Perder a una persona amada es algo universal. Familiares, amistades o amores desaparecen de una u otra forma. Tras de sí no solo dejan nichos, traumas o tristeza. También dejan vacío, falta, ausencia. Agujeros que, no obstante, pueden desatar potenciales ocultos. Dar origen a grandes muestras de belleza. Tal es el caso del álbum Wish you were here de Pink Floyd. Porque el mejor disco de la banda inglesa, uno de esos que influyeron notablemente en la historia del rock, vino de todo lo que esta vivió a raíz de la locura de Syd Barrett.
El éxito vacío de Pink Floyd
The dark side of the moon había sido un fenómeno inimaginable para los miembros de Pink Floyd. La capacidad conceptual de Roger Waters unida al genio musical de David Gilmour generaron una obra eterna. En ella ya estaba presente aquel que faltaba. El lunático con el que el conjunto separó caminos para poder avanzar. Syd Barrett había perdido la cabeza en buena medida por el consumo masivo de drogas y tuvieron que prescindir de él en favor del mencionado Gilmour.
Un proceso traumático y que hizo evolucionar a la banda. De los psicotrópicos sonidos repletos de ecos propios de los sesenta que trabajaron con Barrett pasaron a la altivez progresiva del tiránico Waters, a la trascendental guitarra de Gilmour. Nick Mason y Richard Wright, batería y teclista, ponían la argamasa para que todo se sustentara.
Tras giras gloriosas y grandes ventas, tenían que volver a crear algo único. Así se lo pedían los fans y la industria. Agotados en aquellos mediados de los setenta, lograron encontrar una salida con una de las canciones que compusieron desde el anterior disco. Era Shine on you crazy diamond. Waters articuló un canto a la ausencia en torno a una melodía que le recordó a Barrett.
Shine on you crazy Syd
El protagonista de Shine on you crazy diamond y la canción que da título al disco no solo fue una presencia fantasmal. En plena grabación en Abbey Road, el 5 de junio de 1975, Barrett se apareció a su antigua banda el día en que Gilmour celebraba su primera boda. Cambiado físicamente, tan ido como le vieron antes y después de prescindir de él en Pink Floyd, fue la última ocasión en que todos los miembros menos Waters vieron con vida. Este se encontraría con él en un centro comercial algunos años después, solo para ver cómo su antiguo compañero huía de él como un ánima sorprendida.
La experiencia resultó fuerte, como cualquier encuentro paranormal. Hubo lágrimas, según cuentan los presentes en diferentes memorias. Pero sirvió para confirmar el sentido del homenaje que perpetraban. La letra de Shine on you crazy diamond, compuesta y cantada por Gilmour, se refiere de continuo al amigo caído en vida. «Now there’s a look in your eyes, like black holes in the sky / Ahora hay una mirada en tus ojos, como agujeros negros en el cielo» son versos que resumen los sentimientos del conjunto con respecto a Barrett.
Pero la ausencia del tema que articula Wish you were here no solo se verbaliza. Se siente a través de una estructura compleja, la de una suite en nueve partes y donde resalta especialmente la labor a la guitarra de Gilmour. Solos que suenan a cosmos, que empastan con batería, bajo, voz y sintetizadores. Con los coros de Venetta Fields y Carlena Williams, con el sugerente saxo de Dick Perry.
También es sobresaliente lo que hizo Wright, como señala el ingeniero musical Brian Humphries en el documental Pink Floyd: The Story Of Wish You Were Here. Destaca cómo logró crear un conglomerado sonoro en el que combinar todo lo mencionado antes. Un conjunto que el teclista lleva a un final que, precedido por los últimos versos de la canción y como señala el guitarrista principal del grupo, suena a marcha fúnebre. Hasta hay un guiño al tema fetiche de Syd Barrett en Pink Floyd, See Emily play. Una universalización de la pérdida desde lo particular, condensada en una canción histórica.
La polisemia de Wish you were here
El LP además contiene una de las colaboraciones más acertadas de Gilmour y Waters. Un riff del primero fue transformado en canción por el segundo y refinado por ambos hasta dar lugar a Wish you were here. Introducida de forma peculiar, con un cambio de emisoras, habla de lo que quiera escuchar quien lo haga.
Waters ha afirmado que en la letra se refería a sí mismo, en Pink Floyd: The Story Of Wish You Were Here. Que está diciéndose a sí mismo que ojalá estuviera en su propia vida, presente y disfrutándola. Gilmour asegura que no puede separar los casi cándidos compases country de Wish you were here de la memoria de Barrett. En todo caso, la sencillez musical es en este caso una virtud. Una gran acompañante a una polisemia que nunca está de más en el arte.
Pullas a la industria
El siempre contradictorio activismo reivindicativo de Roger Waters ya está en Wish you were here. Porque en el sándwich de Shine on you crazy diamond, antes del tema que da nombre al disco, caben dos temas que atacan directamente a la industria musical.
Welcome to the machine comparte ese tono musical cósmico de Shine on you crazy diamond. Apoyado en sintetizadores y con la voz de Gilmour, es un agresivo grito. Chilla a esa máquina que les dio el éxito y el vacío, la sensación de ser casi unos perdedores. Que les explota, como hizo con Jimmy Hendrix, hasta destruirles. Una ira en clave futurista que Waters extrapola a todos quienes han sido aplastados por una u otra industria. La canción además acabaría contando con un estupendo vídeo a cargo del ilustrador Gerald Scarfe, el mismo que de The wall.
Más socarrona es Have a cigar. Un tema que suena a funk, a rock convencional. Ironizando con sorna caustica sobre los encuentros de la banda con magnates y peces gordos, Waters volcó sus fobias en el sencillo del disco. Pero ni él ni Gilmour han sido nunca buenos cantantes y necesitaban algo más para la pieza. Así que Roy Harper acabaría dándole voz, con un resultado que Waters consideró demasiado paródico. En el documental ya referido llega a expresar hasta arrepentimiento sobre no haber sido él quien cantara. Gilmour, sin embargo, encuentra la ejecución perfecta.
Poniendo imagen a la perfección
Otra colaboración, esta inevitable, era la que dio lugar a la portada de Wish you were here. Hipgnosis fue el estudio elegido y Storm Thorgerson la principal mente tras el resultado final, como ocurrió con The dark side of the moon, junto a Aubrey Powell. En este caso, el primero opinó desde el principio que la ausencia era el tema de las letras. Ya fuera la amistad, ya fuera el abandono a que somete al individuo cualquier industria.
De ahí surge la contraportada, con un ejecutivo impersonal en un desierto. También el apretón de manos que ilustra el disco en su embalaje por un lado y la portada por otro. En el primer caso son manos robóticas quienes interpretan este gesto obligado en esa industria de la que hablan Welcome to the machine y Have a cigar. La intención de Hipgnosis fue que el precinto totalmente negro en que venía el álbum no contara ni con este elemento en el packaging. Así, sería una representación absoluta de la ausencia. Los hombres de negocios protagonizan el segundo caso, con uno de ellos en llamas. Una metáfora obvia sobre el asunto.
Como se ha comentado, Wish you were here tuvo distintos significados para cada miembro de la banda. Para Gilmour significó perfeccionar lo que podía dar Pink Floyd y lo cumplió. Tan bien lo hizo el grupo que no lograría nada igual después. Cerebral, pasional, triste y compleja pero accesible, la composición es en su conjunto magistral.