Tras un inicio prometedor, llegada ya la mitad de la quinta temporada, Lo que hacemos en las sombras está demostrando una gran solidez. El tercer, cuarto y quinto episodio suponen un retorno a la esencia de la sitcom. Es decir, vampiros idiotas en historias descacharrantes. Caos puro es lo que despliega la serie, aprovechando a un reparto que sabe manejarlo.

Orgullo, cambios de cuerpo y vampiros en el espacio en el tercer capítulo
La relación de Guillermo (Harvey Guillén) y Nandor (Kayvan Novak) es el arco más antiguo de Lo que hacemos en las sombras. Un ir y venir constante, un ciclo de «me voy/me quedo» por parte del familiar basado en la negativa a transformarle en vampiro de su maestro. Lo de convertirse por su cuenta le ha salido rana y en este tercer episodio de la quinta temporada hay momentos que lo explotan. Las alitas de Gizmo son impagables. Asimismo, Lazslo (Matt Berry) le ayuda y le investiga, demostrando que es un caballero científico. Explorando el lore vampírico, incluso encuentra una forma de salir bajo el sol.
Nadja (Natasia Demetriou) y su muñeca se cambian el cuerpo, con la ayuda de la Guía (Kristen Schaal), para que el espíritu pueda perder la virginidad. Esto da pie a una riña madre/hija ridícula en la que se ve involucrado, en cuerpo y alma, Colin Robinson (Mark Proksch). Con escenas a lo Cazafantasmas y erótico resultado, parece difícil de superar. El problema es que Nandor, para impresionar a Guillermo principalmente, decide demostrar que puede volar al espacio. Toda la secuencia de eventos es estúpidamente brillante.
De esta forma, las minitramas son las que hacen al tercer capítulo coger altura. El argumento, que es básicamente que el vecino se va a presentar a un puesto político y quiere que los vampiros le ayuden a organizar un Orgullo, queda muy de lado. Hay situaciones muy graciosas, pero no equiparables al caos de las movidas de Nadja y su queca, Nandor el espacial y el combo Gizmo/Lazslo.
Un cuarto episodio dominado por Colin Robinson
El cuarto episodio de la quinta temporada de Lo que hacemos en las sombras le da a Colin Robinson la manija. Porque entre el caos surge el orden y este es un alimento ideal para un vampiro energético. La campaña del vecino necesita un sustituto y el personaje de Mark Proksch se presenta voluntario. Debates y demás cuestiones generan un banquete.
Lo mejor es ver de vuelta a Evie (Vanessa Bayer), la vampira emocional de la que Colin se enamoró en la primera temporada. Juntos se ponen hasta arriba de jalar a costa del proceso electoral, que están dispuestos a perder. Pero he aquí que aparece el Consejo vampírico energético. El tedio que generan es real, traspasa la pantalla y lleva al extremo las bazas habitualmente mostradas por Robinson.
Para quien sea fan del personaje, este capítulo es una delicia. No tiene el descacharre del anterior o del posterior, pero sigue su misma onda. Es decir, explotar una situación concreta no dominada por la trama meta. Con todo, hay momentos caóticos, uno incluye exhibicionismo por parte de Colin. Nandor tiene una subtrama en la que trata de hacerse amigo de un judío para dar envidia a Gizmo, circuncisión mediante incluso. Nadja tiene minutos junto a sus paisanos de Antipaxos, pero debe lidiar con las meteduras de pata de Lazslo. La resolución es pelín floja.
La histeria vampírica del quinto episodio
Pero si ha habido un momento de puro caos en toda la serie, ese ha sido el quinto episodio de a T5. El nivel de locura es a ratos similar al de la línea temporal 1 de The darkest timeline en Community. Una inundación por una tubería rota lleva a una reportera local al vecindario de los vampiros. Nandor desvela en cámara que lleva vivo siglos. No comprende que no le van a tomar por más que un friki, por lo que acude histérico a la casa y extiende este sentimiento al resto.
Un plan de cambio de vivienda se lanza mientras Colin Robinson entra en modo rambo o Nadia y su queca se ponen rubias. Lazslo realiza un plan consistente en secuestrar a la reportera con la que han hablado con un saco. Desde ahí, todo es un sindiós en el que Gizmo apenas puede intervenir. De hecho, cuando tiene capacidad de acción, decide dejar que el caos siga su curso. La cascada de gags de los cinco vampiros haciendo el idiota es de las más notables de la ficción, culminando con una secuencia en la tele local que es simplemente gloriosa.
Guillermo por su parte intenta contar a su madre que es vampiro y no podrá verles. No encuentra el momento ya que resulta que es el cumpleaños de la mujer. La cena consecuente incluye situaciones graciosas junto a su familia. En todo caso, es un añadido paralelo, necesario para que avance la trama principal pero que, sin molestar, simplemente da respiros entre mongolidad y mongolidad de la Guía, Colin, Nadja, Lazslo y Nandor.