A veces es imposible escapar de ciertos tópicos, sencillamente porque son ciertos. Es lo que ocurre al describir El sur como el gran «¿y si…?» del cine español. La segunda película de Víctor Erice iba a ser el doble de larga o contar con una segunda parte, pero cuestiones de producción llevaron a que no se terminara. A pesar de brillar con el sensible y afinado trabajo del vasco, de haberse convertido en clásico, siempre será un drama inacabado.
Historia y sinopsis de El sur
La cantidad nunca fue importante para Erice y lo demostró esperando diez años a realizar su segundo largo. El espíritu de la colmena era una historia sobre una España devastada a todos los niveles, pero también sobre cómo la infancia descubre el concepto de muerte. Su luz melosa y sus cancioncillas populares se unieron a una mezcla perfecta de intérpretes reputados y desconocidos. Algunas de estas claves se conservaría, ya propias del director, en El sur.
Fue una novela homónima de su por entonces esposa, Adelaida García Morales, la que cimentó la historia a narrar. Elías Querejeta logró inversiones y se sumó al equipo el director de fotografía José Luis Alcaine. La narración se centra en Estrella, tanto de niña (Sonsoles Aranguren) como de adolescente (Iciar Bollain). Esta jovencita vive en un pueblo del norte y adora a su padre Agustín (Omero Antonutti), mientras que pasa bastante de su madre Julia (Lola Cardona). Sin embargo, cuando ahonda en el pasado de su progenitor, marcado por la Guerra Civil y un amor perdido, se distanciará de él.
Esta sinopsis corresponde a solo parte de la novela original y debería haber sido la de la primera mitad del film. Sin embargo, Querejeta abortó el rodaje a medias al retirarse uno de los financiadores del proyecto. Erice y equipo se vieron forzados, así, a prescindir del relato que ocurría en Andalucía. Allí habría tomado protagonismo la madre de Agustín (Rafaela Aparicio) y el hermano del mismo (Fernando Fernán Gómez). La luz que domina el film, fría y melancólica, debería haber contrastado con los tonos cálidos que se habrían aplicado a los entornos andaluces. Sin embargo, la dolorosa decisión de no continuar El sur se confirmó con el éxito de esta, que llegó a ir seleccionada a Cannes.
Cuándo ver El sur
Lo bueno y lo malo de la producción de Erice es su pequeño tamaño. Cortos, un mediometraje y cuatro largos la componen. El sur sería así parte de un visionado de las obras del director. Desde aquí, recomendaríamos verla siempre después de El espíritu de la colmena. Si en ella la infancia de Ana es el eje conductor, así como una posguerra directa, en la segunda película del vasco se transita tanto por niñez como adolescencia. Asimismo, el contexto temporal es el de un franquismo ya totalmente instaurado.
La relación entre Estrella y Agustín es representativa del choque que suele ocurrir entre progenitores y vástagos. Esa primera caída de un mito que parecía inmutable, en este caso el padre, guía una delicada narración audiovisual. Por tanto, es una buena película para pensar sobre lo que es ser hijo o hija, sobre cómo se contempla a aquellos seres que dieron la vida. Sobre el trasiego de figuras inmaculadas y fascinantes a meros humanos. No en vano, esa transición de lo vertical a lo horizontal siempre tiene un toque de trauma.
Por otro lado, aquí se ven las consecuencias a largo plazo de los conflictos civiles, especialmente el español. La guerra dejó en un estado de pasmo a los padres de Ana e Isabel en El espíritu de la colmena. En El sur, Julia y Agustín han tenido tiempo de sufrir el dolor que vivieron y no por ello superarlo. Represaliados, sus motivaciones no traslucen a su hija, que por suerte no tuvo que experimentar la masacre literal y moral de la guerra. Es, así, una gran pieza audiovisual para reflexionar sobre el pasado del país sin caer en tópicos y desde la sutil sensibilidad que caracteriza al director vizcaíno.