La primera temporada de Sombra y hueso se estrenó en medio de una gran expectación. La ficción creada por Eric Heisserer para Netflix tenía la difícil tarea de llevar a la pequeña pantalla el universo literario de Leigh Bardugo, una de las escritoras de fantasía juvenil más aclamadas de los últimos años. A la evidente dificultad de convertir palabras mágicas en imágenes se le añadía la decisión de adaptar no solo la Trilogía Grisha (Sombra y hueso, Asedio y tormenta y Ruina y ascenso), sino también la bilogía Seis de cuervos (Seis de cuervos y Reino de ladrones). Sus personajes pertenecen al mismo universo, pero en las obras literarias nunca llegaron a cruzarse en el camino. En la serie debían convivir.
El resultado, pese a las dificultades, es más que digno. Los personajes han quedado perfectamente retratados en un gran reparto, que quizá tenga su cima en el Oscuro de Ben Barnes. Y ese mundo amenazado por una Sombra, con los Grisha mágicos, temidos y perseguidos, encuentra también su manera de mostrarse al público con contundencia. Es una buena primera entrega que deja con ganas de la segunda. Todo esto ha pasado en la primera temporada de Sombra y hueso.
Se hizo la luz en la Sombra: así empieza la primera temporada de Sombra y hueso

Bienvenidos a Ravka Oriental. Alina Starkov es quien da la bienvenida en esta primera temporada de Sombra y hueso. No en vano es la protagonista. Esta joven de rasgos que en nuestra realidad consideraríamos orientales se parece a su madre, y su madre se parece al enemigo. En un país como Ravka, en continúo enfrentamiento con sus vecinos, no es bueno parecerse al enemigo. Pero Alina ha conseguido hacerse un hueco en el Primer Ejército como ayudante de cartógrafo.
Ella sabe que el verdadero enemigo es la Sombra, un elemento mágico que hace siglos dividió Ravka en dos. Nadie ha encontrado la manera de destruirla. Puede atravesarse, pero se hará siempre bajo riesgo de muerte, pues está plagado de espectros que durante años han acabado con viajeros de todo tipo. Entre ellos, los padres de Alina.
Alina recuerda su infancia sin sus padres, su infancia junto a Mal, su mejor amigo. Mal se presenta ante el espectador también como miembro del Primer Ejército, combatiendo en una pelea por dinero. A él se enfrenta, y es la primera vez que también el espectador lo hace frente, un Grisha. Concretamente, un Vendaval. Más adelante puede verse a un Inferni manipulando el fuego y se mencionan a los Hacedores mientras se recorre ese campamento en el que conviven ambos ejércitos, el de los humanos y el de los Grisha. Ambos tienen problemas de suministros, así que no queda más remedio que cruzar la Sombra para solucionarlo.
Alina no quiere oír hablar de ninguna Sombra, pero cuando Mal es elegido para atravesarla, decide que entonces ella también lo hará. Se comprende bien que a donde él vaya ella irá también, y que por parte de la joven hay algo más que sentimientos de amistad. Mal, mientras tanto, parece ver en ella a su pequeña amiga de toda la vida, pero lo cierto es que cuando Zoya, una poderosa Grisha, le propone relajarse antes de cruzar la Sombra, su respuesta es volver con Alina. No sospecha que ella le seguirá, así que sus últimas palabras, que van trazando esta relación, son en este sentido: “encontraré la manera de volver contigo”.
Pretenden atravesar la Sombra en un esquife, una embarcación que en el mundo Grisha se mueve por el aire, con la fuerza de los Vendavales. Alina y Mal se suben a este barco y el espectador se sumerge en la Sombra. Es oscura, ruinosa, amenazante y larga. Transmite una continua sensación de peligro, pues los espectros que la habitan, conocidos como volcra, pueden lanzarse al ataque en cualquier momento. Así sucede cuando un pasajero descuidado enciende una lámpara y llama su atención. Incendia parte del barco y estas criaturas aparecen.
Se llevan a varios pasajeros por delante, entre ellos Mal. Cuando Alina acude en su rescate, con Mal malherido, también ella es atrapada por una criatura. En este momento de peligro nunca antes vivido, con la persona que más quiere a punto de morir frente a ella, es cuando una luz ilumina la embarcación. Alguien parece haberla invocado. Primera gran sorpresa de la primera temporada de Sombra y hueso.
La Invocadora del Sol

Tras lo sucedido en el esquife, con los supervivientes de nuevo en Ravka Oriental, llevan a Alina con el gran general Kirigan, dirigente del Segundo Ejército, el Grisha más poderoso que existe. Alina no entiende qué sucede y su mayor preocupación es saber cómo se encuentra Mal, pero cuando el general Kirigan araña su brazo y de él se desprende la misma luz que espantó a los volcra, los hechos se esclarecen. Parecía imposible, no era más que una leyenda, un deseo, pero en ese momento nace la Grisha capaz de acabar con la Sombra. La Invocadora del Sol.
Claro que Alina no quiere saber nada de toda esa historia. Ella es ayudante de cartógrafo y amiga de Mal, nada más. Al general Kirigan le trae sin cuidado una cosa y la otra, así que decide trasladar a Alina a Os Alta, capital de Ravka, antes de que llegue hasta el conocimiento de sus enemigos la existencia de una Grisha con semejante poder.
Es entonces, a partir de este viaje de camino a la ciudad, cuando el universo Grisha empieza también a esclarecerse ante el espectador. Los diferentes tipos de Grisha (Vendavales, Sanadores, Mortificadores, Hacedores) se presentan con más claridad, ataviados con el uniforme del Segundo Ejército: la llamada Kefka que con sus diferentes colores permite diferenciar a qué tipo de Grisha pertenece quien la lleva. Los Grisha han sido siempre seres perseguidos, hasta que el general Kirigan se impuso y consiguió integrarlos en la sociedad, convertirlos en un elemento de poder y no de miedo. Al menos, no en Ravka.
En Fjerda no opinan lo mismo. El país al norte de Ravka considera a estos seres unos brujos malvados, manipuladores, crueles. Así que su ejército, los llamados Drüskelle, se dedica a perseguir y llevar a juicio a los Grisha, y con esta intención atacan el carruaje en el que Alina se dirige a Os Alta. Prácticamente todos los Grisha mueren, pero el general Kirigan aparece para salvar la situación. Es entonces cuando el espectador tiene un primer contacto con su gran poder: capaz de manipular las sombras y crear armas poderosas a partir de esta, el Oscuro parece no tener rival. Es el más poderoso y el más temido. Al fin y al cabo, su antepasado fue el responsable de crear la Sombra.
La vida en la capital

Mientras Mal intenta desesperadamente ir tras Alina, la joven se instala en el Pequeño Palacio, el lugar destinado para acoger a los Grisha al servicio del rey. Ella escribe a su gran amigo, sin estar todavía convencida de querer estar allí. Y eso que por fin disfruta de todas las comodidades que le fueron negadas desde su infancia: una cama para ella, comida caliente todos los días, incluso un ejército de sirvientes destinados a que se sienta cómoda. Y presentable para el rey, ante quien debe probar su poder. Es ahí cuando aparece Genya, una perfecta Corporalki que es capaz de cambiar el aspecto físico de las personas.
De Alina no cambia demasiado, en cualquier caso, pues quiere conservar sus ojos shu, herencia de su madre, y también la cicatriz de la palma de su mano, un recuerdo de su infancia junto a Mal. Kirigan, ignorando cualquier detalle que no sea el propio poder de Alina, le da la confianza necesaria para que camine ante el rey, sin miedo a ser quien es. Alina, siempre ayudada por Kirigan, invoca de nuevo el Sol, lo que le hace ser aceptada ante los Grisha con la promesa de tener, gracias a ella, un futuro mejor.
Así que empieza a recibir entrenamiento, donde se enfrenta a una Zoya evidentemente hostil con ella, por la envidia que suscita que de pronto haya aparecido una Grisha capaz de hacer sombra a todos los demás. En contraposición a esta rivalidad, Alina encuentra en Genya una amiga, también en jóvenes como Marie y Nadia, que se muestran simpáticas y acogedoras con ella.
El Apparat, el consejero espiritual del rey, también quiere acercarse a ella. Con aire enigmático, en ocasiones tan oscuro como la misma Sombra, comparte con ella la historia del Forjador de Huesos. Este mito habla de unos animales mitológicos rebosantes de poder que pueden potenciar el don natural de todos los Grisha. Son conocidos como amplificadores y quizá, solo quizá, sean la clave para acabar con la Sombra. ¿Es esa la razón por la que Alina ha estado soñando con un ciervo de gran tamaño que la observa fijamente?
Por el momento, sin embargo, lo que debe hacer Alina es dominar lo que tiene dentro. Es más: debe ser capaz de sacarlo. Solo lo ha conseguido unida a Kirigan, que por sus características es un amplificador en sí mismo. Con el objetivo de que la joven pueda desempeñarse al margen del Oscuro, es conducida hasta Baghra, la encargada de entrenar a todos los Grisha. La anciana entiende pronto que la razón por la que Alina no puede emplear su poder es porque ella misma, inconscientemente, lo está bloqueando. Este es uno de los puntos claves de esta primera temporada de Sombra y hueso.
Alina Starkov, la Invocadora del Sol

Alina sigue escribiendo a Mal, Mal no deja de escribir a Alina, sin embargo las cartas de uno y otro nunca llegan, y ambos se van envenenando con la idea de que no significan lo mismo el uno por el otro. A pesar de que Alina no quiere convertirse en la Invocadora del Sol porque significaría vivir una vida alejada de Mal. También a pesar de que Mal se ofrece voluntario para encontrar, por órdenes de Kirigan, ese ciervo legendario que convertiría a Alina en la Grisha más poderosa que existe.
Mientras Mal arriesga su vida por Alina, esta se acerca cada vez más a Kirigan, que pasa a ser simplemente Aleksander. Se va formando entre ellos un vínculo en el que comparten miedos. Alina, a no cumplir con las expectativas. Aleksander, a ser condenado por los actos de su antepasado, el creador de la Sombra, el Hereje Negro. “Tú y yo vamos a cambiar el mundo”, le dice él a ella. Durante un tiempo efímero, así parece ser.
Sobre todo después de que Alina abrace su poder. Baghra descubre y nos descubre que, en efecto, la joven se estaba conteniendo, se estaba bloqueando a sí misma, para no ser lo que es. Lleva haciéndolo desde la infancia, cuando se dañó a sí misma (de ahí la cicatriz en su mano) para evitar que se descubriera su don, que ella misma, en realidad, desconocía. Pero era tanto su miedo a que la separasen de Mal, a que establecieran una diferencia entre ambos, que prefirió tomar el camino más directo. Es decir, impedir que las personas encargadas de inspeccionar su poder pudieran hacer su trabajo y así la descartasen como Grisha. Pues bien: ya no puede ignorarlo más tiempo. Tiene que aceptarse.
Cuando Alina comprende todo lo que ha estado haciendo por Mal, que siente que nunca la ha mirado con los mismos ojos y que no ha contestado a ninguna de sus cartas, decide que encontrará allí, en el Pequeño Palacio, junto a Aleksander, su nuevo hogar. Así que le pide a Genya que elimine la cicatriz de su mano y empieza a trabajar para sacar todo el partido a su poder. Se va convirtiendo así en la Invocadora del Sol que todos esperan.
Lejos de allí, en el Norte, en la frontera con Fjerda, Mal busca el ciervo. Sus recuerdos hacen ver al espectador que sus sentimientos corresponden a los de Alina, pero no hay tiempo para reflexiones. Un ejército de fjerdanos los sorprende y libra una dura batalla. Sus dos acompañantes y amigos mueren, pero Mal sobrevive. Antes de quedar inconsciente, tiene una visión de ese ciervo legendario que necesita la Invocadora del Sol.
La luz y la oscuridad

Alina parece estar cómoda, por primera vez, en el Pequeño Palacio. Se divierte con Marie y Nadia, con Genya y el crush que parece tener con un joven Hacedor llamado David, se encuentra bien gracias a que por fin ha abrazado su poder, se acerca más a Aleksander consciente de que entre ellos ha surgido algo. Tanto es así, que en un momento de intimidad se anima a besarlo. El general Kirigan, el Grisha más poderoso del mundo, corresponde a su beso con una sonrisa. Todo parece ir bien, a pesar de la advertencia de Genya: cuidado con los hombres poderosos.
Mientras Mal se prepara para llevar a Alina la noticia de la existencia del ciervo, en el gran palacio se preparan para que la Invocadora del Sol demuestre su poder ante el rey y toda su corte. La intención es que, ya sí, corra la noticia. Ravka Oriental tiene consigo a una Grisha con un poder legendario. Tos deben quedar advertidos. Fjerda y también Ravka Occidental, que de la mano de un tal general Zlatan planean su independencia.
En la noche esperada, Alina se sube al escenario y manipula la luz con facilidad, creando bonitos juegos y demostrando que es la Grisha esperada. Muchas personas, al concluir su exhibición, se arrodillan ante ella. Aleksander parece tan encandilado como todos los demás, y también temeroso de que Mal, que ha llegado a palacio, pueda suponer un obstáculo entre ambos. Mal, sin importarle el poder del general Kirigan, se mantiene firme ante él: no le dirá nada sobre el ciervo hasta que no vea a Alina. Aleksander le concede ese deseo, pero cuando va en busca de la joven sus intenciones son otras.
Una vez se queda a solas con Alina, lo que hace es besarla. Se besan con pasión y complicidad. Pero Ivan, la persona de confianza de Aleksander, los interrumpe. Entonces llega toda la oscuridad ante la luz. Ivan llega con la noticia de que alguien ha asesinado a la joven que estaba haciéndose pasar por Alina, a modo de señuelo. Esa joven es, por cierto, Marie, la amiga de Alina. Aleksander se despide de ella con una excusa, y cuando Alina se queda sola aparece Baghra.
No hay tiempo para demasiadas explicaciones: Alina debe marcharse, debe huir lejos de Aleksander. La verdad es la siguiente: Aleksander es el Hereje Negro, Baghra es su madre, ambos son inmortales y tienen que ver con la Sombra. Los volcra son los hombres, mujeres y niños que vivían en ese lugar en el momento en que Aleksander la creó. Siempre ha estado ansioso de poder y no parará hasta obtenerlo todo, mucho menos ahora que sabe que el ciervo es real.
Alina, entonces, escapa guiada por Baghra, que ya no tiene miedo y se enfrenta a Aleksander. Esta pide a la Invocadora del Sol que espere por ella, pero Alina ya no confía en nadie, así que se quita su disfraz de Grisha, se viste de Alina Starkov y escapa del palacio. Sigilosa, se acerca hasta un carruaje y se mete en un pequeño baúl situado en la parte de atrás, con la intención de escapar en él y sin poder imaginar que el cuervo Jesper es testigo de este momento.
Los cuervos

Bienvenidos a Kerch, la nación salvaje. Ketterdam es una ciudad oscura, lúgubre, decadente, la capital de esa isla en la que convive todo tipo de calaña. Kaz, Inej y Jesper son uno de tantos ejemplos de delincuentes, malhechores y vividores que se reparten por sus calles. Pero son también diferentes: más inteligentes, más ágiles, más letales. Kaz, regente del Club de Cuervos y líder de la cuadrilla, se entera de un trabajo que podría cambiarles la vida, un trabajo que oferta un comerciante llamado Dreesen. Solo tiene un pequeño riesgo: para llevarlo a cabo deben cruzar la Sombra. Lo que ellos definen como aquello que “mantiene a raya a ravkanos y sus Grisha”. ¿Qué necesitan para cruzar la Sombra? Una Invocadora del Sol, que es algo que no existe.
En primer lugar, necesitan vencer a Pekka Rollins, el gran villano para Kaz, el hombre que también se postula a llevar a cabo ese trabajo que le haría obtener una suma importantísima de dinero. Kaz, además del dinero, quiere vencerlo, así que se pone en marcha. Consigue a la Mortificadora que necesita Dreesen, porque lo que quiere el comerciante, en primer lugar, es hacer hablar a un hombre que tiene cautivo desde hace dos semanas. Ese hombre se llama Alexei, iba en el esquife en el que explotó la luz y cuenta, por primera vez al otro lado de Ravka Oriental, lo que sucedió. Resulta que la Invocadora del Sol sí existe, se llama Alina Starkov y la misión para la que Dreesen los reclama es una muy concreta: deben secuestrarla.
Hay entonces desavenencias en los cuervos. Primero porque Inej es creyente y ve con ojos regulares que su trabajo consista en secuestrar a una Santa. A Kaz, la antítesis de Inej, le importan un bledo los Santos. A Inej lo que le importa un bledo es la eterna disputa que Kaz parece tener con Pekka Rollins, su gran obsesión y el motor de la mayoría de sus acciones. Jesper, mientras tanto, es simplemente Jesper. Los tres, aunque distantes en varias cuestiones, tienen la misma duda: ¿cómo atravesar la Sombra?
Kaz no es un Grisha, pero tiene muchos dones, así que no tarda en encontrar una manera de salvar el gran obstáculo. Descubre a una mujer que llegó de Ravka, que le lleva hasta un artista con el que tuvo tratos, y con el que no acabó demasiado bien, pero que le conduce, finalmente y valga la redundancia, hasta el Conductor. Por un puñado de monedas, él les hará cruzar la Sombra. Lo ha hecho muchas veces antes y puede hacerlo una vez más.
Inej, que sigue aquí su propia trama, sigue intentando comprar la libertad que pueda alejarla de una vez por todas de la Casa de las Fieras, un burdel donde malvivió durante años antes de que Kaz la rescatara. Para comprar esta libertad, Inej debe romper la promesa que se ha hecho a sí misma y asesinar a un hombre que, según le explica Heleen, la dueña del burdel, es un esclavista. Inej está dispuesta, pero en el último momento llega Kaz, porque el hombre al que debe matar es el Conductor. “Heleen te utilizó para sabotearnos”, le explica. Y él mismo negocia la libertad de Inej: una vez que cumplan su trabajo, pagará por ella y Heleen tendrá que dejarlos en paz. Como aval, deja su amado Club de Cuervos. Entonces sí, parten a la Sombra. Sorprendentemente, aunque no son dificultades, consiguen cruzarla. Bienvenidos a Ravka Oriental.
Es un territorio desconocido para ellos, pero eso no les impide desplegar de nuevo todo su talento. Se hacen con los planos del palacio, donde aprovecharán ese espectáculo de Alina para secuestrarla. Jesper, Inej y el Conductor, Arken, se introducirán sin levantar sospechas como miembros de otro espectáculo. Kaz lo hará como guardia real. El plan es el siguiente: Arken será el responsable de “coger el paquete” mientras que los demás irán abriendo paso. El abrir paso de los cuervos a veces consiste en que Jesper tenga un encuentro sexual con uno de los guardias del palacio, pero ellos se entienden.
Salvo ese momento de distracción, todo parece estar saliendo bien. Arken se cuela en la habitación en la que Alina va a cambiarse por el banquete. Kaz e Inej consiguen interceptarla y llevársela consigo… Hasta que Aleksander se interpone y se la lleva. Para besarla y todo lo demás, sí, eso es. Un momento: entonces ¿quién es la persona a la que mata Arken? Marie, en efecto. Pero ¿no tenía que secuestrarla? En realidad, Arken ha estado actuando en todo momento guiado por el trato que hizo con el general Zlatan. Exacto, el que está luchando por la independencia de Ravka Occidental. Según sus intereses, la Invocadora del Sol debe morir para que la Sombra no sea destruida y sigan existiendo dos Ravkas. Ah, pero Kaz ya sabía de la traición de Arken, por eso arregló todo para que, tras asesinar a la persona equivocada, fuera detenido.
Muy bien. ¿Dónde está Alina después de esto? Pues saliendo del palacio vestida de Alina y ocultándose en un baúl, con Jesper siendo testigo de todo y aprovechándose de ello. Así es como los tres cuervos escapan de la celebración cumpliendo la misión. Secuestrando, sin que ella sea consciente de que su huida es un secuestro, a la Invocadora del Sol.
El universo Grisha en una misma historia

Claro que cuando Alina sale del baúl no le hace demasiada gracia tener una compañía tan interesada en ella, así que escapa. Empieza así un juego de persecución: los cuervos persiguen a Alina y son a la vez perseguidos por el Oscuro, que también persigue a Alina. Con quien esta se encuentra, sin embargo, es con Mal, que demuestra sus capacidades como Rastreador y da con ella antes que nadie. Ya lo dice el Oscuro: “no es cualquier rastreador”. Quiere ponerla a salvo, pero Alina tiene claro algo: la única manera de derrotar al Oscuro es hacerse con el ciervo. Tienen que ir a por él.
Es en este momento de la historia cuando el espectador conoce el pasado de Aleksander antes de convertirse en el Hereje Negro. Cuando vivía perseguido, enamorado de una Sanadora llamada Luda, a quien asesinan tratando de hacerle daño. Su relación con Baghra es todavía una relación de madre e hijo, pero también es ahí cuando se tuerce. Aleksander comprende que su deber es construir un mundo donde los Grisha estén a salvo y para ello decide recurrir a la historia de Morozova, que fue capaz, a través de la magia negra, de crear esos animales mitológicos amplificadores de su poder. Aleksander se rinde ante esa práctica y el resultado, una vez que se enfrenta a sus enemigos e incapaz de controlar su nuevo poder, es el surgimiento de la Sombra.
Mientras Kaz, Inej y Jesper deciden rendirse y volver a Ketterdam, Alina y Mal encuentran al ciervo. Pero también lo encuentra Aleksander, que le hace elegir entre salvar a un malherido Mal o salvar al ciervo, a quien está protegiendo con su luz. Alina sigue eligiéndose por encima de ser la Invocadora del Sol, así que se lanza sobre Mal y Aleksander mata al ciervo. Aquel que lo mate, cuenta la leyenda, obtendrá su poder, así que el Oscuro parece ser su receptor. A través de un invento de David, el crush de Genya, Aleksander queda unido a Alina. Esto significa que no solo ha amplificado su poder, también ha obtenido el de ella.
Juntos y revueltos

Con el rey de pronto enfermo, el Apparat está gobernando en su nombre. Eso es lo que Genya le cuenta a Alina cuando va a visitarla, siendo esta ya prisionera del Oscuro. En esta visita se descubre también que durante todo ese tiempo Genya ha estado trabajando para Aleksander, razón por la que, entre otras cosas, Alina no estaba recibiendo las cartas de Mal, ni Mal las suyas. Intenta excusarse ante Alina. “Soy su soldado. Todos lo somos”. Pero esa historia no va con Alina, que sigue enfrentándose a él, con rabia y también con lástima, pues le recuerda todo lo que podrían haber sido juntos si él no hubiera querido utilizarla.
Al Oscuro le da igual: Alina le pertenece, tarde o temprano le perdonará y juntos reinarán en Ravka y más allá. Como demostración de su poder, decide que cruzarán la Sombra al día siguiente. Mal, que también es un prisionero en ese campamento, se entera de la noticia y decide escapar para poder estar él también presente en ese esquife y, con suerte, liberar a Alina. Kaz, Inej y Jesper, que andaban intentando encontrar la manera de cruzar la Sombra, se unen también. Así que, sí: todos juntos y revueltos.
El viaje en ese esquife es el punto álgido de la temporada. Mal viaja de polizón, pero es descubierto por Inej. Sin saber realmente quién es el otro, deciden aliarse porque tienen un mismo objetivo: liberar a Alina del Oscuro. Claro que cada uno por sus propios intereses. Pero trabajan en esta dirección, mientras el Oscuro manipula el poder de Alina para crear un túnel que les lleve sanos y salvos hasta el otro lado, con Zoya en lo alto de ese esquife conduciéndolo como buena Vendaval que es.
Antes de llegar al final de la Sombra, el esquife se detiene. El Oscuro ya había advertido: no tiene ninguna intención de acabar con ella. “Es el arma más poderosa que tenemos”, dice, y demuestra además por qué. Con su nuevo poder adquirido, es capaz de manipular ese espacio de oscuridad y llevarlo más lejos, extenderlo. ¿Hasta dónde? Hasta que se traga el puerto en el que les espera en Ravka Occidental. Decenas de personas, entre ellos el rebelde general Zlatan, mueren en la nueva Sombra creada por el Oscuro.
Alina, sin embargo, consigue liberarse y comienza así la gran batalla. La Invocadora del Sol, Mal, los cuervos y una Zoya que comprende quiénes son los buenos y quiénes son los malos se enfrentan al Oscuro y sus aliados. Vencen, al menos por el momento, y llegan al otro lado habiéndose librado de Aleksander y con la Sombra siendo lo que era.
En ese otro lado, cada uno decide su futuro: los cuervos regresan a Ketterdam, Zoya tiene que encontrar un nuevo camino, Alina y Mal deben desaparecer un tiempo. Solo un tiempo, en cualquier caso. La Invocadora del Sol todavía tiene que derrotar a la Sombra.
Y había alguien más en ese barco

En ese barco en el que todos terminan juntándose, aunque para seguir caminos diferentes, había alguien más. Nina Zenik y Matthias Helvar, dos cuervos que todavía no saben que lo son y que han vivido su propia historia. Ella, una Grisha Mortificadora. Él, un Drüskelle cuyo objetivo es perseguir a los Grishas. Un naufragio les hace terminar juntos y solos, necesitándose el uno al otro para sobrevivir a pesar de ser enemigos de nacimiento. Ella es todo lo que él ha detestado siempre, él todo de lo que ella ha huido, pero al final son mucho más que una Grisha y un Drüskelle, así que la relación entre ellos se estrecha y terminan olvidando las diferencias históricas que les han separado. Planean, incluso, dejarlo todo, escapar juntos.
Pero los obstáculos llevan a Nina a tomar una decisión difícil: para salvar la vida de Matthias, tiene que forzar primero su encarcelamiento. Aunque se marcha con él, este no entiende en sus actos otra cosa que la mentira y la traición, y esto confirma todo lo que siempre ha tenido de las brujas Grisha, así que una nueva brecha se abre entre ellos. Es otra sombra que debe cerrarse en la segunda temporada de Sombra y hueso.