Cozy crime. Un género que lleva mucho tiempo entre nosotros. Quizá no reconozca el término, pero está a su alrededor. Esa novela de misterio que leyó en la playa podría serlo. Aunque no lo crea, esa serie tan de moda en la que salen dos cómicos veteranos y una exchica Disney lo es. Incluso usted podría ser un cozy… (Perdón, el redactor se ha emocionado). Lo que queremos es contar por qué es normal que el último gran ejemplo televisivo de este subgénero, Solo asesinatos en el edificio, ha tenido tanto éxito.
Misterios de salón para toda la familia
La serie de Hulu, subsidiaria de Disney, es como se ha dicho parte del subgénero del suspense llamado cozy crime. Se trata de la rama más amable de la ficción de asesinatos. No prima el realismo a la hora de mostrar la muerte, no hay sangre, no hay cadáveres putrefactos, no importan las grandes escenas de acción. En lugar de investigadores duros y torturados suele haber señoras mayores, pijillas, con tiempo libre. También valen sacerdotes y amateurs varios. El juego lógico lo es todo, porque al fin y al cabo los misterios presentados no dejan de ser puzzles intrincados.
Solo asesinatos en el edificio abraza el cozy crime desde el ámbito del podcast. Porque sus protagonistas no saben nada de investigar más allá de escuchar episodios de crímenes reales. De esta forma, tirando mucho del gran referente de este estilo de suspense, Agatha Christie, acaban inmersos en un asesinato real.
El desarrollo de sus pesquisas es totalmente parapolicial. Unos misterios se mezclan con otros y tocan en lo personal a los personajes principales. Eso sí, en todo momento con un aura blanca, con mayor protagonismo de la curiosidad que del drama. Así, Solo asesinatos es un relato que puede ver cualquiera, que se contempla bien en familia, en pareja o con amigos. Nada incómodo, se presta a una audiencia masiva y a un éxito a similar escala.
Una terna protagonista de garantías
Tener intérpretes contrastados suele dar resultados, aunque no garantiza nada. En el caso de Solo asesinatos en el edificio, la apuesta salió redonda. Al frente del reparto están dos veteranísimos de la comedia y una estrella pop. Selena Gómez encarna a Mabel Mora, una joven misteriosa. Ella es el enganche con el sector millennial, todavía joven pero ya no tanto.
Frente a la muchacha están Steve Martin y Martin Short. El primero es Charles-Haden Savage, un actor venido a menos que puso cara a un famoso detective televisivo en los 80, Brazzos. Mientras tanto, el segundo da vida a Oliver Putnam. Se trata de un productor de Broadway venido a menos. Ambos están muy queridos de sí mismos y han arruinado sus familias. Les separa el carácter más serio del intérprete, que choca con la excentricidad y ambición del dirigente teatral.
El resto del reparto está a la altura. Tina Fey, Nathan Lane o Amy Ryan siguen el ritmo a los protagonistas, aunque cabe reconocer que el trío se lleva casi todos los focos. Si Gómez apelaba a un público relativamente joven, sus dos compañeros atacan al equivalente de sus padres. Los conflictos que sufren refuerzan este cariz intergeneracional sin desgastar el desarrollo de los personajes. La mucha química que se percibe en escena hace el resto.
Misterios sobre misterios que dan pie a teorías semanales
A pesar de lo anterior, la serie sigue siendo de suspense. Necesita convencer con una trama que descoloque a ratos pero tenga sentido una vez desveladas sus cartas. Al menos en sus dos primeras temporadas, Solo asesinatos en el edificio lo ha conseguido.
Para ello ha seguido por un lado los usos clásicos del género de asesinatos. Con un claro carácter episódico, que se disfruta semana a semana, se van abriendo y cerrando líneas de investigación en torno a un único caso por temporada. La ficción no duda en dar vueltas. Se cumple lo de que eso que parecía que esclarecería todo no es y lo de que el asesino estaba ahí todo el tiempo. Por ello, tras cada capítulo la comunidad suele compartir sus teorías sobre por dónde irá el asunto.
Mientras tanto, también actualiza la narrativa. El foco en la personalidad y relaciones de los personajes es grande. Hay evolución en los mismos, fruto de los vínculos forjados a raíz del asesinato de turno. Esta, sin embargo, no es tan cerrada como en formatos de tipo miniserie, sino que deja cabos para explorar en siguientes temporadas. Asimismo, Solo asesinatos se caracteriza por anunciar al muerto que protagonizará su siguiente entrega al final de su season finale. De esta forma, lo de las teorías se extiende en la espera que hay entre remesas de episodios.
El eterno atractivo de Nueva York
Hay espacios que la tele nos quiere hacer conocer. Quien haya visto It’s always sunny o Colegio Abbott seguramente querría darse una vuelta por Filadelfia (lejos de The gang, por supuesto). Los Ángeles sale en multitud de ficciones, incluso sitcoms como Bojack Horseman o Barry. Ojo, que esta última tiene un parecido muy claro con Solo asesinatos. Sea como fuere, Nueva York tiene las papeletas para ganar al resto. Sus calles son las de Friends o Seinfeld, las de la Velvet, pero también las de la serie de la que estamos hablando.
Solo asesinatos en el edificio se encarga de contar por qué el trocito de Nueva York sucede es tan especial. Por qué un condominio tiene una personalidad casi tan amplia como sus protagonistas. Porque el Arconia es donde suceden los dos primeros asesinatos. Un bloque de pisos basado en uno real, the Belnord, en el que el trío principal se conoce. La comunidad, igual de friki que la de Aquí no hay quien viva pero en pijo, permite exprimir el humor desplegado por Gómez, Martin y Short.
Es fácil imaginarse paseando por los mismos lugares que los personajes. Soñar con tener un pisazo así en la capital cultural del mundo. Ir a esas cafeterías yanquis y acudir a esas galerías de arte tan costa este. El reconocimiento de la marca Nueva York juega a favor de Solo asesinatos y sus creadores han sabido explotarla con elegancia. Con este motivo se cierra este repaso a las claves del éxito de una serie a ratos parece sacada de hace un par de décadas, pero que va como la seda en la parrilla del entretenimiento actual.