Crítica de la primera parte de ‘Barry’ temporada 4, recoger lo sembrado

Una tirada de cuatro episodios que funciona como una minitemporada independiente.
Segmento del cartel de la primera mitad de Barry temporada 4

Ya lo decía Lou Reed en Perfect day: «you’re going to reap just what you sow/vas a recoger simplemente lo sembrado». Un dicho popular que se puede ver reflejado tanto en la realidad como en ficciones. Este concepto es el que marca en buena medida la primera parte de Barry temporada 4. La mitad inicial de esta entrega de despedida funciona como una unidad independiente de la otra y no duda en ser todo lo cruel que puede con sus personajes.

La destrucción de Sally

Durante la tercera temporada el personaje de Sarah Goldberg vivió una montaña rusa vital. De la gloria al lograr llevar a cabo su serie Joplin a que esta sea cancelada y su su reputación destruida. Sally se autodestruye gracias a su egoísmo, inseguridad y nula gestión emocional. Sin embargo, en la primera mitad del desenlace de Barry, este comportamiento cobra un nuevo contexto.

La tercera temporada acababa con Sally volviendo a su pueblo, Joplin, con su familia. Resulta que su madre es una malísima persona. Cuando ambas descubren que Barry no es un aspirante a actor sino un asesino en serie mientras van en coche, no asiste en nada a su hija, que sufre un ataque de pánico. Al ver el piloto de la serie, le indigna que la joven usara el nombre real de su exmarido en la ficción aunque no que este intentara ahogarla. El colmo es cuando Sally implora a su madre que le ayude y esta le trata de histérica.

Barry sabe retratar a los abusados y cómo la gente suele justificar a sus abusadores. El trabajo a ese respecto en los cuatro primeros episodios de su última temporada es soberbio. La dependencia de Sally queda explicada, su personaje crece.

Tras su paso por Joplin, buscará salidas profesionales. Desde que su exasistente expusiera la grabación en que Sally la ataca verbalmente, el público ya decidió que era una manipuladora, una villana. Cuando se enteran que su novio era un asesino en serie, la vuelven a culpar. De esta forma, se mete a profesora como hiciera Gene (Henry Winkler) y resulta que, abusando como hiciera Cousineau, es buena. Sin embargo, su orgullo no le permite agarrar esa alternativa, que le hubiera ahorrado muchos sufrimientos en el futuro.

El abismo de Hank

Si algo luminoso tenía Barry, eso era la relación entre Hank (Anthony Carrigan) y Cristóbal (Michael Irby). El amor que surgió entre el mafioso checheno y el boliviano dio alas en temporadas pasadas a momentos de gran hilaridad. Eran la pareja más sana dentro de la depresión general que es la serie en lo tocante a relaciones.

Ambos buscan huir de la criminalidad a través de un negocio de arena de construcción. Reclutan a otros delincuentes, hacen discursos empresariales… Todo parece ir bien y aportan los principales momentos de comedia de esta primera mitad de la temporada 4 hasta que se va al garete. Los chechenos se enteran de lo que trama Hank y no están de acuerdo.

La dicotomía que se plantea Hank, entre arriesgarse a seguir el plan de Cristóbal o ceder a los ancianos chechenos, no surge en su pareja. Este tiene claro que deben mantenerse limpios. Por desgracia, el calvo favorito de los fans de Barry actúa por su cuenta. Desde ahí, todo es drama hasta el punto que se llega a la escena más dura de la serie hasta el momento y, seguramente, hasta su final. Un momento emocionalmente terrorífico que sirve para lucirse a ambos intérpretes y revolver el estómago a la audiencia.

Fuches y Barry, traiciones y más traiciones

Bill Harder no solo interpreta a Barry, sino que dirige todos los capítulos de la cuarta temporada. Al menos en su primera mitad, lo ha hecho con maestría. La tensión dramática que logra en las situaciones ya explicadas se extiende a la estancia en prisión del protagonista junto a Monroe Fuches (Stephen Root).

Se da un juego de chivatos que comienza con el facilitador de Barry haciendo un trato con los federales, solo para arrepentirse cuando el protagonista acude a él. Esta reunión de corte paternofilial solo dura hasta que el personaje de Harder ve a Sally y esta le reconoce que se siente segura junto a él. La ruptura se desmorona y el asesino se obnubila con la posibilidad de recuperarla al punto de que traiciona a todos menos a ella entregándose al FBI.

Como era de esperar, Fuches se entera y se chiva a Hank. Todo acaba con un intento de asesinato en el que Barry escapa de la cárcel, en un divertido gag. Quizá esta trama peca de un exceso de giros, pero refleja a la perfección la toxicidad de Monroe, que hereda su ahijado. Exige lealtad mientras no la da y espera que el chico al que enseñó y del que se aprovechó le idolatre.

Por su parte, Barry sigue enfrentándose a sus fantasmas. No tan literalmente como en la temporada 3, pero sí abiertamente. Se ve a las claras en la escena en que incita a un guardia a darle una paliza. Harder está estupendo en su interpretación, en el nudo de emociones que su personaje vive.

Gene y Jim, víctimas con distintas perspectivas

La detective Moss, pese a aparecer solo en la primera temporada, sigue siendo una presencia constante en la última. Gene, quien fuera su pareja, y Jim, su padre, siguen formando parte esencial de la ficción. Cousineau ahonda en su bajeza y necesidad constante de atención. Su odio por Barry se ve sobrepasado por su querencia por la fama. Por ello concede una entrevista interpretada a un reportero de Vanity Fair (Patrick Fischler) en la que cuenta su relación con el asesino. Un momento de lamentable comedia.

Pero, tras la comedia está el drama. Hablar con un periodista es la peor idea posible pero Cousineau no se da cuenta porque necesita casito. Barry reacciona muy mal cuando se entera, de paso recibiendo gracias a ello una necesaria lección de Hank sobre lo que ocurre cuando uno es un traidor. Jim no es menos.

El inteligente padre sin hija es un vigilante. Controla la situación y los daños de quienes no piensan a largo, como Gene. Por eso silencia al reportero y aísla a Cousineau. El hijo de este tampoco comprende la actitud de su padre y lo que podría haber sido un punto de acercamiento se transforma en un desastre debido a la torpeza del veterano actor.

Sentando las bases para un final apoteósico

En la primera mitad de la temporada final de Barry el nexo común, como se anticipó al principio, es el pago de los pecados propios. El protagonista escapa pero no sin antes haber sufrido las consecuencias de ser tan traidor como Fuches. Sally comprende que su carrera está arruinada por la pésima gestión que realizó de la cancelación de Joplin. Hank y Cristóbal no logran dar el giro esperado a su vida con un desenlace que no puede ser peor. Gene acaba de nuevo solo tras estar a punto de arreglar su situación personal, todo por culpa de su inmenso ego.

Sin embargo, el guion les da algún hilo al que agarrarse. Por ejemplo, Fuches se queda en la cárcel, pero se gana el respeto de los otros presos. Barry logra reunirse con Sally y proponerle una nueva huida. Este segmento inicial de Barry temporada 4 concluye con un salto temporal de ocho años. Harder y Berg, creadores de la serie, no querían perder el tiempo explicando elementos superfluos. Necesitaban avanzar y eso es lo que han hecho con esta radical división entre los primeros cuatro episodios y los cuatro segundos. De momento, el resultado es notable y mucho más triste que cómico.

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