Convertirse en el héroe de acción favorito de una generación, o varias, es complicado. Keanu Reeves lo ha logrado más de una vez. Primero fue con su Neo en Matrix y más adelante con un taciturno asesino a sueldo. Una película menor pasó a ser un fenómeno y en buena medida es por su protagonista. Un tipo que se dedica a matar pero ha tocado el corazoncito de la audiencia. Puede ser difícil entenderlo, por eso vamos a repasar algunos de los motivos por los que John Wick nos cae tan bien.
Adoramos las historias de venganza
Desde escrituras sagradas a mitos griegos, de sagas vikingas a obras modernas, la venganza siempre ha sido un tema predominante en la ficción. Cuando esta se rodea de un halo de justicia, quien la ejecuta suele ganarse el cariño de la audiencia, sea esta cual sea. El caso de John Wick es un ejemplo muy claro de ello.
El asesino a sueldo estaba tranquilo viviendo su retiro cuando el mundo se le cae. Su mujer muere desgraciadamente y le deja un regalo póstumo en forma de perrita. Pero unos malos muy malos matan este último ligazón con la paz. Dios perdonará, más John Wick no.
En el mundo real, masacrar a decenas, cientos, de personas, por muy mafiosas que sean, sería algo desproporcionado por la muerte de un can. Sin embargo, cuadra con el universo que plantea esa primera película en que ocurre la muerte de Daisy. No solo se muere la cachorra, también la vida como civil de John. Su mujer seguía viviendo para él en ese animal y se lo arrebatan de la forma más mezquina. Para el público al que iba dirigido, concienciado con el maltrato animal, es un motivo más que suficiente para querer que el protagonista inicie su sangrienta venganza.

Sabe cómo vestir un traje
Durante toda la saga uno de los aspectos más notables es lo ideales que van los asesinos. Se mueven en un mundo propio, con el consejo llamado la Mesa al frente. Los hoteles Continental son los epicentros de este gremio. En ellos se encuentran elementos necesarios para que sicarios como Wick vayan bien equipados. Entre esos pertrechos destacan unos trajes que hacen que el protagonista siempre vaya hecho un pincel.
El jefe de vestuario Luca Mosca es el responsable de que el personaje de Keanu Reeves, así como el Charon de Lance Reddick o los colegas de John, luzcan ese estilo tan sencillo y elegante. Saber manejarse en las altas esferas mientras matan es vital y un buen traje abre muchas puertas. Además, estas prendas protegen a sus usuarios de las balas, un añadido interesante.
Pero el tipo de traje con el que se presentó a John Wick aporta más que elegancia o protección. El estilo, basado en los años 70, recuerda el luto que está viviendo el protagonista. Adquiere así un aura casi pía, sacerdotal, que ayuda a que empatizar con él otro tanto.
Es un tipo con principios
Como se ha señalado, la esfera de los asesinos y la de los civiles está totalmente separada en la saga John Wick. Por eso la gente de a pie casi no reacciona cuando se dan masacres a su alrededor. En el caso del protagonista, se puede comprobar que posee un estricto código que le lleva a no dañar a inocentes. Algo que destaca en la comunidad a la que vuelve en la primera película.
A pesar de no conocer otro modo de vida que la violencia, algo que recuerda a la sadcom de HBO Barry, Wick es capaz de renunciar a ella si no es necesaria. Si el agravio al que se ha visto sometido es demasiado grande, el asunto cambia. Que se lo pregunten si no al villano del primer film.
Los principios de John Wick son los que le llevan a mantenerse firme y enfrentarse a la Mesa ya avanzada la serie de películas. Asimismo es capaz de mostrar una lealtad que roza lo enfermizo. Al final, entre la comodidad de ceder y las dificultades de ser fiel a sí mismo, el personaje de Reeves elige lo segundo. Un rasgo que ha llevado a que la audiencia lo respete.

Busca la redención
Pero de los valores, de la moral, a los hechos hay un trecho. La venganza que se ve en el capítulo inicial tiene unas consecuencias que el personaje asume con estoicismo. Si ha hecho mal, se responsabiliza de ello y se prepara para lo que tenga que venir. Sin embargo, detrás de ello no hay más que un viaje de ida y vuelta.
Conocer a Helen llevó la paz a la vida de John. Dejó de ser Baba Yaga para ser un don nadie más, pero uno feliz. El altercado con Daisy le hizo alejarse de ese camino solo momentáneamente. Si se retiró fue por algo. A la postre, no ha dejado de buscar como reencontrarse con la redención, como puede verse especialmente en las últimas películas. Redimirse es algo atrayente, casi hay un entrenamiento social para ello, y los escritores de la saga han sabido jugar esa baza.
No le hace falta hablar para demostrar lo que vale
Los silencios bien ejecutados son una delicia cinematográfica. La escena del cine de la Sharon Tate de Margot Robbie en Érase una vez en Hollywood es un claro ejemplo. También lo es el El Hombre sin nombre interpretado por Clint Eastwood en la Trilogía del dólar de Leone. Este último director, así como Kurosawa, fueron referentes para el equipo de dirección de John Wick.
No es extraño, por ello, que el protagonista de la saga no sea precisamente hablador. Apenas dice 380 palabras en los 169 minutos de John Wick: Capítulo 4. En el primer film, fueron 484. Por suerte Keanu Reeves no necesita hablar para transmitir en pantalla. Incluso estilo de pelea de su personaje resulta muy reconocible y le ayuda incluso a definir su personalidad, pragmática y estoica. Junto a ello se sitúan decisiones narrativas que le permiten mostrar humanidad sin hablar, como cuando acuna a su perrita muerta. Y hablando de canes…

Le gustan los perritos
Para qué negarlo, el hecho de que John Wick adore a los perretes hace que sea más fácil quererle. Una treta que ya usaron en Kingsman, por cierto. No solo cuida amorosamente de la pobre Daisy, sino que adopta a un pitbull que iba a ser sacrificado al que simplemente llama «perro» o «chico».
Durante su periplo fílmico, John Wick no entrena a su coleguita como arma. Lo quiere simplemente para que esté con él y meterle en peleas no es una buena idea de cara a su seguridad. Hay que reconocer que los guionistas han sabido jugar bien esta carta. No hay que olvidar que estamos en una sociedad, la occidental, en que hay personas que salvarían antes a su animal de compañía que a una persona desconocida.
Lo interpreta Keanu Reeves
Puede parecer una perogrullada, pero que un actor sea majísimo en la vida real ayuda sobremanera a extender ese rasgo a sus personajes. En ese sentido, Keanu Reeves posiblemente sea una de las personas más agradables que pueblan Hollywood. Un tipo que ha sabido sufrir y que vive con la cabeza en la tierra.
Los virales que ha protagonizado Reeves han sido, por ejemplo, por no tocar directamente a las fans en las fotos que se hacen con él. Se le ha visto en el metro cediendo el asiento y colabora con causas benéficas. Es trabajador y no duda en atender a sus fans. Cuando un espectador mira a la pantalla y ve su cara, no contempla solo a un asesino sino a Keanu. A partir de ahí, ponerse de su lado es mucho más fácil.