Amazon Prime Video recupera una de las series catalanas más aplaudidas y admiradas y la reinventa, adaptándola a los nuevos tiempos y mostrando una Ciudad Condal diversa y abierta. Citas Barcelona acaba de estrenarse en la plataforma, con un exquisito reparto y una importante polémica que está empañando uno de los regresos más esperados. Tras el visionado de sus primeros episodios, parece que este retorno, además de quedar opacado por esa polémica, no será lo que esperábamos.
La magia de Citas
Con la serie original pasaba algo muy especial. No importaba el estado de ánimo del espectador, ni su estado civil, después de ver un capítulo, siempre apetecía tener una cita. Con tu pareja, con ese amigo con el que siempre ha habido química, con un amor del pasado o con un desconocido. Eso era lo de menos. Sus episodios provocaban ese cosquilleo en el estómago, esa chispa que surge cuando se produce una conexión entre personas, esas ganas de conocer las inquietudes, los deseos y las pasiones de alguien con quien, aparentemente, no tienes nada que ver. Eso es lo que transmitían las historias de sus protagonistas, y es algo que no se encuentra con facilidad en el arranque de Citas Barcelona.
Probablemente, la clave de la ficción original estaba en que sus historias y sus personajes eran universales. No porque el público haya vivido exactamente las mismas situaciones que veía en pantalla, sino porque era muy fácil identificarse con todos los personajes, verse reflejado en ellos. Eran personas comunes, con conflictos comunes. Y estaban representadas de una forma muy realista. Por eso, los espectadores sentían que esas historias también podrían ser suyas. Y querían vivirlas.
En el inicio de Citas Barcelona esta magia se rompe. Sin ir más lejos, la serie arranca con una fiesta de Nochevieja en el lujoso hotel W de Barcelona, en la que Laura se encuentra con Dulceida y mantiene una corta conversación con ella. Ahí ya se marca una distancia con el espectador promedio, que quizá no se plantea celebrar el Fin de Año en uno de los hoteles más exclusivos de la capital catalana, ni brindar con una de las influencers más conocidas del país. Lo que siente el personaje interpretado por Clara Lago sí es universal, y ahí está la conexión con quien se encuentra detrás de la pantalla, pero esa distancia que se marca en los primeros minutos de la serie marca la tónica de lo que está por venir.
La identidad y la esencia de Citas
La polémica que ha surgido con el estreno de la serie tiene que ver con la preponderancia del castellano. Quizá para quienes lleguen de nuevas a Citas Barcelona, esto no resulte extraño ni suponga ningún tipo de inconveniente. Pero a quienes ya disfrutaran de la serie original, puede desconectarles desde el mismo arranque. Porque el catalán forma parte de la esencia de esta ficción (catalana) y ahora se antoja algo forzada e injusta la drástica reducción, al menos en los primeros episodios, del idioma. Una decisión que, además, no termina de comprenderse, especialmente por los catalanoparlantes.
Esto, sumado a esa distancia que de repente se ha instaurado entre los personajes y los espectadores, hace que este regreso no sea todo lo satisfactorio y emocionante que se esperaba. Quizá aquí, los seguidores de la serie original, hayamos pecado de nostálgicos y nuestra opinión esté en cierta manera viciada por nuestros deseos y recuerdos. Pero lo cierto es que, aunque no es un suspenso, el inicio de Citas Barcelona probablemente sea un bien raspado.
Queda mantener la confianza de cara al resto de la temporada, en la que es posible que la distancia se reduzca y que el espectacular reparto, que cuenta con nombres como Laia Costa, David Verdaguer o Carlos Cuevas, eleve las historias hasta el nivel que se esperaba. Y que, detrás de la pantalla, vuelvan a aparecer las ganas de tener una cita. Aunque termine siendo un desastre.