Es la autora más traducida de la historia según la UNESCO. Depende de qué fuente se consulte, es la que más libros ha vendido, compitiendo con William Shakespeare. También es suya una obra de récord, The mousetrap/La ratonera, que lleva representándose ininterrumpidamente (COVID aparte) desde 1952. Datos que demuestran que es una de las literatas más destacadas y prolíficas de la historia. Sin embargo, acudir a la tumba de Agatha Christie es encontrase con un rincón apartado. Humilde, sencillo, el reposo de la gran dama del misterio en un punto de peregrinaje tan calmo como el paisaje parte de Berkshire que lo rodea.

Un rinconcito literario en Santa María de Cholsey
Para visitar la tumba de Agatha Christie hay que tener coche y atreverse con conducir al revés en Inglaterra rural. Al sur de Wallingford, que a su vez está al sur de Oxford, se encuentra el pueblecito llamado Cholsey. Las tierras de cultivo se extienden bañadas por el Támesis. Ondulaciones suaves, manchas de bosques y carreteras estrechas componen un todo en donde el tiempo anda tranquilo.
Santa María no está en el centro, sino algo apartada al este. Hay que superar un puente muy inglés, en el que un semáforo da turnos a los vehículos para que pasen. Su estilo normando, medieval, responde a lo que se ve por todo Oxfordshire. Al igual que en otras aldeas, pueblos y pequeñas ciudades, el cementerio se extiende en torno a sus naves, rodeando la típica torre.
El camposanto es relativamente extenso, con lápidas nuevas y otras cuyos nombres ya quedaron borrados. Sin embargo, la tumba de Agatha Christie no es un gallo en el corral. Destaca un tanto, pero ni está en primera línea ni barrunta la fama de quienes la habitan.

Rosas de hojas de libros para Agatha Christie
En el momento en que se acudió a la cita con Christie, apenas había unas flores junto a la lápida que comparte la escritora con su segundo marido. Una sencillez que sorprende. La británica, viajada hasta el extremo y de familia bien, eligió descansar cerca de donde desarrolló la parte más tranquila de su vida.
Su primer matrimonio no fue a buen puerto y antes de separarse llego a protagonizar una sonada desaparición. Fue en 1926. Dos años más tarde pondría fin a su matrimonio con Archibald Christie y unos cuatro después se uniría a Max Mallowan. Este segundo apellido es el que primero se refleja en la tumba, aunque sea el primero el que suele firmar sus libros.
La conexión con Cholsey viene de la casa que el matrimonio Mallowan compró en Winterbrook, aldea situada al sur de Wallingford y pegada a la iglesia hacia el este, hacia el Támesis. En esa vivienda desarrolló buena parte de sus escritos, siempre que no estuviera viajando por todo el mundo, especialmente acompañando a expediciones arqueológicas a su esposo.
Limpia, la tumba de la escritora la engarza a un territorio al que se unió abiertamente. Acudía a la iglesia con asiduidad, ya que era firme creyente y devota anglicana. En Wallingford presidió durante décadas la asociación teatral aficionada que desarrollaba su actividad en el coqueto Corn Exchange, en pleno centro de la localidad. Ahora, incluso tiene una estatua en un banco de la ciudad.

Poco hay que hacer más que curiosear alguna placa puesta en un aniversario o saludar mientras una pareja pasa con un carrito. En Santa María de Cholsey, al igual que en sus parroquias vecinas, el silencio es una invitación a disfrutar el presente. Un peregrinaje secreto es el que ofrece la recoleta tumba de la escritora. Para sus fans, la oportunidad de estar un ratito a solas con la mujer que hizo del misterio lo más vendido y traducido del mundo.