Loki, el bebé abandonado condenado a ser villano para no ser invisible

Lo que históricamente hemos querido a Loki nos ha traído hasta aquí: una década después seguimos hablando de este personaje.
Análisis de Loki

“Estamos rotos, cualquier versión de nosotros. Para siempre”. Son palabras que pronuncia el Loki de Richard E. Grant en Loki, la serie de televisión de Disney. Su primera temporada pudo suponer, para los fans históricos de este personaje de Marvel en general, y del Universo Cinematográfico en particular, una gozada. Loki fue en muchos sentidos una vía de comunicación directa con el personaje, que respondió a preguntas que llevaban en el aire mucho tiempo (¿le gusta ver sufrir a los demás?) y se sometió a los juicios que nos interesaban con respecto a su carácter.

También nos dejó reflexiones que ayudaron a conocer un poco más al que siempre ha sido uno de los favoritos del público, incluso cuando parecía que su condena última era ser villano. Menos mal que dejó de serlo hace ya tiempo y menos mal que tenemos una segunda vida para él. “Nadie es totalmente malo y nadie es totalmente bueno”, dice en el segundo capítulo. En el primero dice lo de siempre, “nací para ser rey”, mientras que en el último dice lo que ya dijo en Thor (2011): “no quiero un trono”. Qué precioso lío es Loki, que además encontró en Tom Hiddleston el intérprete adecuado para hacer algo significativo con sus virtudes y sus demonios.

spoilers_loki

Un personaje condenado a la soledad… o la villanía

Loki en Thor (2011)

El Loki del Universo Cinematográfico de Marvel lleva dentro de sí una profunda necesidad de ser visto, querido y valorado, pero termina persiguiendo estos objetivos por las vías equivocadas. Es decir, desde la imposición y desde la violencia, pero buscando de manera inconsciente el cariño y la admiración. Así quedó poco a poco condenado a la necesidad de ser villano para dejar de ser invisible, partiendo de la soledad de quien no encuentra la forma de ser plenamente querido en su mejor versión.

Su historia es la historia de alguien que siempre ha estado por detrás, porque siempre ha sido el segundo en todos los aspectos: el hermano pequeño, el príncipe sin funciones. El descubrimiento de su verdadero origen, ya en Thor, solo empeoró este sentimiento de inferioridad. Confirmó que nunca había habido para él otra posibilidad y cargó contra su propia naturaleza: cómo va a ser importante si es el enemigo. Hasta que Loki no se planta cara a cara con esta realidad no se convierte en el villano que, durante un tiempo, fue en el UCM. En Thor, de hecho, el espectador puede encontrar numerosos detalles positivos en su persona, antes y después de conocer la verdad. La verdad: que su vida ha sido una mentira y que nunca ha tenido una oportunidad real en Asgard.

Precisamente de esto habla en Loki, la serie. Nunca ha sentido el amor como algo real. A partir de aquí surge una de las reflexiones más chulas firmadas por el personaje: el amor es una daga. Es preciosa y si la tienes en tu mano puedes controlarla, pero también puede volverse contra ti y entonces se vuelve un arma que puede acabar contigo. Para Loki, el amor, como esa daga que emplea para llevar a cabo la metáfora, no es más que una ilusión. Lo dice mientras la hace desaparecer y entendemos de inmediato que así se ha sentido siempre. No ha habido nunca nada demasiado real a su alrededor.

Su padre, su hermano y su madre: amor y dolor

Thor y Loki en 'Ragnarok'

Buena parte de lo que somos, pensamos y sentimos tiene su origen primero en la infancia, y no es diferente con Loki. La relación desarrollada con las tres figuras que marcaron sus primeros pasos sigue teniendo un impacto en el presente y hasta el final, cuando muere en Vengadores: Infinity War (2018). En su padre, Odín, busca la validación de un ser al que considera superior y sin cuya aprobación no puede sentirse tranquilo. Loki se ha sentido siempre insuficiente para su padre, casi invisible. A partir de aquí nace la presión por ser digno y merecedor del trono (trono = amor), esa necesidad de probar que él también puede ser como Thor, esa necesidad de que su padre le mire (llega a pedírselo a gritos).

Por eso cuando Odín le niega ese amor, al final de Thor, la decisión que toma Loki es lanzarse al vacío. Sin esa validación no se siente nadie. Y por eso también cuando Odín pronuncia ese “os quiero, hijos” que incluye a Loki, en los primeros compases de Thor: Ragnarok, la expresión del personaje lo dice todo. Hay agradecimiento y la más grande de las emociones, porque por fin ha recibido lo que necesitaba: cariño y validación por parte de esa figura.

La relación que tiene con Thor es más compleja, porque entre ellos sí se ha establecido una cierta dinámica que los iguala: han crecido juntos y han establecido una auténtica conexión fraternal. Claro que esta siempre ha estado empañada por los dolorosos títulos de “primero” y “segundo”. Para Thor nunca ha habido rivalidad porque se sentía cómodo y seguro con ese título, pero para Loki ser segundo significaba todo lo anterior.

Su familia y su pueblo lo veían inferior a Thor, pero él, que estaba cerca de su hermano, veía todos sus defectos de carácter y todos sus errores, y no entendía los títulos. Aquí nace la frustración, que da paso a la rabia, que, ya revelada su naturaleza, da paso al villano que quiere reclamar lo que él también puede tener. Que quiere que le miren y vean todo lo que puede hacer, aunque el precio a pagar para ello sea ser villano. Porque si Thor es digno a pesar de los defectos entonces él también lo es, y no debería quedar excluido de ese trono (= amor) solo por ser el segundo. Él también puede tener su trono, él también es suficiente para ello. Este es un poco el razonamiento de Loki, que de hecho tiene bastante sentido en Thor, cuando el protagonista todavía no ha seguido el camino del héroe y no es, por tanto, el tremendo personaje en el que se termina convirtiendo.

Frigga y Loki

El amor más evidente de Loki siempre ha sido su madre, que fue curiosamente quien le enseñó a convertir el mundo en una ilusión. Con Frigga, Loki siempre se ha sentido lo suficientemente querido como para mostrarse vulnerable. Como para mostrar amor sin tener que recurrir también a la oscuridad anterior. Dado que es lo más real que ha sentido, es quien siempre supone un golpe de efecto para él. Cuando muere, en Thor: El mundo oscuro (2013), Loki recupera sus virtudes para honrar su memoria. Cuando la ve morir, en Loki, pero todavía no ha vivido su muerte, se plantea por primera vez las consecuencias de sus actos.

Y se confiesa por primera vez, dándonos así esa respuesta deseada: “no disfruto haciendo daño”. Hacer daño es, dice, parte del truco, del papel de villano que ha tenido que crearse porque, en realidad, él es más débil que nadie. Porque tiene todas estas carencias que no ha podido resolver, porque es difícil resolverlas cuando sientes que el mundo te niega la mirada.

El juicio a Loki en la Agencia de Variación Temporal

Mobius y Loki

Mobius (Owen Wilson) actúa en Loki como lo haría un espectador implicado si tuviera la oportunidad de colarse en la ficción. ¿Por qué alguien con tus capacidades sólo persigue gobernar como fin único?, le pregunta, ¿disfrutas haciendo que la gente se sienta débil y con miedo? En la ficción de Disney+ se despliega un auténtico juicio a los peores rasgos de carácter de Loki. “No naciste para ser rey sino para causar dolor, y para que otros consigan ser la mejor versión de sí mismos”, le dice Mobius más adelante. Todo lo que más le duele a Loki (la negación de su validez y su vida al servicio de otros) está en esa frase, y Mobius lo sabe porque para eso es un espectador infiltrado, en parte prendado de las posibilidades de Loki y en parte cabreado porque se rinde a ser la peor versión de sí mismo.

En Loki se ponen en entredicho los porqués de este personaje, y se retuercen tanto que hasta él mismo se contradice. “La idea de que los Guardianes del Tiempo decidan el destino de todos es absurda”, dice en el primer capítulo un personaje que quiere arrebatar la libertad a la población terrestre porque la idea de la libertad, según su panfleto de conquista, es una idea equivocada que hace infelices a las personas. La verdad es que hasta esa especie de segunda vida para él que vemos en Loki ni siquiera él mismo se estaba planteando por qué hacía lo que hacía. Por supuesto que es el Dios del Engaño, pero consigo mismo.

La redención de Loki: Ragnarok y la renuncia al trono

La redención de Loki no empieza en Loki, ni mucho menos en Infinity War: empieza en Ragnarok. En realidad, Loki ha estado siempre implicado en bucles de redención, pero nunca ha podido completarlos porque todos esos defectos (que no son más que miedos e inseguridades) se terminaban imponiendo.

La primera vez que Loki se expone a su verdadera naturaleza, como ya reflexionamos hablando de sus demonios, tiembla de miedo. Está asustado porque no le gusta imaginarse como el villano que puede llegar a ser, porque en el fondo prefiere la otra historia, la historia en la que puede vencer la condena y estar al lado del héroe. Eso es Ragnarok, cuando toma la decisión de luchar junto a su hermano por Asgard. Que no es, por cierto, una decisión momentánea, porque después de eso todavía se queda al lado del rey de Asgard. La palabra “trono” no sale de su boca, porque en realidad no lo necesita.

Esa es su primera redención. La segunda llega en su segunda vida, la que vemos en Loki. Aquí sí recorre un camino en el que es el protagonista absoluto y que termina consigo mismo reconociendo lo que sucede con él. “Intento llamar la atención porque soy un narcisista”, comienza, y cierra el círculo: “me da miedo quedarme solo”. Como ese bebé azul abandonado tras la guerra que Odín rescató. Ahí empieza su condena. Por fortuna, ese espectador infiltrado llamado Mobius le ofrece el último impulso que necesita: Loki puede ser quien quiera ser, no tiene que ser ese bebé azul abandonado del reino enemigo ni tiene que ser el segundón condenado a ser villano para que alguien le mire. Puede ser quien quiera ser, incluso alguien bueno. Y ese impulso nos lleva al final de la primera temporada de Loki, cuando Loki le dice a Sylvie que no quiere el trono, que solo quiere que ella esté bien. Amor = trono. Qué gozada esta segunda vida de Loki.

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