
Los videojuegos y las adaptaciones no se llevan bien. Street fighter, Super Mario bros, Assassins… los desastres se han sucedido con excepciones como Detective Pikachu o las más recientes Dragon Age: Absolution o Arcane. Sin embargo, falta todavía una producción redonda que logre superar la barrera y hay una candidata clara desde el bando de HBO Max. The last of us 1×01 (When You’re Lost in the Darkness, dirigido por Craig Mazin) consigue mostrar las posibilidades de una ficción que se anticipa sobresaliente. Cabe resaltar que esta crítica está realizada desde la perspectiva de alguien que no ha jugado al juego de Naughty Dog.
Un prólogo perfecto
Es difícil no saber algo sobre The last of us. Fue el mejor, o al menos eterno candidato a serlo, videojuego de la tercera generación de consolas. Es decir, de la que protagonizaron PlayStation 3 y Xbox 360. Llegó al final y solo para la plataforma de Sony. Un título de supervivencia que subió de nivel gracias al guion de Neil Druckmann. El creador y copresidente de Naughty Dog, productora del juego, repite en la serie esta vez junto a Craig Mazin, célebre por Chernobyl.

Para arrancar, la gran apuesta de HBO para el inicio de 2023 propone un cold opening, una escena precréditos iniciales, con John Hannah (Spartacus) a la cabeza. Es 1968 y el actor encarna a un científico invitado de un programa televisivo. Allí plantea los peligros de una epidemia fúngica. Rápida y claramente, se explica cómo un hongo evolucionado por el aumento de la temperatura global podría desencadenar un apocalipsis. Entre los nombres comunes se escapa el de Cordyceps, agente que llevará al desastre.
Tras esta escena se da paso al prólogo en sí. Ocurre en 2003. No innova en nada, pero avanza como la seda. La sucesión de eventos es similar a las vistas en tantas películas y series de infectados, de la saga Resident evil a El amanecer de los muertos, pasando por The shaun of the dead (Zombies party). Hace falta crear un trauma al protagonista así como desencadenar el apocalipsis y The last of us lo hace sin miramientos. Asimismo, se presenta a Joel (Pedro Pascal), además de a su hija Sarah (Nico Parker) y a su hermano Tommy (Gabriel Luna).
El Boston postapocalíptico de The last of us
Tras la presentación de Joel toca dar un salto temporal a 2023. La sociedad ha sobrevivido y Boston, al menos en parte, también. La FEDRA, Agencia Federal de Respuesta a Desastres, controla una zona de cuarentena. No interesa qué pasó en los momentos iniciales de la paga más allá de lo mostrado en el prólogo. The last of us prescinde de ello para ir directamente a, como su nombre indica, lo que ha quedado de la humanidad. Va directa al homo homini lupus.

El pragmatismo del universo de la serie es total. Ahí, así como en la fisicidad del contagio, retrotrae a The strain. No hay lugar para sentimentalismos y los infectados solo tienen como destino la ejecución. La FEDRA no enseña demasiado, pero apunta sin dudas a un autoritarismo tópico. Frente a ella, los Luciérnagas. Se trata de un grupo rebelde liderado al menos en su célula bostoniana por Marlene (Merle Dandridge, que también fue dicho personaje en el videojuego). La dinámica aquí se sitúa, al menos de momento, similar a la observada en The man in the high castle.
En medio de todo ello quedan supervivientes como Joel. Trabaja a cambio de cartillas, trapichea con unos y con otros… Lo necesario. Junto a él está Tess (Anna Torv), su actual pareja. Tommy, el hermano del coprotagonista, también ha sobrevivido. Seducido por la facción rebelde, desaparece para poner en marcha la trama principal. Tópicos, sí, pero hilados con finura y usados para no perder tiempo en explicaciones innecesarias. Es así el ejemplo contrario a Los anillos de poder.
Ellie, el factor x
Malencarada, malhablada, con mala leche. Así es la jovencita Ellie (Bella Ramsay). Una chavala retenida por los Luciérnagas y que descubre de la mano de Marlene que es una pieza vital para solucionar el apocalipsis. Por ello, deben trasladarla. Ahí colisionan las tramas de Joel y la adolescente.

Él prepara una expedición para saber qué le pasó a su hermano Tommy. Para eso necesita una batería que tenía apalabrada con Robert, estraperlista de los bajos fondos. Este, sin embargo, se la juega tanto a ellos como a los Luciérnagas. Un hecho que lleva a Marlene a pedirle a Joel que sea él quien extraiga a Ellie. De nuevo, todo visto pero llevado a la perfección en lo técnico.
Con esta premisa en marcha, el piloto de The last of us concluye con varios puntos argumentales de interés. Por ejemplo, se da el pistoletazo de salida a la relación entre Ellie y Joel. Ella se muestra cáustica, antipática y borde. Pero el guion ya señala de forma directa que él va a ver en la adolescente a su hija perdida. Pedro Pascal va camino, con esto y The mandalorian, de convertirse en el arquetipo de padre adoptivo heroico.

Tampoco hay remilgos en apuntar el porqué de lo extraordinario de Ellie. Tras una escena de acción solvente, se descubre que está infectada. Cualquier fan del género seguro que lo habría anticipado desde su conversación anterior con Marlene. Por suerte, Druckmann y Mazin son tan habilidosos aquí como antes para jugar con los convencionalismos de la ficción de supervivencia. Parece que solo quieren un punto de arranque que demuestre que su adaptación es digna de ser llamada «gran serie» tanto como, por ejemplo, La casa del dragón.
Una serie que se defiende sola
Druckmann y Mazin ya señalaron que querían hacer una traslación directa del videojuego a la televisión. Con cambios, claro está, pero realizando un juego especular. Lo que se pierde de tensión, de acción, se ganaría en profundidad de personaje gracias a intérpretes de carne y hueso. Sin haber sido jugador, el primer episodio de The last of us parece cumplir la intención de sus creadores.
El factor de haber jugado al videojuego ha de ser importante y puede explicar la agradable agilidad del episodio. Esta parte del público sabe lo que va a pasar. Para ellos, la serie de The last of us es una suerte de DLC que permite volver a pasarse el juego desde una perspectiva distinta. Con todo los creadores aseguran que tendrán sorpresas gracias a la incorporación de contenido eliminado en las producciones de Naughty Dog.

Mientras tanto, para un lego simplemente es una gran presentación a una serie con un potencial altísimo. Los personajes permiten una conexión casi directa gracias al buen trabajo de guion y de interpretación, usando tópicos con maestría. Es agradable ver a Anna Torv volver a Boston tras su trabajo en Fringe. Pedro Pascal, por su parte, sigue siendo un seguro y Bella Ramsay tiene carisma. El trabajo de producción deriva en una ambientación muy lograda de lo que sería un postapocalipsis. Todo esto hace que queden ganas de saber más. Eso es precisamente lo que debe hacer un piloto.