Iron Man 3 no gustó a todo el mundo. Se puede ir más lejos: la película de Shane Black, quien guionizó la historia de Marvel junto a Drew Pearce, recibió críticas indignadas y encolerizadas. El disgusto fue mayúsculo en algunos casos, en otros se habló de tomadura de pelo. A día de hoy sigue siendo una de las películas más polémicas del Universo Cinematográfico de Marvel, pero no solo cuenta con detractores encolerizados: también tiene defensores a ultranza.
El giro de tuerca que supuso la tercera película de la trilogía protagonizada por Iron Man dividió opiniones y, diez años después de su estreno, sigue dando de qué hablar. En parte porque, desde un punto de vista conceptual, Iron Man 3 es una de las películas más interesantes del UCM. Black desnudó al gran superhéroe marvelita, habló de ansiedad y ataques de pánico sin estigmas y desechó un triángulo amoroso en favor de la sororidad entre mujeres, entre otras cosas.

Tony Stark se queda desnudo en Iron Man 3

El principal valor de Iron Man 3 dentro del universo de superhéroes creado por Marvel es que Tony Stark se queda sin traje a la hora de enfrentar los peligros de esta entrega. Una vez que el Mandarín destroza su casa y su taller, el plan de vuelo del traje que en esos momentos lleva consigo lo envía a miles de kilómetros del lugar donde podría conseguir sus juguetes. Ese traje (el famoso Mark XLII) es poco más que un prototipo, así que ni siquiera tiene todavía la capacidad de funcionar correctamente. Esto deja a Tony desnudo.
Todo lo que hace a partir de ese momento lo hace desprovisto de su armadura, así que Iron Man 3 sirve para ilustrar que Tony Stark es mucho más que un traje de combate. Y hay combates en esta película, pero en ellos Tony hace uso de otras armas: es inteligente y resolutivo, y así va superando obstáculos hasta llegar al Mandarín. Claro que opta de vez en cuando a ciertas ayudas tecnológicas (que él mismo ha desarrollado, que esto a veces se olvida), pero lo que sobre todo vemos en Iron Man 3 es como Tony es un hombre y nada más, no es un Dios ni un superhéroe creado en un laboratorio, y como tal ha de desempeñarse.
Más Tony Stark que Iron Man
En este sentido, además, Iron Man 3 también permite que el espectador se acerque más al carácter de Tony Stark que, por cierto, nunca ha pretendido mostrarse como alguien perfecto, ni siquiera como alguien querible por todos. En esta película sigue desarrollándose su prepotencia y un cierto aire de superioridad, por no hablar de esa chulería que Robert Downey Jr. no puede hacer otra cosa que desplegar al máximo.
Pero también se ve a un hombre despierto y proactivo, que no se detiene hasta que no siente que todos a su alrededor están a salvo. Un hombre cuyo instinto en un momento de peligro es lanzar el Mark XLII a Pepper (Gwyneth Paltrow) en lugar de protegerse a sí mismo, un hombre que tras el ataque se disculpa sin excusas: “ha sido egoísta y estúpido y no volverá a pasar”. Un hombre (con un supertraje, ahí sí) que rescata a 12 personas de un atentado en un avión aunque solo esté preparado para rescatar a 4.
Iron Man 3 es también importante en este sentido: seguimos conociendo a Tony más allá de los excesos y las riquezas asociadas con el traje. Esta película va sobre Tony Stark y no tanto sobre Iron Man aunque, claro, él es Iron Man, pero se entiende el punto.
Salud mental hace una década

Que hoy en día se hable de salud mental sin estigmas en cualquier tipo de expresión artística no es extraño, hace una década sí lo era. Y era aún más extraño encontrarlo en un blockbuster de un gigante de Hollywood. En este sentido, Iron Man 3, además de dar una vuelta al superhéroe clásico que en este caso era prepotente y osado, se atrevió a mostrar a través de él episodios de ansiedad, estrés post-traumático y ataques de pánico. Las escenas en cuestión apenas duran unos segundos, pero en realidad lo que está sufriendo Tony es lo que justifica no solo la totalidad de la película sino también lo que vino después. Es decir, la necesidad obsesiva y ansiosa que tiene por construir una barrera para el mundo que desencadena los acontecimientos en Vengadores: La era de Ultrón (2015).
Tony es un hombre traumatizado por lo vivido en Nueva York y lo único que siente que puede hacer al respecto es preparar una defensa, para sí mismo y para el mundo, para no tener que volver a sufrir algo parecido. “Nada es lo mismo desde Nueva York”, explica, “te pasan cosas, se acaban y sigues sin poder explicarlas”. No puede dormir y cuando duerme tiene pesadillas. Está asustado y angustiado. Todo esto podría haberse quedado ahí, pero le ponen nombre y con ello visibilizan la realidad que viven miles de personas: Tony Stark, que cuando se pone el traje es el superhéroe más poderoso de la Tierra, padece de ansiedad, tiene ataques de pánico y necesita ayuda.
Sororidad, un breve reconocimiento

Cuando Maya (Rebecca Hall) aparece en la casa que comparten Tony y Pepper, instantes antes del ataque del Mandarín, y se presenta como una ex-algo, todo podría haberse desarrollado de un modo muy diferente, más cercano a lo que se había visto hasta entonces que a lo que, por fortuna, se llega a ver en Iron Man 3. Maya y Pepper escapan juntas del ataque y cuando la primera confiesa a Pepper sus preocupaciones y sus arrepentimientos, lo que encuentra en la actual pareja de Tony es apoyo y comprensión. No hay guerras por hombres, no hay rivalidad. Y eso también hay que agradecérselo a Iron Man 3, hace una década y todavía ahora.