino un niño de la guerra metido en una secta, nunca fue un candidato real para dirigir la campaña. Es un soldado, un mandado, como mucho alguien a quien hacer un encargo. Necesita a un jefe que le diga lo que hacer porque no sabe pensar por sí mismo.
La poderosa guerrera ha vivido un arco de redención completo. Deprimida al inicio, manipulada en el medio, ha logrado encontrar fuerzas en el season finale gracias en buena medida a su amigo Din Djarin. Lo negativo es que este viraje ahonda en las cuestiones mencionadas antes. Los seguidores de Star Wars pueden haber disfrutado de ver al personaje de Clone Wars regresar por todo lo alto. No quienes son fans solamente de The Mandalorian.

Moff Gideon (Giancarlo Esposito) ha repetido las cadencias ya conocidas en él. Oculto, acaba apareciendo para perder. Es un villano clásico, acorde al universo de la ficción, que comete despistes imperdonables y al que le encanta dar discursos a sus víctimas. En ocasiones, de malo, tonto, como demuestra en el final de temporada.
Alrededor, el piloto de la nueva alianza Carson Teva (Paul Sun-Hyung Lee), la manipulativa Armera (Emily Swallow), el veterano Greef Karga (Carl Weathers) o la timadora de Peli Motto siguen siendo personajes apreciables. Reconocibles y asentados en el lore de la serie, contrarrestan la ausencia por polémicas políticas de la Cara Dune de Gina Carano.
El final de ‘The Mandalorian’ temporada 3 permite el reset
El final de la tercera temporada de The Mandalorian es el mayor motivo para alegrarse que tienen los fans decepcionados de la serie. Mandalore está conquistada, el mythosaurio durmiendo en el lago místico y la forja encendida. Sectarios del Credo, leales a Bo-Katan y supervivientes del planeta mantienen por el momento la paz. Nevarro está a salvo y hasta tiene nuevo marshal. Es decir, todo lo dramático acaba resuelto.
Es muy probable que haya clones de Moff Gideon sueltos por la galaxia, sino villanos peores. Está claro que la Nueva República es débil y va a caer frente a la Primera Orden. Pero Mando y Grogu acaban teniendo una casita de western tradicional. Descansando, padre e hijo tanto de facto como de iure. El desenlace es feliz y ofrece al guerrero una salida a una vida más sencilla. Es decir, a volver al relato simple que tanto ha reclamado el fan generalista.

Que la cuarta temporada de The Mandalorian vuelva a la esencia básica de la serie es algo que solo el futuro responderá. De momento, las bases están asentadas para que esto ocurra. Grogu es un aprendiz mandaloriano y su padre adoptivo oficial debe enseñarle a ser un buen sectario. La mejor forma es vivir aventuras y explicarle cuestiones de navegación como hiciera en varios capítulos de esta tercera remesa de episodios. Una que ha contado con momentos brillantes como sus dos capítulos finales, pero que ha dudado en a quién dirigirse, error funesto para cualquier ficción.