Facebook se creó en 2004. Twitter, en 2006. Instagram no se lanzó hasta 2010. Años antes, en 1998, Serial experiments Lain ya vaticinaba un mundo en el que las conexiones humanas saltaban al mundo virtual. Un cuarto de siglo más tarde, sus trece episodios siguen hablando en tiempo presente.
«Present day, present time«
Este lema suena al inicio de cada episodio, sucedido por una carcajada. Mediante dicha repetición, la serie de animación japonesa recalca la importancia de la temporalidad. A pesar de que se trate de una mirada al futuro con rasgos ciberpunk, todo cuanto proyecta responde a los miedos y las inquietudes de su época.
Serial experiments Lain muestra las secuelas de un largo siglo veinte azotado por guerras, posguerras y conflictos. Japón aún se lamía las heridas causadas por las bombas atómicas. Tiene sentido que los avances científicos fueran motivo de ansiedad, además de que el desarrollo de Internet se llevó a cabo en parte gracias a la carrera tecnológica de la Guerra Fría.
Cuando Lain nació, el WorldWideWeb, un rudimentario antepasado de internet, apenas llevaba unos años en funcionamiento. Las dimensiones que alcanzaría este primer navegador no eran claras, pero la semilla ya estaba sembrada. El futuro se mostraba inquietante e incierto. Esa es la base sobre la que se erige Serial experiments Lain.
En lo que respecta a su pronóstico del futuro, la serie tiene aciertos sorprendentes. Si bien retrata una tecnología que sigue una estética muy concreta, con gráficos en movimiento y hologramas que se despliegan alrededor del usuario, predice algunos dispositivos y programas a los que les faltaban años para existir. Por ejemplo, muestra unas gafas de realidad virtual muy similares a las Oculus Rift, que no se lanzaron hasta el año 2016. También hace un pronóstico bastante certero de los asistentes virtuales tipo Siri y las inteligencias artificiales que tanto revuelo están causando en la actualidad.
Argumento de un anime difícil de explicar
Lain es una de esas obras que cuesta sintetizar, principalmente por la densidad de su discurso y el halo críptico que la rodea. En la superficie, la serie gira en torno a Lain Iwakura, una adolescente de catorce años que muestra una personalidad reservada e introvertida. Este podría ser el inicio de cualquier historia de instituto repleta de clichés, pero no. A medida que avanzan los minutos, se demuestra que nada es lo que parece, y mucho menos en lo que respecta al personaje principal.
Serial experiments Lain arranca con el suicidio de una joven llamada Chisa. El ambiente se remueve en el instituto cuando ciertas personas empiezan a recibir correos electrónicos de la fallecida. A pesar de su aparente indiferencia por los ordenadores, Lain acude a la bandeja de entrada para encontrarse con uno de esos mensajes. Así se abre la caja de Pandora.
La protagonista le pide a su padre que le compre un ordenador Navi de última generación. Esta herramienta le permite acceder al Wired, algo similar al internet actual. De esta forma, Lain comienza su descenso a los infiernos a través de episodios que son capas, hundiéndose cada vez más en el mundo virtual, cuyos límites con la realidad se van desdibujando progresivamente. En ese proceso, la audiencia empieza a dudar si las cosas no eran ya extrañas desde un principio.
Conexiones humanas en Serial experiments Lain
Soledad y abandono en el mundo real
En Serial experiments Lain, los sentimientos de soledad y aislamiento se manifiestan tanto en el mundo real como en el Wired. Las interacciones sociales de la serie son una maraña de silencios y preguntas que se quedan en el aire porque nadie se molesta en contestarlas. La cámara recorre calles vacías, masas de gente difuminada y cableados interminables que inundan los fotogramas con sus zumbidos. En esta atmósfera asfixiante, los postes de electricidad contemplan la hostilidad de una ciudad gris.
En lo que respecta a Lain, ella no encaja con la gente de su edad, que la ve como un bicho raro y se ríe de su ropa y su carácter abstraído. En casa, la situación es incluso peor. Su familia cena en silencio, como un grupo de extraños que no tienen nada en común además del techo que comparten. Su padre solo se relaciona con ella cuando muestra interés por su gran afición, los ordenadores. La protagonista termina en comisaría tras presenciar un incidente grave y nadie responde el teléfono. Una y otra vez, regresa a una casa vacía. Con el tiempo, la serie revela el secreto que esconde esta situación familiar intermitente.
Lain navega este mundo hostil en un estado de embotamiento emocional. La infantilización y el ostracismo social que sufre la empujan a los márgenes y la empequeñecen. Hablan de ella como si no escuchara, como si fuese incapaz de reaccionar. Lain intenta seguir las conversaciones y comprender las claves de conducta, pero no es capaz de dominar el juego.
Al principio de la serie, la protagonista dista mucho de estar presente. Para empezar, no va al día con los avances tecnológicos, por lo que se encuentra fuera de la rueda social. De hecho, cuando Chisa muere, Lain tarda semanas en recibir la noticia de la que todo el mundo está hablando.
Además de eso, su experiencia en el mundo real se encuentra distorsionada por una serie de visiones extrañas. La vida de Lain es un caleidoscopio de imágenes confusas, sombras con manchas de colores y humo onírico. Estos fenómenos a los que no sabe darles voz, un impedimento más para comunicarse con normalidad, son pequeños indicios de que el Wired reclama la presencia de Lain.
El Wired como medio para comunicarse y conectar con las personas
Poco a poco, Lain se sumerge en el mundo virtual. La pantalla del Navi, que en un comienzo parecía una ventana amenazante a otra dimensión, ilumina la soledad de su cuarto. Los cables la invaden como serpientes enroscándose por todas partes. Ella aprende a modificar la máquina y la hace más compleja. Un dispositivo llamado Psique le concede un acceso total al Wired. Ya ha alcanzado el punto de no retorno.
Este proceso lineal parece dar a entender que la protagonista no existía ya en el plano virtual. Por supuesto, las cosas no son tan simples. Lain no es solamente una nave espacial a punto de ser espaguetizada, sino que también es el agujero negro en cuestión. Muchas personas han visto a Lain en lugares que ella nunca ha pisado, haciendo gala de comportamientos que no se ajustan a su personalidad. Todo el mundo conoce y ama a Lain, pero no en su versión humana. En el Wired, toma una forma completamente diferente. Varias, de hecho. Y todo apunta a una pregunta…
¿Quién es Lain?
La serie enfoca a su protagonista desde ángulos divergentes. Es una adolescente tímida de catorce años. Pero también es una presencia omnipotente en el Wired. Y una serie de figuras que ofrecen a los usuarios de la red todo aquello que buscan. Más que una dicotomía, la personalidad de Lain esgrime una profunda fragmentación de la psique humana, clara manifestación de la distorsión del “yo” en lo virtual que tanto asustaba a la población de la época. El tema de desdoblar la personalidad en internet sigue siendo un debate latente.
En cierto modo, Lain personifica la línea divisoria entre el Wired y el mundo real. Su alter ego irrumpe en su entorno, mientras que la Lain humana pierde contacto con la realidad que conocía para integrarse completamente en el Wired. A pesar de todo, su paso por el plano de la realidad no es más que una ilusión. Su familia no es su familia, y no tiene pasado ni recuerdos.
En definitiva, la protagonista de la serie no es más que el holograma de un ente virtual que transita la tierra por un tiempo limitado. Llegado el momento, no tiene más que desearlo para eliminarse a sí misma de los recuerdos de las personas con las que ha coincidido durante esa etapa. Entonces, la diosa del Wired hace desaparecer su rastro para observarlo todo desde el anonimato.

Lain y la filosofía de un nuevo tejido social
A pesar de que tenga tintes pesimistas, Serial experiments Lain pone sobre la mesa una conversación abierta. Salvando algunas excepciones, los personajes están poco definidos, no llegamos a entenderlos del todo y presentan inquietudes que no llegan a resolverse. Ni siquiera invita a comprender a Lain o identificarse completamente con ella, ya que su personalidad es opaca y ligeramente confusa. Pero sí podemos conectar con su contexto y sus circunstancias, con sentimientos tan humanos como la soledad o la búsqueda de la identidad.
El anime usa como tablero una especie de dualismo platónico, siendo el Wired el mundo de las ideas y la realidad el plano material e imperfecto. No obstante, también se debate la idealización de la virtualidad perfecta, ya que las personas que participan en ella son las mismas, por lo que arrastran a la red los mismos valores y actos inmorales. La difusión de rumores y la violencia que se ejercen en el Wired para trasladar sus consecuencias al mundo real son algunos de los temas que explora la serie, anticipándose al odio y el acoso que se dan en la mayoría de las redes sociales hoy en día.
Como tantos otros animes psicológicos de los noventa, Serial experiments Lain navega temáticas como el existencialismo y el papel del individuo en el tejido humano. Por ejemplo, se puede encontrar un paralelismo con Neon Genesis Evangelion, que se emitió por primera vez unos años atrás. Respecto a ese tema, Evangelion propone el Proyecto de Instrumentalización Humana, un plan para fusionar las mentes conscientes y dar forma a un único ente que englobe a toda la humanidad.
En cambio, Lain no plantea ninguna medida drástica para unificar la experiencia humana. En realidad, uno de los aspectos más interesantes de la serie es el hecho de que cada visionado puede aportar nuevas ideas y líneas de pensamiento respecto a un mismo tema. Los discursos a los que da voz se contradicen y transforman constantemente, sin ánimo de imponer ninguna conclusión específica.
Serial experiments Lain es un ensayo inacabado que permite reflexionar acerca de las conexiones interpersonales, la psique humana y el papel de la tecnología en la configuración de una sociedad que avanza a un ritmo acelerado hacia un futuro incierto. En el fondo, las cosas no han cambiado tanto desde entonces.