Las minas de Mandalore, como su propio nombre deja claro, es el capítulo en el que Din Djarin pisa al fin el planeta que originó su cultura. Un viaje entre ruinas que se mete de lleno en la ciencia ficción, dejando de lado la faceta western. Así, incluso homenajea de forma directa a El tiempo en sus manos. Dirigido por Rachel Morrison, afamada directora de fotografía, The Mandalorian 3×02 retoma el pulso aventurero que caracteriza a la serie de Disney+.

Un mundo menos maldito de lo que parece
El Credo de los Hijos de la Guardia compró la propaganda, mezclada con mito, que aseguraba que Mandalore está maldito. Un lugar infernal, de atmósfera irrespirable y repleto de radiación. Algo parecido a la Tierra en la saga La Fundación de Asimov. Un tópico de la ciencia ficción y la fantasía. Como todo planeta o reino ancestral, primigenio, tiene el halo de prohibido, de caído, de irrecuperable.
Para llegar al lugar, Grogu y Mando pasan primero por Tatooine. Necesitan un droide para comprobar que el ambiente de Mandalore les permita realizar la exploración que necesitan hacer para que Din Djarin deje de ser un apóstata. Aquí, la verosimilitud decae un tanto. En una galaxia tan tecnificada, cuesta creer que no puedan usar una sonda o un análisis a distancia. Más todavía, que nadie lo haya hecho hasta el momento. Lo mejor es dejarse llevar por la mística y no incidir en estos absurdos.
Tras más clases de navegación galáctica a baby Yoda, los protas acaban en la superficie de Mandalore. Cuando el droide no vuelve, Mando le va a buscar más por Grogu que por iniciativa propia. Así, se ve envuelto en una pelea con alamitas, criaturas que son calcos de los morlocks de El tiempo en sus manos, pero también de los Taung que originaron la cultura mandaloriana en el antiguo canon de Star Wars. El concepto de civilización caída también está ahí. Toca explorar, como si en una misión de Mass Effect se estuviera.
La hora de Grogu
Resulta curioso cómo The last of us y The Mandalorian han coincidido tanto en el tiempo en dar a los pupilos de Pedro Pascal la obligación de actuar de salvadores de su protector. Así, Grogu debe liderar una misión de rescate cuando todo sale mal en el subsuelo de Mandalore.
Mientras estaban explorando las ruinas subterráneas de la capital mandaloriana en busca de las minas y las aguas vivas, un gran droide embosca a la pareja. Lo conduce un engendro biomecánico que recuerda un poquito a Grievous. Por suerte, Grogu logra evitar ser capturado e intenta rescatar a su padre. No le queda otra que abandonar. Destaca el desarrollo en los caminos de la Fuerza del pequeño.
Una divertida persecución, ya que sabemos que a Grogu no le va a pasar nada, termina con la nave de Mando en Kalevala. Bo-Katan, a pesar de su actitud pasota, no tarda ni un segundo en ayudar. Esto da paso a una ágil secuencia de combates donde la mujer demuestra su gran pericia marcial. Como le dice al pequeño: «¿creías que tu padre era el único mandaloriano?».
Mitos tan vivos como las aguas
Tras dar buen uso del sable oscuro, que maneja bastante mejor que Mando, Bo-Katan destroza en instantes al engendro de metal que tiene atrapado a su colega. El robot araña, muy de los necrones de Warhammer 40K, no dura tampoco ni un asalto.
Este último segmento de The Mandalorian 3×02 sirve para que Kryze y Djarin estrechen lazos. El fanatismo de Mando es obvio y le hace gracia a la noble de Mandalore. Son visiones opuestas de una misma cultura, pero conviven gracias al terreno personal. Así, la mujer decide ayudar a su amigo, a pesar de sus reticencias. Entre diálogos que sirven para conocer más lore local, la guerrera conduce a los protagonistas a las aguas vivas.
La opinión racional de Bo-Katan se ve reforzada en estos compases. No hay grandilocuencia, solo una mina y un lago. Un entorno sugestivo, siempre asociado a conceptos tanto infernales como uterinos, pero nada más. Hasta que, a pesar de todo, resulta que esto es Star Wars y los mitos son ciertos. El intento de baño de Mando acaba con el héroe en el fondo del lago algo inexplicablemente. Kryze le rescata, otra vez. Pero, atención, de vuelta contempla a un mythosaurio vivo. La criatura legendaria cuyo cráneo sirve como símbolo a los mandalorianos.
De esta forma concluye el segundo episodio de la tercera temporada de El Mandaloriano. Un capítulo que, tras las muchas presentaciones del primero, vuelve a la aventura. Además, sigue desarrollando el vínculo paternofilial de los protagonistas y expandiendo el rol de Bo-Katan. Aciertos que dejan con ganas de más.