Jeanette Winterson tiene voz. Esto quiere decir que las historias que narra en sus libros van más allá de la trama o los personajes: dado que Jeanette Winterson tiene voz, es capaz de engrandecer la vida de sus obras. El éxito de La pasión, publicado en 1987, se sostiene en esta voz, porque es gracias a ella como consigue desarrollar una novela histórica que no lo es, una novela romántica que no lo es, una novela bélica que no lo es. La pasión es muchas cosas y no termina de ser del todo ninguna: va tomando de aquí y de allá hasta ser un libro completísimo que navega por los canales de Venecia hablando de esto y de aquello. Para recomendarlo hoy, sin embargo, vamos a quedarnos con la parte bélica.
Así es La pasión, de Jeanette Winterson

Henri es un joven cocinero francés que se alista en el ejército de Napoleón llevado por la pasión que éste contagia, en sus primeros años de conquistas, a sus paisanos. Lo que Henri siente por su líder no puede definirse de otro modo: es pasión. Puede creer en sus discursos o fascinarse con sus estrategias, pero lo que siente es, sobre todo, pasión, porque ésta puede llegar a ser ciega o irracional. Referenciando a otra gran autora que inició su trayectoria en el siglo XX, Annie Ernaux, reciente ganadora del Premio Nobel, Henri no necesita del todo explicar o justificar esta emoción. La siente y sigue su estela, que le lleva a Rusia, a una guerra que Napoleón no puede ganar pero que está librando de todos modos.
Lo estimulante de esta pieza bélica que conforma el colorido puzle que es La pasión es que, valga la redundancia, esta pasión de Henri por Napoleón, pasión que le lleva a la guerra, tiene su propio inicio, nudo y desenlace, incluso su epílogo. Si el principio resulta atractivo por la manera en la que Henri siente la revolución propuesta, por el retrato que realiza de su pueblo perdido en plena nada francesa, el desmoronamiento de esa revolución no es menos interesante.
El joven va entendiendo cómo los soldados aprenden a vivir sin corazón, a comérselo si hiciera falta para combatir el frío o el vacío de una guerra que empieza a librarse, de nuevo, con pasión, y termina librándose desde el sinsentido que invita a la huida o la muerte. Dado que Jeanette Winterson tiene voz, La pasión nunca resultará más de lo mismo, ni siquiera para aquellos acostumbrados a la literatura bélica. No interesan las batallas ni el retrato del campo o el soldado vacío tras esta. La soledad, la desesperanza o la melancolía existen en esas páginas, pero están retratadas casi desde lo onírico.
La narración recoge la voz de Henri en un tiempo futuro, así que la reflexión es profunda y sentida, pero nunca melodramática. En pocas ocasiones la miseria y la pasión del soldado han quedado retratadas de forma tan lúcida. Por eso es nuestra recomendación de hoy.