Ha tardado en ponerse grandilocuente la segunda temporada de la serie creada por Goyer y Friedman. Sin embargo, Fundación 2×08 ha logrado hacerlo sin las rémoras de la remesa de episodios original. Controlando los tiempos, el octavo capítulo ha llegado como un clímax antes del clímax que abre las puertas a un desenlace a la altura de la mística de la obra de Asimov en que se basa esta ficción. La última emperatriz, bajo la dirección de Roxann Dawson, muestra tanto como sugiere y eso habla bien del estado actual de la producción de Apple TV+.

Cosas de mentálicos
Tellem () sigue abriendo debates entre los fans de la serie y de Asimov. Al no ser la serie tanto una adaptación como una obra inspirada en las novelas, la capacidad de sorprender y teorizar se abre a toda la audiencia, conociera o no las Fundaciones antes de ponerse delante de la televisión. El asunto es que durante el octavo episodio las puertas por las que podría pasar el personaje se multiplican.
Su plan, anticipado de manera demasiado obvia, no causa excesiva sorpresa al revelarse. Se trata de una poderosa mentálica que lleva siglos, si no más tiempo, saltando de cuerpos para evitar la muerte. El poder de estos mutantes alcanza cotas masivas en la serie. En todo caso, es Salvor () la que logra elaborar un plan de rescate para su madre y no al revés. Porque, como era evidente, no estaba muerta.
Gaal () sí es extraordinaria, pero no es de momento rival para Tellem (erramos en los pronósticos de anteriores críticas). Fue capaz de sentir la muerte de Hari (), de ahí que no pudieran asesinar a Hardin. Pero, de tener un plan, este ha quedado sometido por el asalto preventivo de la secta de Ignis. Atada cual personaje femenino de Indiana Jones, está a la espera de que la líder local viole su cuerpo y lo posea.
Respecto a las teorías a las que nos referíamos, la favorita es que Tellem podría ser el Mulo. Fracasaría al tomar a Gaal pero saltaría a otro huésped, el favorito es el crío que salva a Hardin, y tramaría su venganza. Esto dotaría al mítico personaje de un aura más amenazante y ancestral, pero eliminaría su factor principal: el ser una casualidad terrible. Otra alternativa que se comenta es que la mentálica su consciencia sea absorbida por uno de sus acólitos, que desarrollaría un poder inmenso y se convertiría en el Mulo. Por aquí seguimos creyendo que esta suerte de vampiro mental morirá esta temporada y servirá como anticipo de lo que es capaz una mutante como ella.

La conexión Hardin
Además de lo anterior, el octavo episodio de la segunda temporada ha servido para conectar el arco de Ignis y el de Terminus. El guion hace esto usando a Salvor. El Primer Radiante estaba, como todos vimos, en la mesa de la nave y la exguardiana lo tenía. En una revelación un tanto exagerada, aunque fácil de seguir, usa la capacidad de entrelazamiento cuántico del aparato para pedir ayuda al Hari de la bóveda.
Con ello, interfiere en el desconocimiento que este debía tener sobre la Segunda Fundación y las acciones del Hari de la daga. Además, se explica con elegancia cómo llegó a conocer el nombre de Mallow. De cara al futuro, también se pone un punto a la futura obsesión de la Primera Fundación con su hermana. El propio Seldon reconoce que ellos son el grupo de control, no el director.
Asimismo, cabe destacar los momentos de casi comedia que deja el encuentro entre este Hari y Salvor. El proceso mental de Seldon, repleto de tacos, cuando descubre que es una suerte de clon secundario refleja perfectamente el humor, sucinto, que la serie ha sabido incorporar especialmente en su segunda temporada.
Mallow al rescate
No es raro que en muchas obras de ciencia ficción clásica los medios de comunicación pasen, cuanto menos, desapercibidos. Es lógico, ya que pertenecen a una era preInternet, pero sorprende lo poco que se muestra el poder mediático de forma directa en, por ejemplo, las novelas de Fundación. No es que no existan, pero se dan por hecho. Por ello es de agradecer cómo Imperio (Lee Pace) usa, cuando necesita, el equivalente a la televisión para mandar mensajes a toda la galaxia. La ejecución de Constant () y Poly () es uno de esos momentos de necesidad comunicativa.
En la segunda temporada el guion ha jugado a mostrar continuos paralelismos con la primera. Ahora, a diferencia de la masacre de los diplomáticos de Anacreonte y Thespis, los emisarios de la Fundación salen airosos gracias a Mallow (). El comerciante da un salto al cadalso que supone una puñalada al corazón imperial. De transmitir terror, se pasa a mostrar debilidad. Día acaba herido por Beky, que conoce su final en una escena repleta de caos en la que Poly se queda atrás para que Constant y Hober escapen.
Tras la acción llegan momentos de calma para la pareja. Huir de Trantor es fácil, pero en Terminus se encuentran con el bloqueo imperial. Satisfechas las necesidades sexuales de Constant, el guion da un último giro para los personajes. Bel Riose () da con ellos gracias a los implantes de Mallow, en teoría dispuestos por los espaciales. Sin embargo, su lealtad está en vilo y, tras evolucionar desde su violenta puesta en escena. es muy probable que el general no juegue a favor del Imperio. De hecho, tanto él como su marido han visto el rescate de Hober como una demostración de que Día no es intocable.

Una corte con muchos puñales escondidos
La hermandad de los clones lleva toda la segunda temporada en entredicho debido a la decisión de Día de casarse con Sareth () e interrumpir la dinastía genética. Descenso () y Despunte () han ido viéndose más como individuos cada episodio. Es en este cuando parece que ambos alcanzan una necesaria epifanía.
El anciano lo hace de la mano de Rue (), que le desvela que su estado posee los medios para devolver la memoria arrebatada a las concubinas, y al parecer también a los clones. Unidos descubren, de paso explicando las guerras robot, una suerte de mazmorra en la que les recibe un holograma de Cleon I. Se trata de una prisión. Para quién, es otro asunto. Pudo serlo para el primero de los emperadores genéticos, para Demerzel () o para ambos. En el siguiente episodio es muy probable que se desvelen estas dudas, ya que se dedicará al pasado del androide.
Mientras tanto, el joven está en manos de Sareth. Accede a ser el padre de su hijo, suplantando a Día, y se acuesta con ella. El amor entre ambos parece real y las posibilidades de que se deshagan de Imperio una vez se consume su matrimonio crecen. Mas, Rue contempla lo arriesgado de las acciones de su reina. Esta responde como lo haría un tirano. Su futuro no pinta brillante.
Todo esto ocurre con Día viajando a Terminus. Su respuesta al atentado de Mallow es reclamar la soberanía de un mundo que, en teoría, es suyo. Sorprende la calma del emperador, especialmente en su notable conversación con Poly. Sí, hay bastante fanservice en ella. Le acompaña Demerzel, incapaz de desobedecerle. Ella, se dan cuenta Descenso y Despunte por diferentes deducciones, es la verdadera emperatriz.

Un capítulo a la altura de la obra original
Le ha costado a Fundación, pero recorriendo un camino distinto por fin está encontrando las mismas sensaciones de fondo que lograban transmitir las ideas de Asimov. El episodio 2×08 es amplio y se apoya en unas interpretaciones realmente notables. Pace vuelve a demostrar un rango amplísimo, al igual que Harris, Sencindiver y Mann. Leonidas, a su vez, se maneja como pez en el agua en su rol de pirata espacial.
Por su parte, el trabajo de escritura ha encontrado su tono. A diferencia de la primera temporada, ahora todas las tramas han logrado tener interés propio y las respuestas a cómo se han interconectado han sido más satisfactorias, menos tendientes al «porque sí». Gracias a todo lo anterior, este octavo episodio se alza como uno de los mejores de la serie, hasta el momento.