En un capítulo dirigido por Liza Johnson y titulado Lo que dejamos atrás, la serie estrella de HBO en el inicio de 2023 da continuidad al parón para ahondar en los protagonistas que inició en su sexta entrega. Así, The last of us 1×07 se centra en Ellie (Bella Ramsay) y cómo acabó infectada. Una historia de adolescencia que presenta además a un personaje del pasado clave para la malencarada chavala.

Un instante de felicidad
El grueso de este séptimo episodio es un flashback sobre Ellie justo antes de ser mordida. En ese sentido, la estructura es similar a la del tercero. Es en esencia un viaje de descubrimiento junto a su mejor amiga, Riley (Storm Reid). Uno con cierto aire a despedida, que se acaba confirmando. Porque resulta que la colega de la protagonista ha dejado la academia de la FEDRA donde ambas estaban y se ha unido a los Luciérnagas. Marlene, a la que se vio en el piloto, la reclutó en una de sus escapadas. De esta forma, van a un centro comercial en el que se lo pasarán en grande.
En todo caso, Ellie no está convencida del asunto con los Luciérnagas. Desde un primer momento cuestiona tanto a la FEDRA como a los rebeldes. Sin embargo, estos últimos ofrecen un futuro más prometedor a Riley. Es mayor que su amiga y descubre que su puesto iba a ser de vigilancia en un baño. No hay excesivo conflicto hasta que el personaje de Ramsay encuentra artefactos explosivos en el escondite de su compañera.

Esto da pie a una discusión y reconciliación en el que Riley reconoce que, efectivamente, es su última noche en Bostón antes de marchar a Atlanta. Asimismo, acaban reconociendo su amistad y, después, algo más. Bailando, pasan de de la realización del amor al desastre cuando un infectado muerde a ambas. Un final previsible pero que tiene la sensación de la predestinación griega.
The last of us insiste en que sus personajes no son, como personas, demasiado especiales. Así se demuestra en este capítulo. Un infectado básico es capaz de morder a ambas. Ante esto, simplemente esperan juntas la transformación, al no tener ánimo para pegarse un tiro.
De niña a mujer
En el flashback se ve que en esencia, Ellie es una adolescente con curiosidad y mala leche. Encuentran whiskey y lo bebe, busca peleas… La capacidad de sorprenderse que transmite Ramsay es clave para el personaje, por ejemplo en el momento en que descubre las escaleras mecánicas, hilarante. También el instante en que alucinan con la lencería de Women’secret.
El riesgo y la joven son colegas: no duda en agredir, saltar entre edificios o meterse en lugares que sabe que puede haber infectados. Además, muestra ya una obsesión con las armas. De hecho, clama a su amiga para que le deje tocar su arma. La dupla no es consciente del peligro que las acecha, siguen en una fase de juego tierna pero, como se ve, abocada a la tragedia. No hay nada más adolescente que entrar en un centro comercial en el que se supone que hay zombies y activar toda máquina ruidosa posible.

La mezcla entre la inocencia de la infancia y el despertar a la adultez de la adolescencia queda recogida en una escena en el tiovivo. Montar en un caballito es propio de una niña, pero Ellie y Riley lo hacen mientras beben y en un ambiente romántico. Porque el despertar sexual y romántico de ambas está ahí.
Cruelmente, se ve truncado para una Ellie que despierta a la adultez de repente. No es invencible. No todo sale bien. Los errores se pagan. Un aprendizaje a la tremenda, ya que el castigo no es quedarse en la habitación en vez de ir a una fiesta, sino morir. Esa epifanía adolescente de descubrir que no es una misma sino el mundo quien marca el paso de la existencia es lo que se observa en las jovencitas enamoradas esperando a la muerte. La pérdida de control es literal, ya que el Cordyceps usará sus cuerpos.
Un presente complicado
El lado infantil de Ellie no ha muerto del todo en el presente, pero está muy atenuado tras las experiencias que se ven en el flashback. En lo poco que HBO muestra de la situación actual de la pareja protagonista, Joel (Pedro Pascal) está contra las cuerdas por la herida que ha sufrido. Sabiéndose prescindible, abrazando su faceta paterna, se ofrece a ser sacrificado.
Ellie, sin embargo y a pesar de los traumas que le han generado crear vínculos profundos como hizo con Riley, sabe que necesitan seguir juntos. Por eso lucha. La pataleta propia de un infante no es una opción. Esa ira que produce la situación la aprovecha para buscar una solución.

De esta forma, si en el sexto episodio la trama sirvió para ahondar en la psique de Joel, en este le ha tocado a Ellie. Un relato de maduración clásico con el añadido de estar en una producción que produce un drama milimetrado y pulcro. Dando profundidad a sus protagonistas en un alto narrativo, pausado, durante este capítulo y el anterior, la cadencia de la narración pide para el siguiente algo de acción, como la del quinto. De momento, queda digerir una entrega que sigue haciendo de The last of us una de las contendientes a serie del año.