Al cine en general y a Hollywood en particular no les molesta repetirse. Un caso paradigmático es Ha nacido una estrella, que se ha llevado a pantalla cuatro veces. Pero hay más. All quiet on the western front primero fue un libro, de Erich Maria Remarque, es un buen ejemplo. Su tercera versión, de 2022, logró postularse como uno de los mejores films del año, el que más según los BAFTA. Sin embargo, Sin novedad en el frente de 1930 no solo consiguió ser nominada, sino que logró el premio a mejor película (mejor producción por la denominación de la época).
Un producto de su época
Estrenada apenas un par de años después de la novela con la que comparte nombre, su producción refleja el carácter migratorio de aquel Estados Unidos en que se ejecutó. Adapta un libro alemán, cuyos derechos se encargó de conseguir un productor del mismo lugar, Carl Laemmle. Su hijo sería el encargado de un film que dirigió un americano nacido en el imperio ruso, Lewis Milestone. Como se ve, la vieja Europa está muy presente.

En 1930, el periodo de entreguerras estaba en su apogeo. La Primera Guerra Mundial quedaba muy cercana en el tiempo. Dolía. Había quien confiaba en que era el conflicto que acabaría con las guerras. La Liga de Naciones pugnaba por una ideología en alza: el pacifismo. En esta se enmarca All quiet on the western front, tanto el libro como las adaptaciones.
Porque aunque pertenezca al género bélico, su mensaje es absolutamente antibelicista. No da ni un ápice de épica a una guerra cuyos muertos todavía se lloraban. Asimismo, tuvo la suerte de ser producida en la era pre-Code, antes de que se instaurara la censura del Código Hays que dominó Hollywood hasta los 60. Así, Sin novedad en el frente pudo mostrar abiertamente la violencia y el horror que narraba la novela original.
El film que cambió el género bélico
La hipérbole es un continuo en el periodismo actual. Todos los días surge un producto histórico, que suele trascender unas semanas antes de diluirse o pasar a ser criticado. Sin embargo, la primera adaptación de Sin novedad en el frente merece tal calificativo. Una historia relativamente sencilla, que narra cómo unos chavales se alistan en el ejercito para mayor gloria de su nación, el Imperio Alemán, solo para descubrir que lo único que les espera es la muerte.
Lewis Milestone contó con un equipo de guionistas ecléctico. All quiet on the western front abrazó el sonido cuando este todavía llevaba pañales. Así, veteranos del cine mudo e innovadores se unieron para dar un producto redondo. El silencio de la tierra de nadie contrasta con el continuo martilleo de la infantería. La música, ausente. No hay descanso durante la fase de la trinchera y la desesperación, la inseguridad, del frente queda transmitida a la perfección.
A diferencia de sus predecesoras, el drama y los conflictos de los personajes se valen de la voz para expresarse. El Paul de Lew Ayres, protagonista, o el Kat de Louis Wolheim no podrían haber sido lo mismo sin diálogos hablados. Al tiempo, los juegos de cámara y la acción bebían de la agilidad y expresividad tan necesaria del cine mudo. Las secuencia del asalto a las trincheras, con un travelling lateral mezclado con el tronar de las armas, sigue siendo una escena tremenda.
La influencia de Sin novedad en el frente
Otra secuencia muy recordada del film es la del joven Paul y el soldado francés moribundo. Al igual que en el film de Netflix de 2022, el patetismo es total. Esta perspectiva del soldado, en lugar de la del oficial, marcaría época. La crueldad, el sinsentido y la masacre de la película de 1930 serían un ejemplo para hitos del género como Senderos de gloria y La chaqueta metálica de Kubrick, Platoon de Oliver Stone o Salvar al soldado Ryan de Spielberg.
El director de Los Fabelman, sin ir más lejos, reconoció que Sin novedad en el frente fue una de sus grandes referencias para el film antes mencionado. No hay duda, comparando la escena de las trincheras y la del desembarco de Normandía. En Platoon, el absurdo bélico que siente el Chris Taylor de Charlie Sheen es casi calcado al que sufre Paul. No en vano, la guerra de Vietnam en que se sitúa dejó una sensación depresiva en los Estados Unidos parecida a la de la Primera Guerra Mundial en Alemania.
De esta forma, el film de Milestone se ha erigido casi en un estándar, en una referencia universal. Un punto de partida que tiene en su versión de 2022 una más que digna sucesora, con una perspectiva germana en la producción, como también lo es la de 1979. Un paso necesario para que surgieran películas como Ven y mira.
Una proclama pacifista que sigue mereciendo ser vista
«Cuando se trata de morir por la patria, es mejor no morir», grita el protagonista Paul a los estudiantes a los que radicaliza el mismo profesor que hiciera lo propio con él. «Cobarde», le responden, ignorantes de los horrores de la guerra. De que a nadie en el gobierno le importará que figure en una lista de bajas. Escenas como esta, unidas a una ya mencionada gran factura técnica, hacen que Sin novedad en el frente de 1930 resista un visionado en la actualidad.
Es un film con alma, que los nazis odiaron por su supuesto antigermanismo y, sobre todo, por atacar el belicismo que tanto abrazaban. Una película que estuvo prohibida en zonas de Australia, en Austria o en Francia, en ambos casos durante décadas. Ir en contra de la guerra no era algo del todo aceptable.
Además, a pesar de tener más de 90 años, el mensaje de Sin novedad en el frente continúa valiendo. Lo demuestran la Segunda Guerra Mundial, la Guerra Fría, los Balcanes, Irak, Ucrania… Lo demuestran los tan de moda discursos patrióticos, violentos, militaristas, que ponen a un constructo social por encima de la vida.