Hubo un tiempo, antes de que se estrenara la entrega de Harry Potter y las reliquias de la muerte: parte 2 (o su equivalente literario) en el que todos odiábamos a Severus Snape o, al menos, no nos gustaba mucho. El profesor de Pociones llevaba toda la vida tratando mal a Harry, era sectario y arrogante. Para más inri, mató a Albus Dumbledore, que también era muy sectario, pero al menos lo era con el protagonista y, para qué negarlo, nos hacía mucha gracia.
La redención de Severus Snape
Aquellos dos años que tuvimos que esperar entre el estreno de Harry Potter y el misterio del príncipe y el de la segunda parte de Harry Potter y las reliquias de la muerte la opinión era bastante unánime: Severus Snape apestaba. Pero, de repente, oh, redención, resulta que el mago otrora tenebroso llevaba protegiendo a Harry desde que este nació. Desde luego, no era el responsable de la muerte de Dumbledore. Bueno, en realidad sí, pero solo porque el director de tan seguro colegio se lo pidió.
Snape se convirtió entonces, a ojos de los espectadores, en todo lo contrario: un personaje íntegro y ejemplar. Todos queríamos al pobre profesor Severus Snape. Incluido Harry, que le puso su nombre a uno de sus hijos (Albus Severus Potter). La opinión sobre el profesor volvía a ser unánime, aunque en un sentido totalmente diferente.
La realidad: una relación de abuso entre profesor y alumno

Es indudable que la revelación que ofrece esta escena de Harry Potter, esa en la que descubrimos que el propio Harry es un horrocrux, coloca a Snape en un lugar mucho más noble del que partía. Al final, el profesor ha estado poniendo toda su vida en peligro por un adolescente al que nunca ha soportado y, además, lo ha estado haciendo por amor. Es difícil no reblandecerse ante ello. El problema es que este sacrificio, que otorga al personaje mucha más profundidad de la que hemos podido vislumbrar en el resto de la saga, no justifica en ningún caso el trato que el docente hace de Harry.
Se tenga la edad que se tenga, un profesor tiene siempre una posición de superioridad respecto a sus alumnos y aún más cuando estos son menores de edad. Snape se vale de esta superioridad para ningunear a un estudiante que, por mucho que fuera el hijo del amor de su vida, se parece demasiado a su abusador del instituto, James Potter.
El profesor se vale de esta excusa para ridiculizar a su alumno en público a la menor oportunidad. Un comportamiento que, por cierto, se redobla cuando leemos los libros de la saga. “Parece que la fama no lo es todo”, les comenta el profesor a sus estudiantes en la primera clase de Pociones que comparte con Harry cuando este no sabe responder a algunas preguntas.
Esta clase de trato tiene sus momentos más álgidos en Harry Potter y la Orden del Fénix, cuando el profesor le enseña a Harry a protegerse de las incursiones mentales de Voldemort. El protagonista, de 15 años, se halla en estas clases totalmente vulnerable ante Snape, que decide usar su poder para seguir ridiculizando y humillando a su supuesto protegido. “Creo que voy a vomitar”, dice cuando ve como Harry abraza a Sirius.
A pesar de que estamos hablando de cómo un adulto se cuela en la mente de un chaval de 15 años cuyos recuerdos están plagados de horrores, el profesor no le permite a Harry descansar en ningún momento. Ni siquiera le permite fallar. “Tú y Black sois tal para cual, críos sentimentaloides quejándose siempre de lo amarga e injusta que ha sido su vida”, le dice en una ocasión Snape a Harry. O “tu padre era un canalla”. Porque meterse con el padre muerto de su alumno era, sin duda, uno de sus deportes favoritos.
“Una única proeza no redime a un hombre de toda una vida de fechorías”

Como dicen Jack Sparrow y el comodoro Norrington en la primera entrega de Piratas del Caribe “una única proeza no redime a un hombre de toda una vida de fechorías, pero basta una para condenarle”. Puede que Severus Snape no sea el ser más abominable del planeta, pero desde luego tampoco es ningún santo.
Hay quien pueda decir que el profesor se ve obligado a actuar así para que no sospechen de él ni Voldemort ni el resto de los magos tenebrosos. De hecho, así es como se intenta defender este comportamiento desde el libro de Harry Potter y las reliquias de la muerte. Pero, ¿quién observaba cuando Snape y Harry estaban encerrados en una sala aprendiendo a echar a Voldemort de la mente de Harry? ¿Quién cuando, en un pasillo de Hogwarts, Snape compara el mal comportamiento de Harry con el de su padre?
Además, por esta regla de tres cómo es que Snape no trata peor a Albus Dumbledore. La justificación a este respecto es que, claro, era un agente doble, tenía que hacerse con la confianza del director. Pero, entonces, ¿por qué no con la de Harry? Fácil, porque Severus no le aguantaba. Porque le era más fácil volcar todo el odio que tenía a James en su hijo y luego sentirse bien porque, claro, en realidad, estaba dando su vida por él. Podía hacer lo que quisiera. Podía tener la conciencia tranquila y la vía libre para hacer de la vida de su pupilo un infierno. Por todo eso no queremos a Severus Snape.