Soldados a sueldo se presenta como el episodio más particular de la actual temporada. The Mandalorian 3×06 vuelve a dar un giro en el tono y presenta una sociedad que está más cerca de un cuento de Asimov, incluso de Futurama, que de lo que suele mostrar Star Wars. Dirigido por Bryce Dallas Howard, cuenta con cameos bastante sorprendentes y con una historia de corte detectivesco. En todo caso, es una nueva muestra de que el estilo de Filoni se está imponiendo en esta tercera tanda de capítulos.
Humor y Asimov para una entrega raro
Plazir 15 es un planeta opulento y luminoso. Sus estructuras de un blanco impoluto, su bóveda nívea, retrotraen a una ciencia ficción clásica y literaria. Es un entorno particular en una galaxia inmensa que tira, casi paródicamente, de la impronta que Isaac Asimov dejó en el género.
El lugar está dirigido por dirigido por una pareja bastante rara: la Duquesa (Lizzo) y el capitán Bombardier (Jack Black). Ambos confían en el comisario Helgait (Christopher Lloyd) para controlar a los robots que permiten que se dediquen a vivir a lo grande. Gracias a ello han generado una suerte de utopía en la que no es necesario que los humanos trabajen. Por ello el ambiente es decadente y paradisiaco. Sin embargo, algunos de los droides reprogramados se han vuelto locos.
Aquí es donde aparecen Bo-Katan y Mando,. Están en busca de la antigua flota de la mandaloriana, que ahora sirven como mercenarios de Plazir 15. A cambio de una audiencia con los guerreros, la pareja protagonista debe solucionar el problema robótico. Una nueva muestra del estilo RPG que está dominando esta tercera temporada como ya lo hiciera desde la primera.

Detective Mando
Con un tono ligero acorde al entorno en que se hallan y los cameos del episodio, Mando y Bo-Katan se ponen a investigar. Su misión es detectar a los robots estropeados, descubrir por qué están así y eliminarlos si es necesario. Como es lógico, Din está muy por lo último. Cabe resaltar que apagarlos no es una opción, ya que la sociedad humana de Plazir 15 prefiere el riesgo de muerte a renunciar al esparcimiento que proporcionan las máquinas.
A partir de aquí los tintes de género negro mandan. Las resonancias de Asimov se incrementan, ya que mezclar misterio policial y robots es algo que dominó a la perfección, sobre todo con su personaje Elijah Baley. El primer paso, tras hablar con el comisario, es visitar a un laboratorio de ugnaughts. Allí se reprograman los droides, casi todos ellos pertenecientes antes al Imperio y a los Separatistas. Usando la memoria de Kuiil, Mando hace igual que los detectives que tenían que ir a Chinatown y logra que les indiquen por dónde empezar.
El siguiente paso está en un almacén repleto de B-1 y B-2 de las Guerras Clon. Son máquinas de guerra y Mando no se fía. En un capítulo de tono ligero, hay espacio para un poco de humor absurdo en la forma en que Din provoca a uno de los superdroides de combate. Esto da lugar a una persecución que recuerda mucho a la película Yo, robot.
Un bar digno de Bender
El rol de poli bueno/poli mala de Mando y Bo-Katan llega a su máximo apogeo en el bar Resistor. Se trata de un espacio en el que bien podría estar Bender Rodríguez. Llegan a él a través de un dispositivo hallado en el B-2 abatido.
La agresividad de Din es aplacada por su compañera, que logra que el camarero se abra a ellos. Un giro interesante y que habla mucho del carácter de los droides de Star Wars. Los robots de Plazir 15 están asustados de que los recientes accidentes hagan que les sustituyan por humanos. Son conscientes de que iban a ser desguazados y el gobierno de la Duquesa les ha salvado a cambio de labores que encuentran muy fáciles de realizar. Son, en resumen, la imagen del buen inmigrante. Esos asiáticos, latinos o europeos llegados a EE.UU. que tanto han reflejado las ficciones americanas.
Gracias a ser majos se enteran de que una partida del Nepenthé, un lubricante que retoca programas, que consumen los clientes del Resistor estaba contaminada. A su vez, revisando el cadáver del B-2, escena de acción en la morgue incluida, se desvela que detrás de todo hay un separatista: el comisario Helgait era el responsable. Todavía fiel al bando que se enfrentó a la República Galáctica, su labores de pirateo eran una forma de resistencia frente a gobiernos en los que no cree. Bo-Katan acaba con su discurso de la forma cómica que guía todo lo ocurrido en Plazir-15.

La reunificación mandaloriana
Tras recibir una sobredimensionada llave de la ciudad los adultos y convertirse en caballero Grogu, que tiene alguna de sus escenas monas pero ya, los protagonistas van a lo que importa. Kryze se reencuentra con sus camaradas Axe Woves (Simon Kassianides) y Koska Reeves (Mercedes Varnado). El primero dirige el grupo de mercenarios en que se transformaron los búhos nocturnos y demás seguidores de Bo-Katan.
Sus labores se pueden ver en la escena que abre el episodio con una parejita quarren como víctima. Son ronin, guerreros sin señor que se venden al mejor postor. Para cambiar eso, Bo-Katan se enfrenta al jefe mercenario. En un campamento digno de la saga de videojuegos Knights of the Old Republic, el duelo es de alta tensión. Como no podía ser de otra forma, Bo-Katan gana. Sin embargo, las dudas sobre su liderazgo, al no poseer la espada oscura, sigue en entredicho. De lo que no duda la mujer es de que, tras ver el mythosaurio, el Credo no es tan inválido como le parecía antes.
Aunque poseer una espada no debería ser nunca la base de un sistema de gobierno, Mando se saca de la chistera un truco que se venía venir de lejos. En Mandalore perdió la espada frente al cyborg cavernícola y Bo-Katan luego venció a este último. Din se guardó la treta hasta que fuera necesaria y la usa ahora. De esta forma, los mandalorianos herederos del derrocado gobierno pacifista vuelven a estar unificados. Un recurso flojo pero que conviene a todos. De hecho, parece que los personajes lo aceptan porque saben que es lo más adecuado más que por su validez.
Todo listo para ir a Mandalore
Con Bo-Katan por todo lo alto termina un episodio en el que nuevamente Mando es un facilitador. Cabe destacar que a pesar de su rol protagónico, siempre ha sido un servidor. Un niño de la guerra que necesita obedecer órdenes y ser parte de un grupo. El conato de rebeldía de la segunda temporada se difuminó con lo visto en El libro de Bobba Fett.
Por ello, el camino de la serie está dividiendo a un fandom antes muy unido. Hay a quien le vale que Din se haga a un lado y pese más la metatrama. Más hay quienes solo están aquí por el personaje de Pedro Pascal y el renacuajo verde. Queda ver la resolución de esta tercera temporada. Si se retoma Mandalore, que pinta que de eso ira el season finale, puede haber una vía libre para que Mando se dedique a enseñar el Camino a Grogu. Esto supondría una vuelta al espíritu del comienzo de la serie y reunificando a los seguidores como ha hecho Bo-Katan con sus mandalorianos.