La nueva serie estrella de Netflix bebe de uno de sus anteriores pelotazos. No en vano, sus creadores son los mismos que estuvieron tras Dark. La pareja alemana Jantje Friese y Baran bo Odar vuelven a las andadas. Eso sí, para disfrutarla hay que ver 1899 en versión original sí o sí. No se trata de una alternativa fruto del respeto a la interpretación primaria de los intérpretes ni de puritanismo cinéfilo. Es la única manera de ver la producción y que tenga un sentido completo.
Un reparto que habla en el idioma materno de sus personajes
Ese es precisamente el motivo por el que es obligado ver 1899 en su versión original. Desde la actriz de Maura, la inglesa Emily Beecham, hasta Andreas Pietschmann, que da vida al capitán Eyk, todos se expresan en la lengua que corresponde a quien encarnan. Una torre de babel que bebe de un naturalismo lingüístico total. El mismo que también maneja a la perfección la película española As bestas.
El propio reparto reconoce en el making of de la serie que el ambiente era muy peculiar en el rodaje. En la mayoría de las ocasiones, no sabían qué estaba diciendo sus compañeros. De esta manera, el entendimiento venía en muchas ocasiones del lenguaje corporal. Así se desarrollan romances, alianzas y conflictos. Sin necesidad de entender exactamente al otro, sino guiándose por reglas universales de comunicación. Una decisión que puede parecer simple pero que refuerza en gran medida tanto la inmersión del espectador como las tramas que se van desarrollando.
De esta forma, si quieres disfrutar de verdad de una serie que a pesar de ser entretenida no termina de cuadrar bien su tono de misterio, pon el V.O. en las opciones de audio. Con los subtítulos es fácil seguir lo que ocurre en pantalla, a pesar de las muchas preguntas que ha despertado su primera temporada. Además, es la mejor forma de sentirse uno más a bordo del Kerberos en su viaje de Londres a Nueva York.