Cuando se ve una adaptación a pantalla de libros que se han leído siempre hay una colchoneta en los giros dramáticos. Por eso la Boda roja de GoT no fue lo mismo para lectores que para quienes lo vieron vírgenes. Los primeros esperaban casi con una sonrisita la reacción de los segundos. Lograr dejar alucinados a ambos es una tarea complicada y más todavía si se logra que tenga sentido. Fundación 2×09, Hace ya tiempo, no lejos de aquí, logra precisamente esto. Dejar boquiabierto a todo Cristo en un shock difícil de emular en otras circunstancias.

El cénit de la guerra entre Fundación e Imperio
Tras una primera temporada que fallaba en adaptar las novelas de Asimov, la segunda ha decidido ser más atrevida capítulo a capítulo, desviándose del canon previo pero captando las sutilezas del material original mejor. La sensación de aventurilla estaba ahí mezclada con la metafísica del autor. Goyer ha ido tirando tópicos a diestro y siniestro para que el espectador se creyera que estaba en terreno seguro.

El noveno capítulo de la segunda temporada seguía esa senda. Tras un inicio que se comentará más adelante, se llega al conflicto de Terminus. Día (Lee Pace) baja al planeta junto a Demerzel (Laura Birn). Allí, ve un grupo de científicos que le podrían destrozar con algo de tiempo y decide que la paz inicial que buscaba no merece la pena. Ni hablando con el holograma de Seldon (Jared Harris) se convence. La única vía es destruir el planeta.
Riose (Ben Daniels) y Glawen (Dino Fetscher) habían logrado inutilizar a la armada fundacional, compuesta de la Invictus y cazas de rumor. El esposo del general acaba en la superficie de Terminus tras marcarse un Luke en Una nueva esperanza. A tenor de esto, el estilo de batalla es más Star Wars que The Expanse en lo tocante a los cazas y viceversa en las naves mayores. Una lástima.

El caso es que Bel recibe la orden de lanzar la Invictus derrotada al planeta y destruirlo con una singularidad. Mientras todos pensamos que esto no ocurrirá, Glawen le pide a Riose que lo haga para poder seguir siendo parte activa del Imperio Galáctico. La escena de la pareja es muy emotiva. Tras ella, atónita, la audiencia y en especial los lectores ven cómo Terminus es destruido.
Puede haber trampas. Puede que Hari haya hecho una ilusión de todo esto, pero sería una lástima. Esta desviación brutal de las novelas puede reforzar la psicohistoria. Ni Terminus importa a largo plazo, solo el gran plan. Thespis y Anacreonte están ahí. Mallow (Dimitri Leonidas), que deja momentos de humor maravillosos como llamar «Ayer» a Día, y Constant (Isabella Laughland) han sobrevivido. Hay miembros de la Primera Fundación dispersos por el confín galáctico. El deseo en este medio es que Goyer vaya hasta el final con esta variación de la historia original, que ha ido ganando día a día.

Demerzel la prisionera
Tras el 2×08, en un principio el interés de Fundación 2×09 era conocer el pasado, al menos en parte, de Eto Demerzel. Rue (Sandra Yi Sencindiver) y Descenso (Terrence Mann) escuchan de un holograma de Cleon I la historia entre este y la robot. El lore en este caso es de alto interés y cuadra con lo conocido previamente del androide, incluso de quien se sospecha que es en las novelas.
Demerzel fue atrapada en una guerra hace unos 5.000 años. El emperador de turno la torturó con un cariz muy sexual y sádico. La cortó en láminas y la dejó atrapada en la sala que descubren Descenso y la dama de Sareth. Allí el niño Cleon I la encuentra y escucha sus historias. Crece y la va valorando más. De adulto opta por recomponerla pero dejarla en la celda. Solo cuando puede controlarla, gracias a unos aparatos procedentes de la Tierra nada menos, la suelta. Enamoradísimo, no la libera, solo la condena a vivir en una cárcel de oro.

Modifica la Primera Ley para que no pueda alejarse de Imperio ni hacerle daño. La programa para que controle la dinastía genética, para que dirija sus memorias. Revelaciones con enjundia que ayudan a comprender el final del episodio.
Antes de la destrucción de Terminus, Demerzel puede abandonar a Imperio. Lo logra tras visitar la bóveda, donde el Hari local seguramente haya liberado por fin al ser positrónico. A esta le ofrece, además, el Primer Radiante. En apariencia sin yugo, toma rumbo a Trantor donde Descenso ha hallado su pasado y Despunte trama un golpe de estado. Antes, eso sí, deja claro a Día que ha sido un fracaso y que es irredento, irrecuperable. Ni con sexo pudo reconducirle.
En Ignis sí se sigue la guía de lo normal
Salvor (Leah Harvey) logra salvar a Gaal (Lou Llobell) de Tellem (Rachel House) como era más que previsible. La trama de ambas y el Hari de la daga ha mejorado respecto a la temporada anterior, pero no posee los componentes de sorpresa de sus compañeras. Eso no quita que haya sido satisfactorio ver cómo ocurre la caída de la líder de la secta.

Usando los discos, Hardin rescata a Dornick. Tras ello van a la Beggar y tienen un duelo paralelo. Salvor contra Loron (Michael Akinsulire) y Gaal contra Tellem. Parece que la malvada mentálica no es nada para el Mulo, aunque sea a través de la visión de su casi huésped. De esta forma se constataría la teoría de que ha servido como una muestra de lo que es capaz un mutante de su tipo y que, con todo, es una sombra de la futura amenaza.
La (no) sorpresa la pone Hari, que reaparece para aplastar la cabeza de Tellem a lo gore. Parece que sí era un robot, aunque la confirmación está por llegar. Su Primer Radiante, además, puede ser la clave para restaurar la Primera Fundación tras los sucesos de Terminus.

Potencial y adrenalina
Con este noveno episodio Fundación logra consolidar todos sus pros. Una entrega casi perfecta que no para de hacer explotar las situaciones límite que ha creado correctamente durante las anteriores entregas. Algo parecido a lo que hizo Warrior en su temporada 3. El season finale anticipa una venganza de Demerzel, un nuevo status para Bel y un nuevo empezar para todos los implicados en la Primera o Segunda Fundación. Difícilmente logrará crear un shock similar al de este capítulo. Por tanto, todo apunta a una suerte de epílogo. De momento, toca gestionar la adrenalina de una de las grandes sorpresas de los últimos años en lo tocante a adaptaciones.