Alzarse sin contar con demasiada promoción no es raro en el mundo de las series, aunque no hay muchas afortunadas. Uno de los últimos ejemplos es From, que en su temporada 2 mantiene el pulso que ya lanzó en la primera. La ficción de Epix, ahora MGM+, plantea un juego que ya se ha visto muchas veces. Perdidos, Twin Peaks o Kingdom plantean muchos misterios y el asunto funciona mientras las respuestas brillan por su ausencia. Un hechizo que no rompe en su segunda tanda de episodios la producción que protagoniza esta crítica.
Las respuestas a la gallega de la segunda temporada de From
Siempre comparada con Lost, en la que participó el actor protagonista Harold Perrineau y de la que heredó también a los productores Jack Bender y Jeff Pinkner, los parecidos razonables de esta y From siguen en la temporada 2. Más allá de los evidentes, como situar la acción en entornos esotéricamente aislados, esta resalta en lo narrativo. La fuerza de la historia de la serie de MGM+ bebe de la frustración.
Buena parte de la audiencia en la era del streaming está acostumbrada a los maratones y las respuestas rápidas. Les ocurre lo mismo que a tantos peregrinos del Camino de Santiago en una aldea gallega. Al preguntar al paisano o la señora de turno cuánto queda, lo más probable es recibir algo como un «poco» o «mucho». Si se insiste, puede lograrse un «muy poco» o «mucho… mucho». La certeza es mínima. Si había alguna previa, se desvanece. Eso es lo que hacía Lost antes de liarse y es lo que hace ahora From.
Esto supone una bendición y un problema al tiempo. Mientras el público no se canse, hay perdiz que marear de sobra. Si la lección está aprendida, tiene que haber un final ya escrito y ninguna intención de alargar. Eso es, en todo caso, un problema de la From del futuro. La del presente maneja a la perfección esta falta de respuestas, este generar misterio gratuito. La expectación crece con los nuevos habitantes salidos de un bus, con los fantasmagóricos niños diciendo “anghkooey» y con las cajas de música asesinas.
Tirando de lo meta
En su denso y lento caminar, que da pie a multitud de diálogos y placenteros desarrollos de personaje, ya se hablará de esto, From ha sabido apelar a lo más divertido que tiene una serie de su tipo: las teorías. Los diferentes habitantes de «Fromville» tienen diferentes interacciones con el bosque y sus pesadillas. Por tanto, cada uno elige una alternativa distinta que creer sobre la bizarrada que están viviendo.
Como si fueran espectadores, los personajes elaboran sus teorías e intentan comprobarlas. El recién llegado Randall (A.J. Simmons) se pone conspiranoico junto a Jim (Eion Bailey), que tras escuchar una voz en la radio se une a la idea de que todo es un experimento tipo reality. Perrineau opta por tirar hacia adelante con los gusanos que contrae de un vejestorio encadenado y apoya la línea fan que piensa que Sara (Avery Konrad) es la clave para escapar.
La tormenta de ideas que es Jade (David Alpay) sigue la teoría de que Viktor (Scott McCord) y el símbolo que se repite en el bosque o Fromville es el punto de unión que les permitirá desvelar el misterio. En paralelo está Tabitha (Catalina Sandino Moreno) y su relación con los niños del «anghkooey» y el chaval de blanco. A raíz del season finale, su acercamiento a través de la figura de los infantes y el faro parece ser el más prometedor. El juego de los guionistas con su audiencia también incluye a quienes en lugar de centrarse en escapar o el conocimiento lo hacen en sobrevivir y las dinámicas del pueblo. Ahí están las posiciones de Kenny (Ricky He), Ellis (Corteon Moore) o Donna (Elizabeth Saunders)-
Un reparto coral que sigue brillando entre el terror
Pero si From logra aguantar el tirón no es solo por lanzar misterios sin parar o por mostrar teorías de todo tipo. En el durante se pueden descubrir personajes complejos, cuyas interacciones llaman la atención. El matrimonio Mathews es un motor de la acción tanto como el sheriff Boyd de Perrineau. Kenny y la doctora Kristi (Chloe Van Landschoot) deben lidiar no solo con un posible romance fracasado, sino con la reaparición de una Sara que les destrozó sus vidas pero puede ser la llave a escapar de Fromville.
Jade, Viktor y los hermanos Mathews tienen momentos divertidos y aventureros. Sus idas y venidas incluyen a la madre de Julie (Hannah Cheramy) y Ethan (Simon Webster), Tabitha. El pragmatismo de la pareja Ellis/Fatima (Pegah Ghafoori), que representan ese «la vida sigue», supone un contrapunto sin conflicto a la perspectiva de quienes quieren huir. Otro punto sobresaliente es el duelo entre Donna y Randall. El guion maneja con solvencia un polvorín siempre a una chispita de estallar.
A todos ellos les afecta el factor terror de From, que en la segunda temporada se expande. Ya no solo hay una suerte de vampiros sonrientes. Los apocados destripadores enviados por el bosque cada noche muestran vulnerabilidad, pero también un sadismo renovado. Lo que hacen con una barra de metal y Kelly (Phoebe Rex) resulta escalofriante a pesar de no ver un abdomen abierto.
El factor psicológico, de fondo en la entrega inicial, se hace explícito con la caja de música. Asociada a una nana inventada para la serie, hace que cunda el pánico cada vez que suena la melodía y la bailarina comienza a dar vueltas. Además se desatan ataques que afectan a quienes duermen, al estilo Freddie Krueger pero con bichos. Por último, el manejo de la tensión durante la autopsia que realizan Boyd, Kristi y Kenny a una criatura a la que han logrado matar es sobresaliente.
From sabe lo que hace en su temporada 2
En definitiva, From ha logrado en su temporada sophomore consolidarse como un referente del terror televisivo. Su paso por HBO Max en España ha ido llamando la atención más y más con el pasar de los episodios. La tensión de fondo está presente dentro y fuera de la pantalla. En «Fromville», porque sus personajes están en el limite. En la audiencia, porque hay nervios sobre si las respuestas que dará la ficción serán satisfactorias.
De momento toca quedarse con una temporada 2 sobresaliente. Con su atractiva intro y el Que sera, sera de los Pixies, ha apelado a esa parte del público a la que le gusta teorizar. Esa gente que en el cole prefería tomarse medio bocadillo en el recreo y otro medio al salir en lugar de meterse un atracón. La paciencia es necesaria para la serie. Porque frustra adrede y bien que nos gusta que lo haga.