Con la publicación de su último libro, El viento conoce mi nombre, Isabel Allende (Lima, Perú, 1942) vuelve a copar las estanterías de medio mundo. A sus 80 años, Allende sigue produciendo obras de gran calado que no dejan de encajar con sus primeras novelas. Para esta recomendación, queremos rescatar un libro a medio camino entre sus primeros y sus últimos años. La ciudad de las bestias, una novela juvenil publicada en 2002, es ideal para acercarse a su literatura. Sobre todo porque, sin ser su mejor libro, dejará al lector con ganas de leer más de esta escritora incombustible que le dio un significado completo a ese realismo mágico que tan bien funciona cuando funciona bien, valga la redundancia.
Así es La ciudad de las bestias, de Isabel Allende
De qué trata La ciudad de las bestias

Alexander Cold es un muchacho americano de quince años que parte al Amazonas con su abuela Kate, periodista especializada en viajes. La expedición se interna en la selva en busca de una extraña bestia gigantesca. Junto con su compañera de viaje, Nadia Santos, y un centenario chamán indígena, Alex conocerá un mundo sorprendente donde la vida y la muerte tienen numerosos significados, El Dorado es más que una leyenda y cada mínimo elemento parece tener vida propia.
Un gran libro para descubrir el realismo mágico de Isabel Allende
De corte juvenil, la historia planteada por Isabel Allende se siente desde el principio interesante y emocionante. Tiene buen ritmo sin que por ello la autora renuncie a unas bellas descripciones y la aportación de datos que lejos de entorpecer la lectura la enriquecen.
La ciudad de las bestias es, en buena medida, un libro de aventuras en la selva, así que la autora prepara al lector para estas aventuras aun cuando su protagonista no ha alcanzado el escenario en el que se moverá. Una vez que se planta en el Amazonas, la naturaleza lo ocupa prácticamente todo y la narración se convierte en una firme defensa de esta. A pesar de lo sencillo que es caer en la trampa de la belleza y lo bucólico para ignorar lo negativo, Allende, sin embargo, nunca lo hace: no invisibiliza jamás los problemas del Amazonas (el tráfico de drogas o armas, el aislamiento inherente a esos pueblos), ni tampoco los romantiza. Siendo un libro juvenil, esto es de agradecer.
Claro que su principal virtud descansa en lo tantas veces dicho en relación a Isabel Allende, que es una maravillosa narradora situada en la frontera entre lo real y lo fantástico. El realismo mágico, en sus manos, cobra sentido. Es más: cobra un significado especial. Lo leído rarísima vez resulta poco creíble, la suspensión de la credibilidad nunca se tambalea. Con mejores o peores ideas, su ejecución es siempre buena. Esto es La ciudad de las bestias: su idea gustará más o menos, pero Isabel Allende la desarrolla con talento.