En defensa de Frodo Bolsón

He aquí una firme defensa de Frodo Bolsón, un personaje habitual e injustamente denostado en ‘El señor de los anillos’.
Perfil de Frodo Bolsón

Desde que El señor de los anillos: La comunidad del anillo da comienzo, se traza una línea clara de distinción entre los hobbits como Frodo y todas las demás razas que pueblan la Tierra Media. La comunidad hobbit es una comunidad que vive al margen de las luchas de poder y por tanto de las batallas, aunque la oscuridad les hubiera devorado de igual modo de haber vencido. Pero en la batalla contra Sauron, contra Mordor, hombres, elfos y enanos luchan en comunión mientras los hobbits siguen en su Comarca. No va con ellos.

Esa distinción se hace más evidente cuando concluye el prólogo que lleva la voz de Galadriel, en el que se cuenta la historia de días pasados en los que Sauron fue condenado a una derrota nada determinante. Tras la violencia de las primeras escenas, la música cambia y el espectador contempla por primera vez la paz de la Comarca. Tras esa violencia, un joven sencillo que lee junto a un árbol y que se echa en brazos de un viejo amigo al reencontrarse con él. Después de la violencia, la calidez de la Comarca y de Frodo Bolsón, el protagonista de esta historia.

Frodo Bolsón cuando todavía era Frodo Bolsón

Frodo Bolsón en La comunidad del anillo

Frodo, cuando todavía era Frodo, era un ser afable que bailaba y empujaba riendo a su amigo para que este bailase con la chica que le gustaba. Los hobbits se caracterizan por ser perezosos, por vivir acomodados, por no querer ningún tipo de aventura, y Frodo aprecia esta vida sencilla, pero es también inteligente y despierto, características seguramente heredadas de la convivencia con su tío Bilbo.

Cuando la tarea de llevar el Anillo lejos de la Comarca le es encomendada, Frodo se muestra, además, responsable (“¿qué tengo que hacer?”, llega a decir), ante la admiración de Gandalf, que ha visto pasar muchas Edades del Sol y sigue sorprendido por hobbits como aquel.

En los primeros compases del viaje, vemos que es educado, tranquilo y sensato. Puede que se muestre más serio que sus compañeros de viaje, pero su inocencia es evidente, así como su carácter agradecido y familiar, especialmente bien interpretado por un dulce Elijah Wood que contaba entonces con 20 años de edad. Es también alguien consciente de los peligros, por eso aconseja abandonar el camino ante la amenaza que percibe, por eso hace apagar el fuego en la Cima de los Vientos. Se asusta, pero tampoco llega a perder la calma.

Incluso más adelante, ya en El señor de los anillos: las dos torres, cuando empieza a consumirse bajo el poder del Anillo, sigue siendo una persona serena que habla con tranquilidad, que reacciona bien a los conflictos y los peligros, que no se revuelve contra nadie, que busca ante todo, en cualquier circunstancia, estar en paz. Frodo es la antítesis de la guerra que le está tocando librar.

En Rivendel vuelve a demostrar su responsabilidad y su valentía, dando un paso adelante y conciliando esas luchas de poder en las que no está interesado. No oculta esa inocencia. Yo lo llevaré, dice, pero no tengo ni idea de cómo hacerlo, porque no le importa mostrarse vulnerable. Tampoco, cuando el viaje avanza, se esfuerza por esconder su temor ante los demás o ante sí mismo. Está asustado, pero eso no le impide seguir tomando decisiones como la de dejar la compañía poco después de que Galadriel le diga una gran verdad: “llevar el Anillo conlleva estar solo”.

Y aun en la soledad impuesta, por la misión y por la oscuridad que carga y que cada vez más le aísla de la realidad, sigue viendo al resto. Por eso le dice a Boromir “no eres tú mismo” cuando intenta arrebatarle el Anillo, porque es inteligente y considerado y sabe lo que está pasando con el caballero de Gondor. Por eso cuando Faramir le pregunta sobre su amistad con su hermano, Frodo dice que sí, que eran amigos, porque así lo siente a pesar de todo.

Por eso también nunca se vuelve contra Gollum, un ser ante el que siempre muestra compasión. Mientras Sam maltrata a la criatura afectada por el Anillo, Frodo confía, se compadece, quiere darle una oportunidad. Esto es así en buena medida por el vínculo que comparten (el efecto del Anillo) pero también es evidente que en Frodo no hay maldad. Ni siquiera cuando el Anillo le posee, porque esto es exactamente lo que sucede, tiene Frodo un ápice de maldad.

Frodo es todo esto: bondadoso, comprensivo, inteligente, inocente, honesto, familiar, sensato y pacífico. Pero el poder del Anillo es el poder del Anillo.

El poder del Anillo

Frodo en El retorno del rey

Lo que hay que entender viendo El señor de los anillos es que Frodo no se corrompe: lo corrompe el Anillo mientras lo carga, porque esa es su naturaleza. No solo hay oportunidad de ver en Smeagol lo que puede hacer con cualquier ser: el propio Bilbo, cuando lo tiene cerca y siente la necesidad de poseerlo de nuevo, se convierte en poco menos que un monstruo. Se pone furioso, se vuelve receloso, le duele desprenderse de él. No se trata de quién es Frodo y de si puede sucumbir o no a él, se trata de lo que es el Anillo. 

Un arma poderosa de la que el hobbit ni siquiera quiere escuchar hablar. Acepta la misión de Gandalf porque es lo dicho anteriormente, valiente y responsable, pero su primera petición es que sea el mago quien lo saque de la Comarca. Se lo ofrece como si fuera una baratija, porque no existe para él una primera tentación de poseerlo. El propio Elrond, más adelante, señala esta fortaleza de Frodo: “haber llegado hasta Rivendel portando el Anillo es una muestra de su resistencia al mal”. Cuando los más sabios hablan de “llevar una carga” no lo hacen en vano. El Anillo tiene vida y “desea volver a su dueño”, tiene voluntad y la capacidad de modificar la del portador. No es un objeto inanimado así que después de meses cargando con él claro que Frodo empieza a verse afectado.

Poco a poco va notando su influencia negativa, un cambio que se traduce en lo físico: Frodo cada vez luce más débil, más desanimado, más cansado. “Cada vez pesa más”, le dice a Sam en una ocasión, cuando ya tiene sueños y visiones que podrían perturbar la mente de cualquiera. También siente un dolor físico que además está conectado a ese mundo de oscuridad, pues la herida de la Cima de los Vientos nunca llega a sanar, ni en ese viaje ni tampoco después. Paralelamente a este cambio en Frodo escuchamos a Galadriel decir que el hobbit empieza a entender que la misión le costará la vida. Aun así, sigue adelante.

“El Anillo me está poseyendo”, dice conscientemente, y pide perdón, pero resiste y sigue adelante. Cuando tiene la oportunidad de entregárselo a Gondor, de liberarse así de la carga y encontrar la paz, sigue luchando. Les advierte que el Anillo solo tiene poder para destruir, tan lúcido y consciente como siempre, y se niega a entregarlo porque sabe que no lo usarán bien. Se asusta de sí mismo cuando empieza a perder el control, pero sigue adelante. En realidad, Frodo tarda muchísimo en perderse en esa oscuridad.

Para cuando Las dos torres está concluyendo, todavía se puede ver en él alguna sonrisa inocente, cálida. Y todavía sigue viendo lo que es el resto: “Frodo no habría llegado tan lejos sin Sam”, le dice a su compañero. Y es cierto.

El papel de Sam en esta historia

Frodo y Sam

Como si para destacar el valor de uno se necesitase defenestrar al otro, aquellos que señalan injustamente a Frodo suelen aupar a Sam como el verdadero héroe de este viaje a Mordor. Claro que Sam salva a Frodo de numerosos peligros, pero también Frodo salva a Sam. Frente a las puertas de Mordor, cuando Sam cae rodando, Frodo se lanza tras él para cubrirlo ante sus enemigos. Claro que Sam ayuda a Frodo a no perderse en la oscuridad, pero también él tiene su propia oscuridad. Sam no solo desconfía de Smeagol: lo insulta, lo humilla y lo maltrata, algo que Frodo le señala con cuidado. En esta historia las luces se acompañan de sombras y viceversa. Cada uno tiene su papel.

Sam carga con Frodo junto al Monte del Destino, pero es que Frodo lleva meses cargando con el Anillo, que cada vez pesa más, que cada vez le hace ser menos él mismo. No se trata del cansancio físico y mental que ambos llevan encima, se trata de que uno de ellos lleva consigo la carga más pesada de todas. Cuando se derrumba, Sam lo levanta, y eso le honra, pero Sam no ha tenido que cargar nunca con el Anillo. No entender esto es no entender el poder del Anillo y no entender el poder del Anillo es no entender esta historia.

Sumirse en la oscuridad

Frodo Bolsón

Para cuando El retorno del rey comienza, todavía Frodo sonríe al pensar en volver a casa. Todavía sigue siendo agradable y sensato por momentos, aunque ya la oscuridad en la que se encuentra sea prácticamente absoluta. Cuando le pide a Sam que se vaya es demasiado lo que lleva encima, no puede pensar con claridad, está completamente agotado, invadido e intoxicado. Y ni siquiera en ese momento apuesta por el conflicto: solo le pide que se vaya. Al comprender que Gollum le había engañado, lo primero que hace es lamentarse por su amigo. Incluso ahí es consciente de todo.

Y está decidido a seguir, a pesar de ser también consciente de que nunca va a volver a ser él mismo, de que lo más seguro es que desaparezca con la misión que le ha sido encomendada. Pero nunca deja de luchar, ni siquiera cuando está agotado, y su instinto nunca es ponerse el Anillo, porque tampoco nunca deja de ser consciente de que no es un arma para los mortales sino una perdición, y a pesar de estar perdido no quiere perderse.

Por eso le dice a Gollum ese “tengo que destruirlo”, con el que no convence a la criatura de su destino y con el que tampoco, al final, puede convencerse a sí mismo. Porque el Anillo es mucho más fuerte que un sencillo hobbit. Insistiendo en la reflexión anterior: quien no entienda esto no entiende la historia.

Frodo vuelve a ser Frodo… a medias

Última escena de Frodo

Por eso cuando el Anillo es destruido lo que siente Frodo es alivio, liberación y calma, incluso en el fin del mundo. “Se ha ido”, señala con una sonrisa triste, porque hasta ese momento no ha convivido solo. Hasta ese momento ha tenido un peso sobre él y una oscuridad en su cabeza. Cuando el Anillo es destruido, Frodo puede ver de nuevo la Comarca. Ya vuelve a ser Frodo.

Pero solo a medias, porque las heridas son profundas. Nadie carga con la fuerza del mal más poderosa de la Tierra Media durante tanto tiempo sin consecuencias. Frodo puede volver a ser Frodo, en cierto modo, pero el mundo no vuelve a ser para él lo que era. Por eso solo puede irse, por eso decide hacerlo. Es su descanso. Al final sí perdió la vida en la misión, como los más sabios sospechaban que sucedería.

Por eso siempre fue justo luchar por Frodo, porque él estaba luchando solo por toda la Tierra Media, en una batalla que muy pocos podían entender realmente y que ni uno solo además de él experimentó.

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