Ya lo parecía en las impresiones iniciales que dejaron los dos episodios con los que debutó y lo ha confirmado durante el resto de entregas. La primera temporada de Miércoles (Wednesday en V.O. y Merlina en Latinoamérica) es entretenida, pero no ha logrado trascender los tópicos de su género. Un drama adolescente divertido, con elementos muy propios, más cuyo desarrollo se ha quedado en habitual. No es algo malo, especialmente si Netflix sigue apostando por la franquicia y los creadores, Alfred Gough y Miles Millar, se arriesgan un poquito más. Porque hay que incidir en que no: no es una serie de Tim Burton.
Suficiente personalidad para ser reconocible…
Con la primera temporada de Miércoles se intuye algo que pasa con muchas otras series, incluso videojuegos. Todo hace indicar que su público objetivo son los chavales del momento pero al final tiene un calado mayor en personas bastantes más crecidas. Así, Gough y Millar, con Tim Burton como director de cuatro episodios y productor ejecutivo junto a la dupla, apelan a los adolescentes actuales pero también, y mucho, a los que ya lo dejaron de ser.
Gente que creció con Harry Potter, Crepúsculo, pero también con otros dramas adolescentes como Glee o Smallville. Esta última, ojo, es de la pareja creadora de Miércoles. Este público tiene en estas propuestas, como Wednesday o Riverdale, un escape a la nostalgia que agrada bastante a los millennial. Para algo son una generación de bajona constante.
Jeena Ortega está simplemente perfecta como Miércoles. Hay una escena de baile que resume la sincronía que hay entre actriz y personaje. Hipnótica, bien estudiada y con reminiscencias al bailoteo de Uma Thurman en Pulp Fiction, muestra las bondades de esta primera temporada de Miércoles. Humor negro, elementos tenebrosos y personajes majetes. Lo es Enid (Emma Mayers), la compi de habitación de la protagonista y los es Cosa, una mano con más expresividad que muchos actores reales. El resto del reparto cumple y el acabado audiovisual más que notable.
Pero insuficiente para desmarcarse
Aquí no aplica lo de que solo vale lo posterior al «pero», que diría Ned Stark cuando todavía tenía su cabeza sobre los hombros. Pero separa el bien o notable bajo, del notable alto y el sobresaliente. La primera temporada de Wednesday se vertebra en torno a un misterio salpicado de drama intergeneracional. Lo segundo, se resuelve correctamente sin llegar a ser Red o Todo a la vez en todas partes. Lo primero, hace aguas. Ambos, en todo caso, se ven venir de lejos.
El rollo Scooby Doo es total aunque el fondo parezca digno de Harry Potter. El caso sobre el que trabaja Miércoles y (no) amigos intenta dar giros, especialmente en las últimas entregas, que barruntan su llegada. Esto ocurre especialmente si se tiene cierta veteranía en el género negro y se es consciente del efecto James Bond. Es decir, que si resulta que la amenaza es real a cierta altura de la película/serie esta se acabaría, por lo que se conoce de antemano que el malo fallará o que, en el caso de la investigación, el supuesto culpable no es ese que tanto lo parece.
Tampoco se abraza por completo la supuesta oscuridad y sociopatía de Miércoles. Al final, no deja de ser una adolescente rarita pero que necesita lo que todos. Tiene personalidad, deja líneas graciosas e incluso delirantes, pero no es tan extrema como quiere hacer ver. Tanto ella como su familia tienen la ventaja de ser personajes ya desarrollados, planos en un sentido positivo. El resto de personajes originales son arquetipos reconocibles cuyas dinámicas responden a lo requerido, no hay más pero tampoco menos. Hay que reconocer, eso sí, que muertes no faltan y algunas sí que sorprenden.
Una primera temporada que mola pero con peligro de estancamiento
Es fácil perdonarle sus errores a la primera temporada de Miércoles. Al fin y al cabo, se trata de un arranque y esperamos que vengan más temporadas. Pasa parecido con 1899, el otro gran estreno reciente de Netflix. A pesar de que deje muchas preguntas y su peculiar mezcla idiomática, su misterio también se queda corto y resulta algo previsible debido a que trata sobre todo de plantar las bases de una futura continuidad.
Al final se obtiene un producto disfrutable, una serie adolescente canónica con un personaje protagonista magnético y secundarios que están a la altura de la franquicia Addams. También cuenta con una gran puesta en escena. Le queda arriesgar en mostrarnos a una chavala sociópata pero majeta desatada. Algo que ya se ha visto con hombres de mediana edad muchas veces desde que surgiera Tony Soprano. Esa respuestas las darán futuras entregas.