Titulado Cosecha y con Ali Selim al frente, el quinto episodio de la serie de Marvel no duda en ofrecer acción. Alejándose un tanto del tono de espías, más personal y cerrado, la violencia campa a sus anchas en Invasión secreta 1×05. No deja de ser un producto del UCM. En todo caso, esto permite ponerse disfrutona a la Sonya de Olivia Colman, así como completar su retorno al Fury de Samuel L. Jackson. Una transición entretenida y que no se alarga hacia el cierre de temporada, pero que no compensa la carga dramática que deberían conllevar elementos del capítulo anterior.

G’iah y Varra, hay que llevarse bien
La hija de Talos acaba de perder a su padre y no parece que le importe demasiado. Cuando Maria Hill fenece en el piloto, el trauma es claro en el segundo episodio. Aquí, parece que el guion necesita avanzar y se olvida de sentimentalismos. Así, G’iah (Emilia Clarke) y Fury intercambian opiniones sobre la visión del Skrull, cuya retoña pensando que era la de un perdedor. La frialdad descuadra, sobre todo teniendo en cuenta que el cadáver está todavía caliente y en una furgoneta.
G’iah recibe, y acepta, la misión de llevar el cuerpo a casa de Varra/Priscilla (Charlayne Woodard). Esta última no duda en abrirse sobre Nick a la chavala. El amor que siente por el protagonista de la serie es intenso y recíproco tras lo sucedido en el anterior episodio. Con ello razona que no se va a ir de su casa por muchas amenazas que tenga. Sin embargo, acorde a su cariz de enfado continuo, la joven simplemente saca peros.
Antes de que puedan discutir, de que Varra le pueda explicar un par de cosas a G’iah, estalla una pelea. Siguiendo la senda James Bond o Señor y Señora Smith, ambas se defienden con solvencia. Bien de tiros y mobiliario roto, como debe ser. Además, de forma un poco gratuita y conveniente, se refuerza el vínculo entre las dos. Qué mejor que unas prácticas de disparo para fomentar la confianza.
La condena de ser un líder terrorista en una ficción de espías occidental
El villano de la serie sigue con su estilo guerrillero caótico. Sus planes más que adaptables están pasando a ser huidas hacia adelante. Quizá, simplemente, lo único que haya querido desde el principio sea que Nick Fury le lleve hacia Cosecha. Este elemento, muy McGuffin al igual que el Extremis, cobra importancia y es explicado en este episodio, como se contará más abajo. Para Gravik (Kingsley Ben-Adir) es la vía a la dominación mundial.
Pero estos vaivenes, que el Invasión secreta episodio 5 se concretan en que ahora va a filtrar que los rusos y los Skrull trabajaban juntos, causa que le cuestionen. Su respuesta es asesinar a quien le ponga en duda. Un puño de hierro basado en que él es súper, incluidas habilidades de Groot, y el resto no. Tal comportamiento no dista en exceso del que suelen tener sus homólogos en las series de espionaje, sea el acercamiento duro o suave. De la obra de Le Carré a la de Tom Clancy, este tipo de líderes tribales siempre han sido tan carismáticos como brutales.
Sonya es siempre un soplo de aire fresco
Pero lo más efectivo del capítulo pasa por la Sonya de Colman. Su vis cómica sale a relucir de forma natural en el contexto de Invasión secreta. Las verborrea de la espía pasa a convertirse en un disparo en cuestión de segundos. Quizá se pueda considerar que se ha desaprovechado el personaje, pero puede que su éxito esté precisamente en que llega en pequeñas dosis.
En esta ocasión, se ve a la británica haciendo de recursos humanos y destapando a un alto cargo interno con medicina de pistola. También destapando laboratorios secretos Skrull al son de reflexiones sobre lo macarras que son los hombres. Esto la lleva a reunirse con Fury, que usa tecnología con guiñito a Viuda negra para llegar al punto de encuentro: Finlandia.
Un dúo que funciona
L. Jackson y Colman logran hacer olvidar las contras del episodio. Veteranos, explotan sus papeles con agilidad, con un gracejo que no empaña el corte dramático de fondo que siempre ha querido tener la serie. Así, cuentan a la audiencia que Cosecha es básicamente ADN de los Vengadores que los Skrull recolectaron tras la batalla de Endgame. Fueron por ahí, bajo órdenes de SHIELD, recogiendo sangre de héroe. Cuánto ha hecho el ADN para que la fantasía y la ciencia ficción suave sean lo mismo.
Ahí le vino, según Fury, la idea de los Skrull súper a Gravik. Esto sumado a que el odio que le tiene es bien merecido, hace que el asunto sea «personal» para Nick. Sonya lo compra más o menos, como posiblemente parte del público. Lo mismo ocurre con la explicación de que no se llame a superhéroes. El espía aduce que no pueden depender de ellos siempre. La táctica es cuestionable.
El final del capítulo muestra cómo Nick recupera el vial con Cosecha junto a Sonya. Lo hace de su propia tumba, una de las muchas que hay por el planeta. Además, después, entra en un mausoleo y protagoniza una escena tan ridícula como molona. Va abriendo nichos de los que saca la vestimenta del antiguo Fury y una buena pipa. Lo de que la chupa, el parche y la pistola estén en tres compartimentos distintos no tiene sentido. Pero, siguiendo las enseñanzas del niño que fuma en el Diario de Patricia, prima el «pa’cerme el chulo». Ya solo queda esperar a ver cómo termina el tinglado.