Que Italia se haya convertido en uno de los países eternamente favoritos en Eurovisión tiene mucho que ver con su historia más reciente. Sorprenderá saber, a quien no tenga gran conocimiento del festival, que durante mucho tiempo los italianos no quisieron saber nada de este evento organizado por la Unión Europea de Radiodifusión. Ellos tenían su San Remo, festival en el que, de hecho, se inspiró Eurovisión. La competición europea era algo en lo que sencillamente no estaban interesados.
Así que durante casi quince años, desde 1997 hasta 2011, Italia no participó en Eurovisión. Claro que cuando volvió lo hizo por todo lo alto, para quedarse. En apenas una década, los italianos han conseguido posicionar sus canciones en lo más alto de las clasificaciones y suscitar un interés que traspasa las fronteras del continente. Año tras año, Italia es uno de los países favoritos. En muchas ocasiones, el gran favorito. Dejemos que la música de esta última década de idilio hable para explicar esta predilección del público.
Los italianos y la emoción en Eurovisión: los reyes de las baladas
Buena parte de las canciones que Italia ha presentado en Eurovisión en esta última década de amor entre país y festival son baladas. De hecho, de alguna manera se han hecho los reyes de estas, haciendo pensar que ese halo romántico eternamente asociado al país tiene plena justificación. Desde Marco Mengoni, que en L’essenziale le cantó, con esa voz preciosa, al amor esencial, con una puesta en escena tan sencilla que solo estaba él. Algo semejante hizo, tiempo después, Francesca Michielin, que en No Degree Of Separation compartió con el público lo que es amar sin dudas. Su voz personalísima y un escenario dispuesto para sentir esa ternura, y la sencillez del amor fácil, hicieron todo lo demás. Michielin quedó en decimosexta posición, pero es una de las canciones más recordadas. Mengoni, por su parte, obtuvo el séptimo lugar en Eurovisión 2013.
Si Italia no hubiese sido el país anfitrión en la última edición de 2022, tal vez Brividi, la canción que defendieron Blanco y Mahmood, hubiera obtenido algo más que un noveno puesto. Fue durante toda la temporada una de las más aplaudidas, por la belleza de una balada bien interpretada por dos voces diferentes que supieron unirse. Y habría que ver qué hubiera pasado con Diodato y su Fai Rumore, porque Italia, como todos, se quedó sin Eurovisión por la pandemia sufrida a nivel mundial. El festival se celebró obviando el carácter de concurso y de puertas para adentro: cada uno desde su país. Diodato encendió la arena de Verona y su voz lo inundó todo, dejando la que seguramente sea la actuación más emblemática de un año, por lo demás, a olvidar.
A la hora de hablar de baladas, sin embargo, es el Grande Amore de Il Volo la que se hace con todas las miradas. Fue el gran regreso de Italia a Eurovisión, obteniendo un tercer puesto que ya pronosticaba el reclamo popular que estaba por venir. Vencedores del televoto, los chicos de Il Volo no necesitaron más que sus voces y su carisma para conquistar al público, que observó hipnotizado una actuación a recordar siempre.
Crítica social y estilo propio: Eurovisión quiere a Italia
Antes de Måneskin hubo otro fenómeno italiano: el de Francesco Gabbani. Su Occidentali’s Karma se convirtió en el vídeo más reproducido de Eurovisión 2017 y en una de las canciones más escuchadas de la historia del festival. Gabbani presentó una crítica social en forma de canción pegadiza, buenrollera, de las que apetece cantar, bailar y corear. No hubo un solo alma esa noche en Kiev que no respondiera a su namasté! Quedó sexto, pero fue el gran fenómeno del año.
Otro tanto sucedió con Soldi y, de nuevo, Mahmood. Su ascendencia egipcia-sarda condiciona los sonidos de otro tema que apostó por la crítica social para funcionar. Y funcionó: obtuvo el segundo puesto. Quintos quedaron Ermal Meta y Fabrizio Moro con su Non mi avete fatto niente, una canción que quisieron traducir a todos los idiomas posibles mientras la interpretaban, dando cuenta de su mensaje universal. Es decir, la inutilidad de las guerras, el sufrimiento de las víctimas, la universalidad del ser humano, que debe recuperarse. Destinaron todo lo recaudado a la Emergency, ONG italia que ofrece tratamiento médico a las víctimas de conflictos bélicos en diferentes territorios de Oriente Medio y África.
No sería hasta 2021 cuando el romance entre Italia, que tuvo este fantástico recorrido anterior, y Eurovisión se hizo oficial. En mayo de ese año, en el escenario de Róterdam, Damiano David invitaba al público a acompañar a Måneskin en un viaje inolvidable de apenas tres minutos. Su Zitti e buoni se hizo con la victoria tras una actuación que, podría decirse, fue perfecta: mucha personalidad, una gran capacidad de comunicación con la audiencia, batería, guitarra, un sonido potente y fuegos artificiales en el momento en que la canción rompe. La victoria estaba asegurada. Empezó a construirse años antes, cuando las miradas fueron poco a poco posándose en Italia, pero tenía que llegar aquí. Signore e signori, pasen y vean.