Varios directores y guionistas cortados por un patrón parecido llevan tiempo dejando su huella en el mundillo audiovisual. Taika Waititi, Edgar Wright y James Gunn se caracterizan por su rollo rarito, humor negro y capacidad narrativa. Este último es del que vamos a hablar, pues ha conseguido un lugar de honor en las dos grandes casas de los superhéroes: DC y Marvel. A los mandos del DCU en la primera y cabeza de la saga con más personalidad del UCM, el estadounidense representa una forma de ver a los héroes de cómic que ha cuajado en la audiencia.
Un fan a los mandos
Marvel supo hacer que sus héroes pasaran de las viñetas a un público masivo. Desde el estereotipado ambiente nerd reflejado sin ir más lejos en el vendedor de la tienda de cómics de Los Simpson, el género saltó a la fama de una forma sorprendente. El efecto en la industria ha sido tremendo, especialmente con la proliferación de la franquicia en una burbuja que está finalmente estallando. Para el fan de a pie, la ola iniciada por Iron Man supuso una nueva forma de abrazar una mitología audiovisual.
Kevin Feige, líder de Marvel Studios, es el principal responsable del asunto. Fue su conocimiento del producto lo que le permitió trasladarlo a la pantalla como nunca antes. Además, rehuyó del cariz existencialista que caracterizó en buena medida a su contrincante, tras el ascenso del estilo Alan Moore que produjo Watchmen. De humor ligero, fórmulas clásicas e interconexiones masivas, el estilo marvelita revitalizó las salas de cine y creó una legión de fans. Lo que iba a ser una peli por superhéroe y un crossover acabó en universo.
En este contexto es donde apareció James Gunn. Friki como el que más, había demostrado sus dotes de guionista en Scooby-Doo 1 y 2 así como en el Dawn of the dead de Snyder. Su estilo quedó claro en Slither o en Super. Todo esto lo volcó en Guardianes de la galaxia. Sobre un guion de Nicole Perlman, trabajó una historia que bebe de influencias compartidas con el potencial público. No solo las del material original o de clásicos como Star Wars, sino de videojuegos como Mass Effect.
El estilo de Gunn mostró que era tan seguidor del asunto como cualquiera que fuera a ver la película. Su código era similar al de los espectadores. Este ver el cine como lo hace su público ha sido una constante, una visión que comparte con Dave Filoni, cabeza de la sección animada de Star Wars. Por ello, precisamente, DC le dio la oportunidad de dirigir su DCU. Porque, al igual que la gente normal, no tiene problema en ser fanático de ellos tanto como de Marvel.
Nostalgia por doquier
La trilogía de Guardianes de la galaxia ha sabido usar la nostalgia de una forma muy eficiente. No es extraño que, en su momento, Spielberg dijera que esta era precisamente su peli de superhéroes favorita. Gunn usa mucho de lo que Steven estiló en su concepción del cine de aventuras durante los años ochenta. Ahí están el héroe carismático, los protagonistas exageraditos pero de fondo muy humano, el reflejo de la amistad y cierta ñoñería.
También se puede ver el reflejo de George Lucas, tanto por el Indiana Jones llevado en tándem con Spielberg como por Star Wars. Porque, amen del tema espacial, es difícil no ver en Groot un Chewie arbóreo, al que solo sus colegas entienden. El Star-Lord del UCM también le debe mucho a Han Solo. Pero las reminiscencias de tiempos pasados fluyen además a través de fuentes como 12 en el patíbulo o Grupo salvaje. Este cine, pulp o no, que unía a grupos de capullos para hacer el bien fueron la base para entrar en DC.
El suave reboot de El escuadrón suicida bebe más de estas cintas todavía que Guardianes de la galaxia. Si en esta debía contener el tono, en la película de DC pudo soltarse el pelo. Repitió jugada pero a lo bruto, con sangre, con tacos y cambiando a Groot por King shark. Hubo polémica con los más puristas, pero funcionó lo suficiente como para que extendiera el rollo con Peacemaker y luego pudiera hacerse con los mandos del DCU.
Música como rompedora de barreras
Casi un apéndice del punto anterior, la música es una pata importante del cine de Gunn. El recurso de tirar mucho, mucho, de canciones es una seña de identidad compartida con Edgar Wright. Efectiva, en el contexto del UCM y del DCU le sirve además para ganarse al público mientras caracteriza a sus personajes. De hecho, compone escenas y secuencias con temas en mente, poniéndolos incluso en el set.
En Guardianes de la galaxia transmitió un rollito ochentero gracias a una BSO plagada de clásicos de rock y pop de la época. Unos temas transmitidos a través del Walkman de Star-Lord que hacían que en solo unos instantes se viera de qué iba la escena. El juego incluye cámaras lentas, es decir, favorece un estilo visual de alto presupuesto. Asimismo, conecta con audiencias que las vivieron en directo y permite a los jóvenes descubrir canciones que para ellos son oldies.
The Suicide Squad siguió la senda de Guardianes de la galaxia de una forma más ecléctica y Peacemaker optó por el metal. Al igual que con el prota del UCM, consideró qué música escucharía y allá que fue. Todo ello le ha permitido reforzar la conexión con la audiencia, a través de interacciones en redes sociales y listas de Spotify.
Hacer el tonto, algo que gusta ver a la gente
Aunque tuvo su momento cancelación cuando se reflotaron unos tweets que motivaron su despido de Disney, James Gunn trasmite buen rollo. Por eso su reparto, junto a fans, lograron que volviera al proyecto, haciendo recular a la productora. Este buen ambiente se traslada en la pantalla y ha sido esencial para que sus proyectos hayan andado tanto en Marvel como en DC.
El videoclip con David Hasselhoff y el equipo de Guardianes de la galaxia fue una forma de romper el hielo. Viral, no dejó de ser un apoyo externo a la segunda parte de la saga. Pero estas idas de olla acabaron llegando a la pantalla. El especial de Navidad de 2022 es una demostración, con una trama basada en secuestrar a Kevin Bacon.
Pero el ejemplo supremo de la efectividad de Gunn haciendo risiones es la cabecera de Peacemaker. Una maravilla al son de Do you wanna taste it en el que todo el reparto hace una coreografía digna de fiesta de fin de curso. El hierático bailoteo rompe a la audiencia de cara a lo que está por venir. La comunión es instantánea, porque no hay nada para que los personajes caigan simpáticos como este tipo de trucos.
En definitiva, si había un tipo con posibilidades de triunfar en DC y Marvel, ese es James Gunn. Experto en el material original, es un fan más de ambos universos. Sabe usar la música tan bien como Edgar Wright y generar momentos entre tontos y emotivos con la soltura de Taika Waititi. Además maneja la nostalgia. Todos ellos son elementos universales, aplicables a cualquier franquicia. Alternativas polivalentes que hacen del entretenimiento el principal foco de interés.