The Kinks y ‘Viaje a Darjeeling’, una unión perfecta de la mano de Wes Anderson

Tres canciones de los hermanos Davies hacen que sus respectivas escenas alcancen el siguiente nivel
Fotograma de The Kinks y Viaje a Darjeeling

La inclusión de música de los 60 y los 70 en las películas de Wes Anderson es una de sus señas de identidad. Con excepciones como El gran hotel Budapest, muchos de los momentos claves de sus historias van acompañados de pop o rock. Es lo que ocurre en la película que precedió a su etapa de más éxito, la que fue de Fantástico Sr. Fox a Isla de perros. Porque el texano creó una gran combinación con The Kinks y Viaje a Darjeeling. En ella se escuchan tres temas de los Davies que logran empastar a la perfección con la narrativa del de Houston.

Un plan que era para Rushmore

Aunque viendo el resultado pueda sorprender, la conexión entre The Kinks y Wes Anderson estuvo prevista para el primer gran éxito de este. Rushmore, la cinta que alzó su nombre en el panorama independiente de finales de siglo, iba a tener en principio una banda sonora compuesta únicamente por canciones del grupo británico.

El tipo de sonido entre el pop y el rock de la Brittish Invasion contenía, según el director, lo necesario para representar al protagonista Max. Encarnado por Jason Schwartzman, tenía un punto pijo pero también contestario y cabreado. Es lógico que pensara en la banda de los hermanos Davies. Pueden sonar bucólicos en muchos de sus temas, pero una mezcla de mal comportamiento, mala suerte y sentimientos antibritánicos llevaron a que no pudieran girar en Estados Unidos entre el 65 y el 69. Su estilo musical y actitud primigenia inspiraría al punk, como hiciera también The Who, cuando este se estaba conformando.

Una identidad propia la de The Kinks, pero que se vio forzada a permanecer en las islas mientras los Rollings y los Beatles medraban en el mayor mercado del planeta. Cuando regresaron, ya había otros llamando la atención, gente que rompió el status quo desde Woodstock y Montreal. Sea como fuere, Wes Anderson acabó haciendo una banda sonora mucho más coral para Rushmore. Solo quedó del plan inicial Nothin’ in the World Can Stop Me Worryin’ ‘Bout That Girl. Años después, retomaría en buena medida la idea para Viaje a Darjeelin. Tres temas para tres travellings laterales a cámara lenta clave: el arranque, el punto de mayor intensidad dramática y el final.

Aviso spoiler Viaje a Darjeeling

This time tomorrow y el inicio del viaje

Cuando se ve a Bill Murray corriendo por una estación de tren es posible creer que es el protagonista de lo que está por venir. Pero no. De repente aparece el Peter de Adrien Brody y le adelanta. Al pasarle mira al señor, extrañado, reforzando la teoría de que tal personaje acreditado como el «hombre de negocios» es en realidad una representación de su padre muerto. Mientras corre y asalta el tren suena This time tomorrow.

El tema es parte de Lola Versus Powerman and the Moneygoround, Part One, al igual que las otras dos canciones de los Kinks usadas en Viaje a Darjeeling. Se trata de un álbum de 1970. El bajista Pete Quaife había dejado el grupo y eso supuso un shock para el resto. Los episodios de odio en Ray y Dave, o el de este último con el batería Mick Avory, se contuvieron un tanto. Además se incorporó a la banda el pianista John Gosling.

La saturación que les imponía la industria hacía mella en la salud mental de Ray y la forzada presencia durante cuatro años en Reino Unido le hacía ponerse más melancólico de lo debido. Llevaba ya años dando importancia al fondo de lo que componía, buscando aportar significados, crítica, y no solo estribillos pegadizos. Una de esas reflexiones iba sobre todo lo que había perdido por culpa de la música. Del coste e estar girando mientras su mujer e hijas llevaban vidas paralelas. De las renuncias familiares que suponía ser compañero de tu hermano. De un fracaso muy poco mainstream.

Ray se preguntaba qué había más allá de su vida. Se pregunta «mañana a esta hora, ¿dónde estaremos?». Ese nosotros, polisémico, es en el caso de Peter el que componen él y sus hermanos. Como los Davies, los Whitman tienen problemas y acabaron separados. El personaje de Davies mira con melancolía al hombre que dejó atrás, quizá a su padre, y más allá. Le espera un viaje, que por definición se basa en esperar que el futuro traiga algo diferente. Sin embargo, es en casa, como cantan los Kinks, donde suele estar lo que importa perder.

Strangers y el camino al funeral

Mientras que la música del propio director indio Satijit Ray, o de sus películas, trufa la mayor parte de la parte del film dedicada al país asiático, son los Kinks quienes más refuerzan las dinámicas forasteras. Una dualidad que el espectador entiende sin necesidad de pensar, que funciona. Algo que se ve en el segmento de mayor carga dramática del film. Los Whitman acaban de salvar a dos hermanos de un accidente en un río, pero no a un tercero.

Wes Anderson nunca presenta Viaje a Darjeeling como una película de salvadores blancos o turistas iluminados. Al revés, la India y sus personajes nativos tienen entidad propia. Estaban allí antes de la llegada de los tres americanos. Lo estarán después. Cuando dejan de ser forasteros inaguantables en su casi exitoso rescate pueden ver la verdad de dónde están. La muerte, el mañana que buscaban estaba enfrente de ellos.

Liados en los rituales funerarios, están a punto de marcharse en un bus cuando reciben una invitación al funeral del crío muerto. Bajan del transporte y comienza a sonar Strangers. En un movimiento lateral, como en las otras tres escenas, pasan a un pequeño taxi. La canción de fondo, escrita y cantada por Dave Davies, habla de la muerte que llega antes de tiempo. De su amigo George Harris que murió de sobredosis.

Lo conoció antes de ser parte de The Kinks. Quería formar un grupo con él. «Íbamos a ser él y yo», dijo en una entrevista a Stay Thisty. Por eso dice «extraños en este camino por el que vamos/no somos dos somo uno». Dave canta a la pérdida de una persona con la que recorrer la vida. También a la pérdida de potencial de la muerte de un joven. Los hermanos Whitman llevan un año sufriendo la primera y acaban de presenciar la segunda. La escena supone un punto de inflexión en la evolución de los protagonistas y culmina en un flashback sobre el funeral de su padre, el momento que los separó.

Powerman y un final simétrico

La última conexión entre los Kinks y Viaje a Darjeeling viene como cierre de la película. Los hermanos han vivido el postureo, la tragedia y peleas dignas de los Davies. Les echan del tren, finalmente, por pelearse. Los miembros de la banda británico se pegaron dentro y fuera del escenario. Las dinámicas de ambos grupos fraternos es muy similar, lo reconoce el propio director. Sin embargo, la de los personajes de Anderson tiene un desenlace feliz.

El funeral del crío ahogado hace que se replanteen lo imbéciles que son. Así, en lugar de volver a casa, deciden visitar a su madre, segmento en que destaca el Play with fire de los Rollings. Abren el candado de sus emociones, reconocen obviedades que no son reales hasta no ser dichas y hasta encuentran un pasaje en otro tren, el Bengal Lancer.

Han visto las orejas al lobo y lo que han perdido. Por eso cuando comienza a sonar Powerman en una escena casi idéntica a aquella en que sonaba This time tomorrow saben lo que hacer. Dave y Ray cantan sobre el «hombre poderoso», aquel que domina el mundo con dinero. Pero gritan que no se van a rendir ante él como hiciera Pink Floyd en Wish you were here.

Los Whitman hacen caso a los Davies y tiran las maletas de su padre. La herencia, lo material, se queda en tierra porque si no, no verán el mañana en el Bengal Lancer. No les hizo falta un Come, reza, ama para ello, no vivieron la epifanía que promete cualquier guía de Lonely Planet. La muerte del crío arregló lo que desencadenó, con toda la mochila que ya traían, la muerte de su padre o el abandono de su madre. Da igual el viaje que les quede por adelante. Lo importante lo han hecho. Eso sí, sin los Kinks no hubiese sido lo mismo.

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