Crítica de ‘Unicorn: Warriors eternal’ temporada 1, otra virtuosidad de Tartakovsky

Una animación adulta que tira de fantasía épica y steampunk.
Fotograma de Unicorn Warriors eternal temporada 1

Años y años le ha costado a Genndy Tartakovsky poder llegar a realizar Unicorn: Warriors eternal. Un coste que le ha permitido pulir al máximo lo que quería llevar a pantalla. El resultado es una serie de ritmo rápido y con un estilo de animación muy cambiado respecto a El laboratorio de Dexter o Samurai Jack. A ratos atropellada, la ficción es visualmente apabullante y recorre con personalidad propia el tópico del «elegido».

Fleischer y Tezuka como inspiración principal

Max Fleischer fue el creador de Betty Boop, mientras que Osaru Tezuka trajo al mundo mangas como Astroboy. Aunque no suenen los nombres de los artistas, sus obras son clásicos totalmente reconocibles. El aspecto de Unicorn: Warriors eternal es una mezcla total de ambos. La influencia se ve en los ojos, en las expresiones de los personajes, en los movimientos y en los movimientos de cámara.

Tartakovsky aporta su veteranía para que el homenaje no se convierta en un cascarón vacío. Añade así un entorno steampunk en el Londres victoriano. La mezcla de épocas y elementos fantásticos con tecnológicos es algo que ya se vio en Samurai Jack o Primal. No en vano, la fantasía y la ciencia ficción son muchas veces dos caras de la misma moneda. Copérnico, robot encargado de permitir que los guerreros eternos se reencarnen, es la personalización mecanizada de esto.

Una historia sobre elegidos que no eligen serlo

Resumiendo y sin hacer spoiler, la serie presenta una lucha de siglos entre las fuerzas del Bien y el Mal. Los primeros están representados en los guerreros eternos. Son tres combatientes: la hechicera Melinda, el príncipe elfo Edred y el vidente Sheng. Del otro lado está una entidad maligna de alcance cósmico, enlazada a una zorra antropomorfa.

A los luchadores del lado bueno se les conoce al inicio de la serie, en sus formas originales y en el antiguo Egipto. Sin embargo, para continuar su misión recurren al mago Merlín y a un robot llamado Copérnico, que retrotrae al R2-D2 de Star Wars por su forma de expresarse. El droide a vapor es capaz de guardar las almas de los guerreros eternos e introducirlas en nuevos huéspedes cuando es necesario.

Así se llega al Londres steampunk del XIX donde sucede la acción. Emma, una jovencita que se está casando con Winston, es poseída en plena ceremonia por Melinda. La unión es imperfecta y sus espíritus lucharán por el control. El camino de amistad que sufren es peculiar, ya que se da en sus propias mentes. Ellas representan la doble vertiente de la heroína elegida: está la que busca esa gloria y a la que le cae un muerto del que pasa.

Sheng encuentra sede en el cuerpo del huérfano Alfie. Ambos congenian de maravilla, atrapados en una esfera entre presente, pasado y futuro. Edred por su parte toma el control total de su huésped, el mago callejero Dimitri Dynamo. Merlín es otra figura de gran importancia, ya que es el líder inmortal del grupo, el guía que sabe lo que ocurre aunque se guarde la información para él.

Acciñon y emoción

Unicorn: Warriors eternal tiene un planteamiento, el juntar a un grupo glorioso, que apunta a la fantasía épica y los juegos de rol. Ahí, puede recordar a La leyenda de Vox Machina. Sin embargo, el encaramiento de Tartakovsky es mucho más ingenuo, a veces rozando lo ñoño. No hay sexo, el amor es casto y hasta la desnudez azora a los personajes.

El creador quería ahondar en las motivaciones de sus personajes y lo hace. Sin embargo, en ocasiones pierde el ritmo. O se pasa de frenada o se queda atrás. A lo largo de los episodios, o en uno solamente, ocurren multitud de cuestiones que se lanzan a quemarropa. Esto lleva a momentos de caos o en que, si no se presta una atención total, hace falta dar hacia atrás.

Un pequeño pecado que se compensa con la magnífica capacidad de desarrollar escenas de acción que tienen Tratakovsky y equipo. El estilo es distinto a Primal o Samurai Jack, en ocasiones mucho más místico y menos brutal. Con todo, se reconoce la mano del autor sobradamente. Los rivales son variados y divertidos. Enemigos originales que dan lugar a peleas de alta velocidad.

Una presentación de un universo con futuro

Decir que la serie, de Adult Swim y lanzada en España por HBO Max, está por encima de la media parece algo obligado por el cariz de culto que posee Tartakovsky. Sin embargo, lo es más allá de todo postureo crítico. Sus fallos existen y vienen precisamente de que el creador es un especialista en que sus personajes y tramas se desarrollen casi sin palabras. En la primera temporada de Unicorn: Warriors eternal rompe esto. Diálogo hay, mucho, y a veces el todo se atasca.

Pese a ello, el conjunto logra ese toque emocional que busca sin renunciar a la acción que tan bien se le da al estadounidense nacido en la URSS. A partir de su quinto episodio se dispara y logra una alta velocidad de crucero. El final de temporada deja claro que hay material para más. Los fans del director estarán deseando que así sea.

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