Luces y sombras del Bilbao BBK Live 2023: lo mejor la gente, lo peor los autobuses

Como siempre, hubo varias de cal pero también varias de arena.
Imagen del Bilbao BBK Live 2023

Es 6 de julio de 2023. A la estación de tren de Bilbao-Abando llega un tren más. Algunos viajeros son turistas; otros, bilbaínos que vuelven a casa; otros puede que vayan a visitar a algún familiar o amigo; y otros son asistentes del Bilbao BBK Live 2023. Sí, ese festival de música que lleva celebrándose desde el año 2006. Aún es difícil reconocer a estos últimos porque todavía nadie lleva puesta la pulsera que los identificará momentos después. Pero sí se puede intuir a algunos: camisetas de Arctic Monkeys (tatuajes incluso del maravilloso álbum AM), sillas plegadas que indican que su alojamiento será el camping… 

El espíritu del festival va incrementándose desde entonces y se hace más grande a cada momento: al recoger las pulseras, al subir en los autobuses, al llegar al camping y, por supuesto, en los conciertos. Un sentimiento que crece y se alimenta tanto de los fuertes del festival como de sus puntos más débiles. Porque todos sabemos que las quejas son el mejor pegamento para una unión multitudinaria. 

Las quejas que nos unieron a todos

Hay elementos afines a cualquier festival que son bastante desagradables. Tal es el caso de las aglomeraciones, las colas y el estado de los baños. Pero uno tiene que saber a lo que va. Sin embargo, hay cosas que van más allá, más aún para un festival con tantos años de recorrido. 

Un servicio de autobuses que da para una tesis

Sin duda, lo peor de la edición BBK Live 2023 ha sido el servicio de autobuses. El festival se celebró en las alturas del recinto Kobetamendi, en un monte vasco al que se puede llegar andando desde la ciudad. De hecho, la subida a pie estaba acompañada por música. Pero un par de kilómetros a pie cuesta arriba no es tarea fácil, sobre todo si ya llevas varios días de festival. Más aún, si te estás alojando en el camping, aún otro paseo similar más arriba. 

Aparte de andando, para llegar en autobús al recinto del festival había dos opciones. Una era coger un autobús por 3,50€, previa reserva, que te dejaba a unos 800 metros de la meta. La otra consistía en montar en uno sin reserva y sin pagar que te bajaba algo más lejos. Hasta ahí todo aceptable. 

Los problemas más notables venían cuando lo que los asistentes querían era ir al camping. A este propósito servían unos autobuses gratuitos que salían desde la zona de San Mamés, operativos tan solo hasta las cuatro de la tarde. A partir de esta hora el camino para llegar al camping se convertía en una actividad que había que planificar con tiempo. En ocasiones, en un auténtico calvario. 

En primer lugar había que coger uno de los autobuses antes mencionados que llegaban al recinto del festival, de pago o gratuito. Luego, andar hasta otro autobús cuya ubicación había que adivinar. Al no haber carteles ni estar atento el personal del staff, había personas que, en vez de acercarse al camping, se alejaban. Ya, con suerte, si encontrabas el bus, llegabas por fin a tu destino. Todo este camino, por cierto, hay que visualizarlo con gente subiendo con bolsas de la compra o con todos los bártulos que conlleva un camping. Porque si el primer día llegabas más tarde de las cuatro de la tarde allá te las ingeniaras para subir. 

Como si esto fuera poco, el jueves, el primer día, la vuelta nocturna del festival al camping fue también un desastre. La gente se arremolinaba sin ningún tipo de organización a la espera de un vehículo. Coches viniendo por arriba y por abajo. Un policía gritando a un conductor: “¡Cómo subas a más gente te denuncio!”. Al final, muchos tuvieron que subir, una vez más, andando. Menos mal que a partir de este día los autobuses nocturnos funcionaron bien.

Nadie sabe nada

El problema de los autobuses podría haber sido menor si el staff del festival hubiera sabido responder algunas preguntas. Pero cuando un espectador tenía una duda, fuera cual fuese, la respuesta era casi siempre la misma: “No lo sé”. Ni dónde se cogían los autobuses para subir al camping, ni dónde se encontraba tal escenario, ni dónde había puntos de agua… Nada. Era imposible resolver dudas. Quizás, como sugerencia, para futuras ocasiones estaría bien poner más carteles informativos o dar una pequeña formación al personal para que este pueda resolver dudas básicas.

Las colas de los baños

El otro gran problema de BBK Live 2023 fueron los baños. Muy pocos para un público de 120.000 personas. Las colas eran tan largas y lentas que no era raro que un espectador se perdiera la mitad de un concierto para poder entrar. Esto ocasionó muchas escenas de gente, hombres y mujeres, meando en los alrededores de los baños. Además, al no haber fuentes, el público consumía agua directamente de los lavabos y las esperas para el WC se confundían con las del agua. Algo que después de más de 15 ediciones resulta casi imperdonable. 

El sopor de los Arctic Monkeys

Uno de los conciertos más esperados del festival era el de los Arctic Monkeys, el cual tuvo lugar en el escenario de Nagusia el último día del evento. El hype era muy alto y el escenario desbordó como en ninguna otra actuación. Sin embargo, al público que se encontraba algo más alejado del escenario debido a la cantidad de gente, el sonido le llegaba más bien bajito, haciéndoles sentir fuera del concierto. 

La actuación del grupo británico, que Alex Turner me perdone, tampoco acompañó. Sucedió como con Red Hot Chilly Pepper en el Mad Cool. Muchas canciones lentas para unos oyentes que ya llevaban mucha tralla a aquellas alturas. A modo de resumen, este comentario en una foto de Instagram de la cuenta del BBK: “Qué manera de mandar a dormir a la peña en un sábado noche de festival”.

Lo peor del camping

Cabe pensar que a la gente que ha comprado no solo la entrada del festival, sino la del camping, habría que tratarla de lujo. Pero en la disposición de los autobuses, que no eran directos entre Bilbao y el camping desde las cuatro de la tarde, ya se dejó entrever que para nada. Una sensación que se incrementó con las duchas: si querías agua caliente había que pagarla. 3,50€. Así, por la zona de las duchas se oía de vez en cuando algún grito. El agua fría cortaba la respiración. Eso sí, tras una noche de juerga, también ejercía bien de despertador.  

Otro punto débil del camping fue la instalación en el mismo el primer día. Después de un largo viaje, una recogida de pulseras con larga cola incluida y un camino entre San Mamés y el camping con todos los bártulos a cuestas, parecía que ya estaba todo hecho. Pero no. Resulta que apenas había dos acomodadores para ir colocando a la gente que llegaba. Así, la espera en la cola se extendió demasiado para unas personas que ya estaban muy cansadas.

Por cierto, que estos mismos acomodadores pretendían que la gente pusiera su tienda en un espacio reducido a la nada. Es entendible que no podamos tener una parcela para nosotros solos, pero el público debe de tener derecho a respirar. Si no, la solución es fácil: vender menos entradas para que la gente esté más cómoda. Ah, no, que es menos dinero. 😉

Los puntos fuertes del BBK Live 2023

Pero al igual que en el Mad Cool, no todo iba a ser malo. De hecho, el BBK Live 2023 ha tenido muchas cosas buenas…

La localización 

Del primer fuerte del festival se da uno cuenta nada más llegar: el lugar. Kobetamendi se extiende en las alturas de Bilbao y desde algunas de sus zonas es posible obtener unas impresionantes vistas de la ciudad. Todo el complejo es de color verde, un verde que se extiende hasta las alturas del camping. Aquí, una zona de árboles a las afueras del camping, con mesitas incluidas, da cobijo a aquellos que quieran huir del sol y tirarse a dormir en plena naturaleza. 

Ambiente diverso y muy buen rollo

Si el punto más flojo del festival fueron los autobuses, el más fuerte fue el ambiente que se generó tanto en el festival como en el camping. Ya desde el principio, las quejas acerca de la lentitud al entrar a poner la tienda fueron un buen nexo para entablar conversación entre unos y otros campistas. Lo mismo ocurría con los buses. Conversaciones que empezaban con un “¿sabéis dónde se coge el autobús para subir al camping?” y que terminaban con gente que no se conocía repartiéndose el equipaje de otros asistentes para ayudarles a subir las cosas. 

Este ambiente se vio reforzado además por la diversidad de unos artistas que se veía reflejada en su público. Florence+The Machine, Love of lesbian, Villano Antillano, Amaia, Baiuca, Idles, The Chemical Brothers, María Escarmiento, Duki… La variedad de los conciertos dio lugar a un mosaico de looks y de gente, solo homogeneizado por las pegatinas y el glitter, que muchas, muchísimas personas, llevaban en sus rostros. 

Es posible que esta atmósfera tuviera su momento más álgido en el concierto de Florence+The Machine. Durante el transcurso del mismo, la cantante británica invitó a su público a abrazarse y besarse entre ellos. La confianza que depositó en la gente, apoyando sus manos y acercando su cara a los espectadores, crearon un clima de armonía que, al menos esta servidora, nunca había visto. Idles también contribuyó a este ambiente, aunque de una forma muy distinta: con pogos. Pogos enormes que rompían con empujones brutales y afectuosos. “A la peña de los pogos de Idles: un abrazo, sois los mejores”, escribe una persona en un post del Instagram del BBK. 

Espacio para moverse

Es obvio que quien quiera estar en un festival como en su casa no va a poder hacerlo. Estamos hablando de un macrofestival y hay mucha gente. Pero, teniendo esto en cuenta, la sensación nunca es de agobio. En todo momento hay espacio para respirar e, incluso, para bailar. También en grandes conciertos como el de Florence o el de Arctic Monkeys. Tampoco había aglomeraciones en los accesos al festival, al menos en el que procedía del camping. De hecho, la cola era bastante rápida y fluida.

Puestos de comida y bebida fluidos

Otro punto positivo del evento han sido los puntos de comida y bebida. Una vez los encontrabas, la cosa iba bastante fluida y rápida. Todo agilizado con el sistema de pago a través de la pulsera, muy fácil de recargar de forma on-line.

Una disculpa nunca viene mal 

Nada más terminar el festival BBK Live 2023, un post de su Instagram decía, entre otras cosas, lo siguiente: “Lamentamos los errores que hayamos podido cometer y esperamos que hayáis disfrutado de todo lo bueno. Tomamos nota para seguir mejorando en los próximos años”. Es de agradecer que las quejas de los usuarios hayan sido escuchadas, un buen signo de que las cosas pueden mejorar en futuras ediciones.

Tags relacionados:

TE RECOMENDAMOS:

POST RECIENTES

Te puede interesar…

Esta web utiliza cookies propias y de terceros para su correcto funcionamiento y para fines analíticos y para fines de afiliación y para mostrarte publicidad relacionada con sus preferencias en base a un perfil elaborado a partir de tus hábitos de navegación. Al hacer clic en el botón Aceptar, acepta el uso de estas tecnologías y el procesamiento de tus datos para estos propósitos. Configurar y más información
Privacidad